CASO ERE DE ANDALUCÍA

Las horas bajas de Juan Lanzas, el conseguidor de los ERE

Imputado en otras piezas del caso ERE de Andalucía, es el gran ausente en el juicio de la trama, que sigue con aparente desinterés en su retiro jornalero de Jaén

Juan Lanzas a su salida de los juzgados J.M. SERRANO

JAVIER LÓPEZ

En los felices noventa una chica entró en el despacho que Juan Lanzas tenía en la UGT de Jaén. El entonces secretario de la federación agroalimentaria del sindicato charlaba en ese momento con un periodista. La joven vendía unas horribles pizarras con borrador incorporado. Para su contento, Lanzas le compró dos. «Todos tenemos que comer», dijo a su interlocutor quien poco tiempo después se convirtió, según el auto de la jueza Alaya, en el conseguidor de los ERE, tarea que, a juicio de la instructora, le reportó una ingente cantidad de dinero. Tanta como para asar una vaca, aunque la modesta vida que lleva en su pueblo, Albanchez de Mágina, parezca decir lo contrario.

Uno de sus vecinos, José, cree que su desaliño indumentario es estudiado, pero lo cierto es que Lanzas nunca compró la ropa en Armani. Ataviado con vaqueros gastados y camisa gruesa arengaba hace 25 años a la plantilla de la industria cárnica Hijos de Andrés Molina, que, subyugada, aplaudía a este seductor del proletariado de voz dura y mensaje directo. Allí, megáfono en mano, forjó su pequeña leyenda de Che, de hombre valiente dispuesto a todo para conseguir que el eslabón débil, el obrero, tuviera más peso en la cadena. Lo logró en parte, ya que la fábrica pasó a manos de la Junta de Andalucía. Aquel éxito le catapultó a Sevilla, desde donde tras pasar siete meses en prisión por los presuntos embrollos, retornó a su municipio natal.

Viejos tiempos

Lanzas es hoy el vecino más célebre de Albanchez, cuyo millar de habitantes se ha acostumbrado a la repercusión mediática derivada de las cuentas con la justicia de quien fuera secretario general de una de las federaciones potentes de la UGT de Andalucía , puesto que le sirvió de salvoconducto para entablar amistad con altos cargos de la administración autonómica y con empresarios de relumbrón, con quienes comparte sumario. Son amistades de los recientes viejos tiempos que, como él, ahora residen en la penumbra, alejados de una presión que tornará a ellos cuando se celebren los juicios pendientes.

«En las maduras, casi todo el mundo le quería», ironiza el alcalde de Albanchez, Alejandro Morales

Hasta entonces, Lanzas, que conoció de cerca el lujo, se ha transmutado en persona de costumbres sencillas. A decir de un albancheño que le conoce bien, el ex sindicalista lleva una existencia austera: se levanta relativamente tarde, toma café en bares del pueblo y, con cierta regularidad, se desplaza a bordo de un vehículo viejo hasta un olivar de su propiedad. También cuida, junto a una hermana, de su padre y departe con el exiguo grupo de amigos que permanece junto a él en las duras. En las maduras, casi todo el mundo le quería, ironiza el alcalde de Albanchez, Alejandro Morales, quien asegura haber visto en persona, en manos de un familiar del encausado, un taco de billetes de 500 euros como los que la Guardia Civil encontró dentro de un maletín en el registro que llevó a cabo en su domicilio en marzo de 2013.

Para el regidor, el modo de vida escogido por Lanzas parte de una estrategia cuyo objetivo es que la opinión pública sea misericorde con él. Especialmente la de su pueblo, donde adquirió cierto prestigio por su estatus como sindicalista y por ser entonces presidente de una de las cooperativas del municipio. Morales aclara que tras la irrupción de la justicia, decayó el peso específico en el municipio del afamado vecino, quien, sin embargo, aún pontifica en tertulias sobre política y economía. «Intenta generar opinión, pero lo cierto es que ya no tiene la misma influencia», aclara un vecino, que admite no obstante que, si bien muchos le guardan el aire, es una persona aún seductora que sabe atraer a parte del pueblo a su terreno.

Cuando ABC le encuentra en el bar La Esquina comparte barra, en efecto, con varios parroquianos, que se dispersan lentamente cuando el periodista pide hablar con él. Tiene barba de varios días y un título de podador cortador que emplea en su nueva vida de agricultor . Lleva, dice, una existencia apacible en un pueblo apacible del que a veces escapa a la playa en una furgoneta con tumbona. También le gusta contemplar parajes escondidos de Albanchez de Mágina: «Veo paisajes que no ven los ricos», dice para marcar distancias . El alcalde, sin embargo, lo incluye entre ellos. «Lanzas hace ahora vida de pobre, pero es de todo menos pobre», asegura.

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