Ernesto Pérez, en un momento de la entrevista
Ernesto Pérez, en un momento de la entrevista - a.v.
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«Hay instructores en los cuerpos policiales que no saben desarmar su pistola»

Un libro escrito por un expolicía de La Línea y un psicólogo denuncia grave carencias en la formación de los agentes

silvia tubio
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«Por muy legalmente justificado que estuviese lo que allí pasó, nadie quería tener un muerto a sus espaldas. Algunos compañeros ya empezaban a especular con las condecoraciones que podrían caer y los jefes parecían pensar solamente en dejar cerradas las diligencias. A nivel familiar tampoco percibí empatía. Nadie imaginaba lo mal que podía encontrarme por haber visto la muerte de cerca y por tener que haber disparado a otras personas».

Pudiera ser el extracto de una novela policiaca y algo de eso tiene por su estilo narrativo. Pero 'En la línea de fuego' se describen 22 episodios reales de enfrentamientos armados. Uno de ellos relata lo ocurrido en la A-381, en agosto de 2008, cuando se puso fin a las fechorías de la banda de los Flores por Cádiz.

La vida de carne y hueso.

El libro está firmado por un expolicía local de La Línea, Ernesto Pérez Vega, y el psicólogo Fernando Pérez Pacho, y esconde entre sus páginas una denuncia inquietante: la deficiente formación de los cuerpos policiales españoles y la falta de interés por solucionarlo. Uno de sus autores nos explica los entresijos de una obra que está removiendo y escociendo mentes y egos en cuarteles, jefaturas y comisarías.

–¿Qué pretende con este libro?

–Denunciar y concienciar. La mayoría de los policías sí cree que tiene la formación y los medios adecuados para desempeñar su labor. Pero con este libro quiero demostrarles que Papá Estado no sólo no te da los medios sino que tampoco te informa de la realidad que te vas a encontrar en la calle. Es un libro denuncia que también pretende dar a conocer la realidad del día a día de un policía a la gente que no son de los cuerpos.

–¿Esa falta de concienciación puede obedecer a que este país no es especialmente conflictivo y lo policial es secundario hasta que ocurre una desgracia?

–Obedece exclusivamente a que la gente vive muy cómoda en determinados puestos y le importa poco lo que le ocurre al compañero que está en un puesto de riesgo. Yo conozco instructores de cuerpos locales, que son los que deciden sobre la compra de material y el adiestramiento de los agentes, que no saben desarmar su pistola y no pisan la calle hace décadas.

–Aquí también influirá lo económico porque los cuerpos policiales tampoco se libran de los recortes.

–Pero también hay una política errática. Los cuerpos policiales cuentan con un buen armamento, que es caro. Sin embargo, no se invierte en formación. De poco sirve que se dote a los funcionarios de un gran arma si no saben usarla correctamente.

–¿Esas carencias formativas pudieron influir en el resultado final del atraco de Vigo en el que perdió la vida una policía?

–Hay informaciones contradictorias y confusas. Intuyo que pudo haber una mala praxis, pero no me arriesgo a dar una conclusión definitiva.

–En el libro se repite una y otra vez una reflexión, el deficiente adiestramiento en el tiro de unos profesionales que nada más salir de la academia se les dota de un arma. ¿Tan grave es la situación?

–Fíjese. El Cuerpo Nacional no modifica su plan de entrenamiento desde los años 80 y la Guardia Civil lo puso en práctica en 1996. En España existen 1.700 cuerpos de policías locales. Hay algunos que tienen planes muy buenos, pero hay otros que carecen de cualquier formación como el cuerpo de la Línea. Durante el tiempo que yo estuve en esa plantilla (14 años), jamás fui instruido por la Jefatura.

–Además de adiestramiento básico, también denuncia otros fallos graves que ponen en riesgo vidas. Ya sé que omite datos de cada capítulo para no identificar a sus protagonistas, pero he reconocido en uno de ellos a la banda de los Flores, detenida en 2008.

–Sí, en el capítulo 11 se cuenta cómo se montó un operativo para detener a una peligrosa banda que venía de matar a una chica, herir a un agente y en ese dispositivo no se tuvo en cuenta avisar a los servicios sanitarios por si ocurría algo. Un guardia fue atropellado y una ambulancia tardó media hora en socorrerle. ¿Cómo es posible que no se tuviera en cuenta ese elemento con los antecedentes que había?

–A los cuerpos policiales se les culpa habitualmente de corporativistas. Sin embargo, a través del relato de los agentes se descubre la falta de apoyo que reciben de los compañeros cuando se ven inmersos en situaciones complicadas.

–Es la doble victimización, agentes que ven pisoteado su honor, que no son respaldados por sus compañeros, por sus superiores, pese a que su actuación ha sido intachable e incluso brillante. En los análisis que aporta Fernando desde su punto de vista como psicólogo, habla del instinto de las bajas pasiones. La gente no quiere verse en tu situación, por lo que has pasado o lo que has sufrido, pero sí conseguir los beneficios o el reconocimiento que puedes alcanzar por un trabajo bien hecho. Detrás de todo eso hay rencillas, vendettas, envidias que se anteponen al trabajo.

–Este libro tiene un poco de biografía ¿no?

–A mi estuvieron a punto de matarme en una actuación. Conseguí alcanzar al delincuente, pero no recibí reconocimiento alguno. Tampoco cuando rescaté a dos personas del mar. Era mi trabajo, pero por cosas menos importantes se conseguían felicitaciones.

–¿Cuál fue su mano negra?

–En mi caso particular fue algo tan sencillo como no ser del agrado de un concejal en concreto, porque no le daba lo que otros compañeros sí. Y que además me había enfrentado a esos compañeros que se habían plegado a sus deseos.

–¿Tan grande es la influencia política en el funcionamiento y toma de decisiones de los cuerpos policiales?

–Los mandos los ponen los políticos y a nivel de Policía Local esa influencia es mucho mayor. Y los sindicatos son los grandes responsables de que exista esa connivencia. Si eres de mi sindicato te defiendo y si no lo eres, te abandono a tu suerte.

–De la influencia a la connivencia para proteger y esconder las conductas de 'mis amigos' sólo hay un paso.

–¿Y acaso no ocurre muchas veces que los cuerpos policiales son utilizados para beneficiar y proteger a algunos?

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