Wiggins, con el maillot amarillo de líder de la general. / EFE
Seguirá siendo un balance parcial puesto que al Tour 2012 le faltan dos etapas en los Pirineos, de las de verdad, y una contrarreloj totalmente llana el penúltimo día. Eso es lo que le queda a Bradley Wiggins para convertirse en el primer corredor inglés de la historia que gana la prueba.
Antes que él hubo un australiano, un americano, un alemán y muchos franceses, españoles, además de belgas o italianos, entre otras nacionalidades. Wiggins, cuando suba el domingo al podio de París, podrá decir que no ha tenido muchos rivales en este Tour, rivales de entidad, de los que hacen daño de verdad en la montaña, el terreno en el que en teoría tiene mayores problemas, porque si hablamos de la contrarreloj, el balance después de la etapa del sábado resultará demoledor a su favor.
Cadel Evans y Vincenzo Nibali han intentado atacar, más el italiano que el último ganador del Tour, al que no se le puede pedir, a los 35 años, que haga lo que no ha sido capaz de hacer nunca, lanzar un estacazo serio en las subidas. Es un corredor de poner ritmo, de ir desgastando el grupo, y en este Tour se ha encontrado con que hay quien hace mejor ese trabajo, el Sky, que normalmente se queda solo.
Sin Samuel Sánchez, con Valverde fuera de juego hace muchos días por las caídas, de lo que se está viendo en la carretera no se puede decir que haya ningún ciclista que llame la atención: todos son conocidos y se sabe lo que se puede esperar de ellos.
Quizá Tejay Van Garderen puede ser considerado la revelación, a pesar de estar supeditado a un Cadel Evans que aprovechó su momento de gloria, que es difícil que vuelva a repetirse.
En los Pirineos se encontrarán los corredores la última llegada en alto, puertos míticos, pero nadie capaz de plantar cara a Wiggins y a su equipo, que no olvidemos, ha dejado a los escaladores puros que tiene, los colombianos Uran y Henao, en su casa, y ha convertido a Rogers y Porte, en dos especialistas en la alta montaña. Con eso está dicho casi todo.
