Tras abandonar Toledo, en 1912, Besteiro se volcó en su actividad docente en la universidad de Madrid y en sus responsabilidades políticas en el PSOE y la UGT, dejando de lado sus escritos literarios
Tras abandonar Toledo, en 1912, Besteiro se volcó en su actividad docente en la universidad de Madrid y en sus responsabilidades políticas en el PSOE y la UGT, dejando de lado sus escritos literarios
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«Lambert», álter ego literario toledano de Julián Besteiro

Setenta y cinco aniversario de la muerte del líder socialista

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El 27 de septiembre de 1940, hace setenta y cinco años, falleció en la cárcel de Carmona el dirigente socialista Julián Besteiro, quien durante la II República y la guerra civil representó a los sectores más moderados del partido. En sus años de juventud, a principios del siglo XX, pasó una temporada en Toledo, donde tuvo plaza de catedrático en el Instituto Provincial. En esa época desarrolló una intensa actividad como articulista, traductor y ensayista filosófico, que conformó la piedra angular para su posterior trayectoria profesional y política. Pero también en Toledo quiso iniciar una incipiente carrera literaria que en buena parte, quizá por pudor, enmascaró bajo el seudónimo de «Luis Lambert». En este aniversario de su muerte recuperamos esta olvidada faceta en la biografía de Besteiro, el santo laico del socialismo español.

Durante su etapa universitaria, Besteiro obtuvo destacadas notas en la asignatura de Literatura, incluso alguna distinción. Al ser trasladado a Toledo como catedrático de Psicología, Lógica y Ética del Instituto Provincial, en 1899, encontró en la práctica literaria un refugio a sus inquietudes personales. Algunos de estos trabajos vieron la luz en diferentes publicaciones, pero otros muchos fueron acumulándose guardados en una carpeta de cartón, de esas que se cerraban con cintas de color rojo, comprada en el establecimiento de «La Viuda e Hijos de J. Peláez», ubicada en la calle del Comercio, bajo la anotación manuscrita de «Versos». Allí permanecieron durante décadas y así pueden consultarse entre su documentación conservada en la Biblioteca Nacional y la Fundación «Pablo Iglesias».

En Toledo, el vehículo preferido por Julián Besteiro para dar a conocer sus escritos, fundamentalmente poesías, fue el semanario republicano La Idea. En aquellos años aún no había recalado en el partido socialista y era activo militante de la Unión Republicana, llegando a ser elegido concejal del Ayuntamiento toledano en el año 1903. En esta publicación, una de las más interesantes de cuantas se editaron en aquellos años en la ciudad, dio a conocer, además, algunos cuentos, traducciones y ensayos dramáticos. En uno de ellos, titulado «Las ilusiones de Marcelo», reflexionaba sobre la lírica: «La poesía –ponía en boca de un personaje- es una virgen loca. Es una carrera vertiginosa hacia el ideal, lleva tras sí legión inmensa de adoradores. ¡Qué pocos son los que pueden seguirla! ¡Cuántos son los que perecen en el camino!».

Besteiro compartió esa inquietud con uno de sus amigos madrileños, Jerónimo Villalba, a quien en 1902 confesaba: «Toledo está ideal. Yo lo encuentro sonriente, dorado, silencioso; lleno de poesía y de impresión por el alma refinada por el tiempo, como el vino añejo, sin impulsos ciegos. Bueno, todo esto será poesía barata; pero responde a un sentimiento real y a una realidad que no agota el sentimiento». La correspondencia mantenida en esos meses entre ambos es fundamental para conocer mejor estos devaneos literarios del catedrático de Psicología. En octubre le confesaba haber hecho unas traducciones e imitaciones de versos franceses que «creo encajarán en la magnificencia sentimental de Blanco y Negro». También le participaba la posibilidad de que una compañía de teatro toledana pusiese en escena alguno de sus dramas, que no consideraba tan malos y que imaginaba serían bien aceptados por el público. (Entre los diferentes textos inéditos conservados se encuentran apuntes y anotaciones para una obra dramática que pensaba titular «La Preciosa», ambientada en Bargas, en la que pretendía contar la historia de una joven mujer que regresa al hogar tras obtener el título de maestra y se enfrenta al contraste que su nueva formación le ofrece con sus familiares, quienes pretenden casarla con un primo suyo). En esa misma carta compartía a su amigo las dudas de remitir poesías a otras revistas, como Nuestro Tiempo, donde había posibilidades de que le aceptasen alguno de sus textos filosóficos, «y si mando los versos me expongo a quedarme sin lo uno ni lo otro y a adquirir mala fama». Quizá por ello, muchos de sus escritos toledanos fueron divulgados sin firma o amparándose en el seudónimo «Luis Lambert».

