El glaciar que muestra (aún) toda la belleza extrema de la Tierra

El geógrafo y escritor Eduardo Martínez de Pisón traza un perfil conmovedor del glaciar Aletsch (Suiza), ejemplo de las regiones extremas del planeta en peligro

Una imagen del glaciar de Aletsch, en Suiza, el de mayor longitud de los Alpes Efe

Eduardo Martínez de Pisón

Tengo ante mí, cuando escribo estas líneas, el perfil rocoso del Pirineo en octubre, con una cumbre en su centro que supera los tres mil metros de altitud. Es una silueta oscura donde la nieve ha fundido casi por completo. Sólo apunta, muy alto, bajo la sombra del pico un pequeño fragmento blanco, residual, en un lugar donde hace veinte años atravesé un glaciar resplandeciente.

Veo desde aquí enrojecer las hierbas de alta montaña. El otoño empieza a bajar ya , cumpliendo con su deber, desde las cimas hacia el valle. Irá descendiendo por las laderas hasta las riberas, encendiendo y apagando sucesivamente prados, bosques y sotos. Pero, en este magnífico panorama, la reserva de nieve invernal se ha gastado por completo y los últimos hielos pirenaicos, descarnados, apenas cuentan ya.

Cualquiera que mire el alto Pirineo puede constatar ahora mismo que uno de los elementos más esenciales del paisaje de nuestra alta montaña está desapareciendo rápidamente ante nuestros ojos. Es un balance sencillo. Simplemente, la nieve acumulada en los inviernos alimenta, mantiene o incluso hace progresar a los glaciares si persiste año tras año. Pero, si se descubre el hielo vivo durante el verano o antes de las nevadas reparadoras del invierno siguiente, será el mismo glaciar quien entre en pérdida. Así, paso a paso, otoño tras otoño, muestra el panorama unos metros menos blancos.

Vista interior del glaciar Aletsch Efe

El glaciar de Aletsch es el de mayor longitud de los Alpes. Desde su atalaya en buena altitud, los excursionistas pueden gozar de su aspecto casi ártico , serpenteante, surcado por líneas oscuras de morrena. Está bien alimentado por cumbres y circos amplios y elevados. Sin embargo, en su misma ladera se observa sobre su hielo un talud pedregoso y pelado que corresponde a la excavación y a los depósitos laterales recientes que pulió y abandonó esta misma lengua desde inicios del siglo XVII hasta mediados del XIX, cuando su volumen era claramente mayor. Es decir, que, pese a su entidad alpina, el panorama muestra que el hielo alcanzó entonces aquí el notable espesor que marcan en esa ladera tales rocas doradas y depósitos sueltos. Por tanto, posteriormente y hacia nuestros días el glaciar ha mermado hasta su nivel actual, quedando restringido al fondo del valle. Si extendiéramos esta mirada al Himalaya tendríamos ejemplos similares e incluso podríamos llegar hasta los depósitos polares del frío con palpables retrocesos de sus hielos . Estamos perdiendo, pues, metro a metro uno de los grandes tesoros naturales y paisajísticos de la Tierra.

Porque los glaciares son un componente esencial de los confines, de las regiones extremas del Planeta , y sus caracteres, belleza, interés científico y también como lugares de profundas experiencias vitales, les otorgan amplios y profundos significados. Pero además, desde un punto de vista práctico, son recursos que creíamos perennes de agua dulce, tienen repercusiones en el clima en el Ártico y en la Antártida, inciden en el nivel actual de las aguas marinas y actúan como altavoces de un estado de la Tierra. Hoy tal vez nos avisan que vamos hacia tiempos distintos en el globo terrestre y en nuestra relación con él.

*Catedrático Emérito de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid, geógrafo, escritor y alpinista

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