Natividad Gavira - PUERTA GIRATORIA

Una de romanos

Es no hablar del Alcázar y el inexplicable cese de su espectáculo nocturno mientras siempre afeas el método privado

Natividad Gavira
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Hay dirigentes políticos en el Ayuntamiento a los que les ocurre lo que a mi compañera de los últimos años de la EGB. Al ser preguntada por el neolítico en nuestras clases de historia, respondía que del neolítico no había quedado ni rastro en su memoria pero, como había visto una de romanos el día anterior, se lanzaba a declamar el nombre de Córdoba como colonia patricia y llegaba a relatar algunas batallitas inventadas todas ellas libradas al otro lado del río, que para algo el puente romano ya parecía en las fotografías del libro de arte. Del neolítico no sabemos, terminó afirmando, pero por el puente paso todos los días. Al profesor se le dibujó una cara de asombro y de risa, sin poder disimular cierta frustración por el desorden académico que reinaba en la cabeza de aquella criatura.

En este batiburrillo mental andan enredados algunos de los concejales al mando municipal y no habrá terminado el verano cuando volverán a demostrárnoslo, se lo adelanto. Ya hemos tenido un anticipo cuando el concejal al que la soberanía popular conminó a que pusiera orden en la hostelería —o al menos eses es el mandato que él cree asumir— vertió sobre el sector la sospecha de la precariedad laboral. Una insinuación débilmente elaborada para agradar a algún sindicato insatisfecho por la incapacidad de «meter mano» en el asunto de la falta de regulación en el mercado laboral de la hostelería, a veces convertido en un depósito de mano de obra ocasional pero mayoritariamente profesionalizada en Córdoba. La intención era clara, el delegado de Turismo se expresó así para dejar en el aire una interrogante molesta para el empresariado y volver a jugar con la dualidad opresor/oprimido de la que tanto gusta el responsable municipal. Llegará el día a este paso en que la temeridad verbal distraiga los mecanismos de control con que cuenta esta organización laboral y se sigan cambiando titulares por inspectores de trabajo que hagan su labor por ley.

Mientras la labor de ordenación a la que ha sido destinado nuestro representante no resista la comparación respecto a la gestión privada de los recursos turísticos y las visitas crezcan en los monumentos ajenos a eso que llaman gestión pública, éste y otros responsables políticos tendrán que seguir justificando sus errores con acusaciones que enfadan y se celebran a partes iguales, más estériles que constructivas y menos críticas de lo que parecen porque los datos reales siguen escondidos.

Es, en definitiva, como si te preguntan por el neolítico pero cuentas una de romanos, es no hablar del Alcázar de los Reyes Cristianos y el inexplicable cese de su espectáculo nocturno mientras siempre afeas el cometido y el método de todo lo privado; es aparecer cada día en la Prensa y menos veces en el despacho. Una cosa es el neolítico y otra mojarse al cruzar el río encima del puente romano, pensarán.

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