Municipal

Preguntas y respuestas sobre las ordenanzas fiscales de Córdoba que no se aprobaron

Los efectos de gestión son nulos; los políticos son de calado amplio

La alcaldesa, junto a Alba Doblas, en la ronda de reuniones Valerio Merino

RAFAEL RUIZ

¿Forma parte de la normalidad de la gestión que se rechacen las ordenanzas fiscales? La respuesta es no. Los veteranos de la casa recuerdan que Herminio Trigo ya pasó por un trance similar pero lo cierto es que los acuerdos de investidura firmados por PSOE e IU siempre contemplaban la aprobación automática de ordenanzas y presupuestos. Con más tiras y aflojas o menos. Pero la aprobación se daba por cantada.

¿Qué pasa si no se aprueban las ordenanzas fiscales como ha ocurrido en el Pleno? A efectos de gestión, nada. Lo que el Pleno aprueba son los cambios que se ejercen sobre el modelo que se aprobó el año anterior y que se está poniendo en marcha durante este año. El IBI será el mismo, el impuesto de Vehículos también. Es decir, no entrarán en vigor los cambios previstos que este año eran muy pocos. El más destacable la bonificación del 50 por ciento del IBI para los propietarios a concurso.

¿No pasa nada entonces? No, exactamente. Las ordenanzas fiscales son uno de los grandes momentos políticos del año junto a los presupuestos, las decisiones urbanísticas de calado y el debate sobre el estado de la ciudad. Lo que demuestra es que la salud interna del pacto de investidura se resiente mucho. La decisión de Ganemos de votar en contra es muy mala para el equipo de gobierno. Sobre todo, porque es un castigo a Izquierda Unida, que es quien lleva el Área de Hacienda, y a la que se le sospechaba más cercana a los ediles de la agrupación de electores.

¿Tan descabellado era lo que pedía Ganemos? Algunas cuestiones no eran viables. El IBI de la Iglesia, por ejemplo, es algo que no forma parte de las potestades del equipo de gobierno como bien aseguraba IU. Pero el IBI eclesial no lo es todo. Determinadas cuestiones como herramientas de transparencia sobre cuestiones tributarias se están aplicando en muchos lugares. Sobre la tasa turística, se reclamaba un estudio ni siquiera su introducción aunque lo cierto es que en Andalucía (al no existir regulación autonómica sobre esta materia) no sea posible en estos momentos cobrar estas cantidades. En la tasa especial para grandes superficies, existe una confusión. Las tarifas de Sadeco ya cobran la basura de forma específica a lo que se llama grandes productores. Entre otros, los centros comerciales. El problema radica, de nuevo, en la política. Ganemos había amenazado mucho con este escenario pero nunca se había decidido. Sus advertencias tenían, digamos, poco eco. Todo el mundo sospechaba que acabarían firmando. Ya lo han dicho. En lo sucesivo no se rubrica nada que no venga con garantías.

¿Tenía opciones el equipo de gobierno para evitar esta situación? Las tenía pero las tiró a la papelera no se sabe muy bien por qué. Probablemente, no quería exponerse a aprobar algo con «la derecha» (PP, Ciudadanos, UCOR) frente a sus aliados naturales. Varios grupos municipales decidieron dar su abstención. Con Ganemos parece no haberse explorado la vía de la abstención que hubiera permitido, en caso de empate a votos negativos (11 de IU y PSOE frente a 11 del PP) que el expediente se aprobara por el voto de calidad de la alcaldesa. Algún grupo tenía decidida la abstención e incluso la había anunciado tras reunirse con Doblas. Cuando el cogobierno empezó a oler a muerto, nadie quiso firmar con él.

¿Tan descabellado era lo que pedía el resto de grupos? Como en la canción, depende. A un liberal le parece estupendo bajar impuestos y a una dirigente del PCE, como la edil de Hacienda, no tanto. Desde Izquierda Unida no se quiere oír hablar de reducir la presión fiscal aprovechando los buenos números del Consistorio, que ha ofrecido un superávit millonario, brutal. Aseguraba que poner en cuestión determinadas partidas de ingresos va a tener efectos sobre la liquidez. Evidentemente, si se recorta ingresos se va a tener menos posibilidad de gasto. En una institución con tantos millones de presupuesto, algo se podría hacer. En muchos casos, más que bajadas en estricto sentido se pedían correcciones técnicas para atender determinadas situaciones.

¿Y ahora? Pues lo que le toca al equipo de gobierno es recomponerse. Y rápido. La vuelta del verano ha sido para la alcaldesa un momento muy malo del mandato. La piña ha resultado ser un flan. Entre los partidos del gobierno hay disensiones de fondo en asuntos estratégicos. La oposición ha olido la sangre. Y Ganemos, donde Podemos ya no pinta casi nada y tras líos internos curiosos, parece empeñado a sacar la cabeza por su cuenta. La razón es que todos están empezando a ponerse en modo elecciones. Y queda todavía mucho tiempo para mayo de 2019.

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