Dos meses después la espera continuaba. En una nueva carta, fechada a principios de diciembre de 1902, lamentaba que sus trabajos literarios, salvo en Toledo, no fuesen aceptados. «Deben tener razón –apuntaba- y eso es una prueba evidente de que no me llama Dios por ese camino. Pero como no me llama ahora, por ese tengo que seguir; por lo menos hasta que me llame o hasta que los desengaños me quiten el último resto de ilusión». A pesar del tono pesimista de la misiva, en la que decía también estar deseando abandonar Toledo, el 28 de noviembre de 1903 en el semanario Blanco y Negro se publicó su poema «Sacrificio», ilustrado con un dibujo de Eulogio Valera, de corte modernista. Dos años después, en la revista La República de las Letras insertó otro poema suyo: «La bruja».

Por entonces ya había publicado en la revista Juventud (31 de octubre de 1901), fundada por Baroja y Azorín, el cuento «A ciegas». Otros relatos suyos que permanecieron inéditos son «Pedro, el capitán» y «La Dañadora», este último ambientando en una bodega y viñedos ubicados en el paraje toledano de La Peraleda.

Examinado el conjunto de estos textos literarios, su calidad se desvela como mediocre frente a la solidez de sus escritos filosóficos, traducciones y artículos políticos. La pieza literaria más conocida de Julián Besteiro durante sus años toledanos fue el prólogo al libro El toledano Rojas de Joaquín Bravo Carbonell, que había sido uno de los trabajos premiados en los Juegos Florales convocados por el Ayuntamiento de Toledo en enero de 1906 para conmemorar el tercer centenario del dramaturgo Francisco Rojas Zorrilla. El texto de Besteiro es bastante sorprendente, pues en el mismo, apenas nueve páginas de texto bien suelto, se despachó a gusto contra la obra teatral de Rojas García del Castañar, con cuya representación se había inaugurado el Teatro toledano en 1878, diciendo que no le producía la más mínima emoción estética y le dejaba indiferente. También protestaba contra los fastos celebrados en la ciudad con motivo del centenario: «¿es que acaso –se preguntaba- no hay otro medio de honrar a los muertos ilustres que los discursos hueros, los versos mediocres, las flores de trapo y las percalinas?».

Julián Besteiro permaneció en Toledo hasta el año 1912, alternando su estancia con periodos de estudio en París y Alemania. En estos años coincidió en la capital castellana con la escritora Carmen de Burgos Seguí, Colombine, y con Dolores Cebrián, profesoras de la Escuela de Maestras. La segunda, pasado el tiempo, sería su esposa. Colombine recordó años después, en uno de sus textos, los paseos del trío por lugares tan evocadores como los cobertizos toledanos.

Tras abandonar Toledo, Besteiro se centró en su actividad docente en la Universidad Central de Madrid, así como en la militancia política en el PSOE, partido en el que ingresó al poco de abandonar la actual capital de Castilla-La Mancha. Salvo algunos artículos de contenido y tono más o menos literario, no se conoce que continuase cultivando la poesía, el cuento o la escritura teatral, por lo que las decenas de textos que escribió en Toledo son los únicos testimonios de su juvenil afición literaria.

¿Qué impulsó a Besteiro a utilizar el seudónimo de Luis Lambert? Una consulta al Diccionario Enciclopédico Espasa nos aporta datos biográficos sobre una treintena de personalidades, de las más variadas disciplinas, apellidadas Lambert. Entre ellas destaca un escritor francés, religioso de la Orden de los Predicadores, muerto en el siglo XIII, que pasa por ser autor de una obra sobre Lógica, inédita, de la que se conservan dos ejemplares en la Biblioteca Nacional de Francia. Otra opción, quizá más razonable, es que Besteiro quisiera rendir homenaje al escritor Balzac, cuya novela Luis Lambert está considerada como la más famosa de sus obras de corte filosófico, centrada, en este caso, en la metafísica.

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