El «Aumentexit» fallido

Reconozco que tiendo a estar de acuerdo con Emilio Aumente. Nos conocemos desde el pleistoceno medio -cuando por la calle Cruz Conde pasaban dinosaurios-, es un tipo con buena cabeza y conoce bien la casa, de la que es trabajador y fue representante sindical en tiempos más divertidos , cuando las ruedas de prensa se daban con pasamontañas. Durante los últimos años, Aumente ha sido, literalmente, un verso suelto . Se ha pasado por el forro la mayor parte de las restricciones impuestas por la alcaldesa en su trato con los medios, particularmente los desafectos a la cosa municipal. Es de los pocos que no corren a esconderse cada vez que les suena el móvil y tiene la suficiente mala pipa como para defenderse solo incluso en los entornos más hostiles , como cuando se comió las críticas de la izquierda verdadera por el traslado de la carrera oficial de la Semana Santa. Un momento en el que el teniente de alcalde de Presidencia y Seguridad aguantó auténticas deslealtades internas que, imagino, deja para sus memorias.

Aumente no es de estos políticos que funciona con las claves de realismo mágico que molan tanto ahora. El de hacer y decir cualquier cosa que se pase por la cabeza. La realidad tiene límites y reglas. Si acaso, tiene la funesta manía de quitar el seguro al Colt verbal con cierta facilidad. Y sálvese quien pueda. Emilio Aumente lleva un tiempo asegurando a quien le quiere escuchar que esta y no más, Santo Tomás. Que no va a estar en el lío de las próximas listas electorales, que van a ser un tanto desagradables por la aparente inhibición de la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, de poner los riles encima de la mesa, momento que va a aprovechar el «duranato» emboscado para montarle a la regidora otra lista Frankestein, que hasta a Cristian Menacho le colocaron la última vez a la señora .

Me malicio la sospecha de que Aumente lo que quiere es que una autoridad superior le pida ir en la candidatura en el puesto que tradicionalmente se le ha negado por escrito, en letra gótica y con letras capitulares de miniatura y pan de oro. Al concejal, le dábamos muchas oportunidades en los momentos previos a la elaboración de las listas y luego llegaba Juan Pablo Durán, o quien fuera, y lo mandaba a hacer puñetas en esos puestos donde hay que darle al F5 durante la noche electoral . Hasta Ambrosio no cayó en la cuenta de que había que nombrarle como «conseller en cap» hasta que habían pasado unos meses claves del mandato en los que David Luque estaba deseando que lo dejaran hacer en Cultura, que es su campo, en vez de tenerlo dando tumbos por una estructura municipal que el PSOE controla a duras penas.

Cuando en la redacción de ABC me contaron que Aumente había anunciado su intención de dimitir por la inexplicable parálisis de la Oferta de Empleo Público de los bomberos, pedí que todo se pusiese en condicional hasta tanto la renuncia estuviera sellada y diligenciada en el registro oficial correspondiente. El teniente de alcalde, insisto, es de gatillo fácil . Y esta alcaldesa no está sobrada de fuerzas. Lo que menos le conviene ahora es un caso como el que Pedro García tuvo con Rafael del Castillo, que provocó una honda conmoción en IU. Plantarse en un proceso preelectoral tan largo con el gobierno hecho unos zorros no es lo que más le conviene , bajo el humilde punto de vista del que firma estas líneas.

En condiciones normales, un concejal que se echa un farol contra el propio gobierno de esas características saldría de la bombonera -que es el nombre de las dependencias de la alcaldesa- por la ventana y no por la puerta. La salida lógica a pulso como el planteado no era la renuncia sino la destitución. Mal cabe imaginarse a Julio Anguita, a Herminio Trigo, a Rosa Aguilar o a José Antonio Nieto aguantando un mal día de esa consideración por mucho que Aumente tenga poderosas razones para no querer verse en el banquillo con responsabilidades penales por no tener los parques de bomberos con la dotación mínima que se exige para Córdoba en el caso de una desgracia.