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Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Actualizado: 15:05

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Sonrisas bajo el sol del Serengueti

La amabilidad de los tanzanos contrasta con los rugidos de las fieras que pueblan la sabana africana

14.08.13 - 15:05 -
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Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Las manadas de elefantes son fáciles de ver en todos los parques. / Inés Martínez
Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Las manadas de elefantes son fáciles de ver en todos los parques. / Inés Martínez
Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Jirafas en el parque Taranguire. / Inés Martínez
Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Los hipopótamos ofrecen un verdadero recital de sonidos. / Inés Martínez
Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Unas leonas descansan en unas rocas. / Inés Martínez

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Guía práctica
  • Lo mejor
  • Los tanzanos. Nunca les falta una sonrisa.
  • La fauna. Se ven animales constantemente y sin esfuerzos.
  • Los paisajes. No hay nada como una puesta de sol en el Serengueti.
  • Los alojamientos. Desde hotelazos de lujo hasta ‘lodges’ en medio de la nada. En todos los casos, siempre cuidados al detalle.
  • Lo peor
  • Los vuelos. Son caros y no hay directos. Es casi imposible llegar en menos de 20 horas.
  • Más información: Blog 'La vida en el aire'

Es cierto: hay pocas cosas tan especiales en el mundo como una puesta de sol en el Serengueti. Pero Tanzania es mucho más que la estampa del sol ocultándose en el horizonte entre acacias y baobabs con el gemido de los ñus y las hienas de fondo (que no es poco).Va más allá de jirafas, elefantes, cebras, gacelas, impalas, rinocerontes, hipopótamos, monos, flamencos, búfalos, hienas, leones, jabalíes, leopardos, guepardos... que encuentras a cada paso. De Tanzania llegan al corazón sus olores, sus colores, su comida, sus paisajes, sus cervezas, su caos, su tranquilidad, su paz, sus sonidos y sobre todo, su gente. Sonrientes, amables y encantadores, los tanzanos reciben con los brazos abiertos a todo el que llega, y se convierten en su amigo y ayudante. Ellos son los que hacen que el viajero se suba al avión de regreso aguantando a duras penas las lágrimas, con la certeza de que hay pocos lugares que puedan compararse con África.

Paciencia

La llegada al aeropuerto de Dar Es Salam impacta al viajero por su aparente, pero no real falta de organización y por la multiculturalidad de quienes entran al país. Un blanco en la aduana en noviembre se siente como un bicho raro entre turbantes, babuchas, casacas, túnicas de flores, burkas...Yla calle, aunque sea de la ciudad, ya desprende un halo a sabana y a salvaje. Todos allí pertenecen a alguna tribu, aunque las tradiciones se pierden poco a poco y los hijos de quienes vivían como nómadas ahora alquilan un piso en Arusha. El principal atractivo turístico del país son los parques nacionales: Serengueti, Taranguire, Natron, Arusha, Ngorongoro... Cada uno muestra especies de animales y flora diferentes, con una climatología especial y con recorridosmuy variados. Pero la naturaleza es eso, naturaleza. Y nada le garantiza al turista que vaya a ver un animal. Sólo hay una regla en un safari: paciencia, mucha paciencia. O como dicen los tanzanos, pole pole (poco a poco). Precisamente eso es lo que hace especial un safari: la búsqueda, la espera, la incertidumbre, la tensión. Y de pronto, cuando el conductor está a punto de arrancar el 4x4 y abandonar el lugar, una manada de leonas con sus cachorros surge entre los árboles y cruza frente al coche tranquila, sin estrés e ignorando por completo la presencia del visitante. Y cuando el turista todavía no se ha recuperado de la emoción, ve que a su derecha los elefantes juegan con barro en una charca y que a su izquierda las jirafas se rascan con los matorrales.

Natron

Un destino que se sale de los recorridos habituales que se ofrecen por Tanzania es el lago Natron. Los alojamientos son escasos y muy diferentes a los lujosos ‘lodges’ que se pueden encontrar en los principales parques. Pero no hay nada que los supere en magia. Suelen estar regentados por masáis que mantienen sus costumbres y tradiciones a la vez que han aprendido a respetar las de los turistas. Entre el restaurante o la piscina y las habitaciones no hay luces que iluminen el camino (lo que evita muchas picaduras de mosquitos) y sólo una linterna ayuda a guiarse. Algunos masáis locales ganan unos chelines acompañando a los turistas en las excursiones a las cascadas, los humedales o los pueblos de la zona. La comunicación entre ellos y los visitantes se basa en gestos ya que no hablan apenas inglés, pero tampoco hace falta. Para entender los paisajes tanzanos no hacen falta palabras. Tras dos semanas recorriendo los principales parques del país no queda casi ningún animal por ver. Aunque parezca imposible, las fieras se muestran orgullosas, indiferentes y sin ninguna vergüenza ante los turistas. Excepto el esquivo rinoceronte que parece dispuesto a mantener su leyenda de tímido y que deja a lamitad de los visitantes con las ganas de verlo. El mejor lugar para contemplarlo es el cráter del Ngorongoro, uno de los lugares más cercanos al paradigma de paraíso natural. En realidad es una caldera, un volcán derrumbado que alberga paisajes etéreos verdes y azulados en unos 20 kilómetros de anchura y rodeados de montañas. Todo es color, movimiento, quietud y rugidos que se perciben tras los matorrales. Nohayunaépoca ideal para viajar a Tanzania. De junio a septiembre el clima es más frío y seco, de diciembre a febrero las temperaturas son muy altas y entre marzo y mayo es la temporada de lluvias, que puede complicar un poco los recorridos en safari por los barrizales que se forman, además de que aumenta la posibilidad de contraer malaria. Lo más recomendable es ir en octubre o noviembre. La temperatura es muy agradable, ha comenzado a caer algo de lluvia y el paisaje comienza a tomar un tono verdoso. Con ese color, el atardecer de Tanzania se vuelve incluso más impactante. La llanura sin fin sólo se detiene para dejar pasar al sol, que calienta las espaldas de las fieras mientras esperan la llegada de la intrigante y apasionante noche tanzana.

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Sonrisas bajo el sol del Serengueti
Tanzania es mucho más que la estampa del sol ocultándose en el horizonte. / Inés Martínez

Los reyes de tanzania

Tanzania está poblada por unas 120 tribus, cada vez más reducidas en número, pero que conservan férreamente sus costumbres y ritos. La más conocida es también una de las más coloridas: los masáis. Son pastores nómadas y conservan su estilo de vida desde hace siglos. Algunos de ellos sucumben ante algunos avances, pero en general siguen caminado descalzos, casando a las mujeres cuando son casi niñas, concediendo importancia al número de animales y no al de monedas, viviendo entre gallinas y jabalíes, bebiendo sangre como parte fundamental de su dieta y sin electricidad, entre otras muchísimas cosas. Pero hay que evitar las visitas turísticas concertadas a los poblados masáis, ya que resultan artificiales y decepcionantes y terminan siendo una venta de artesanía local tras un baile típico. Esmejor pasear junto a algún poblado perdido en el que los masáis ignoren al turista y se mantengan sólo atentos a su ganado o al paso del tiempo.
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