Juan Antonio García y Mariano Guerrero presentan tres cuadros del pintor Cecilio Mariano Guerrero Malagón
Juan Antonio García y Mariano Guerrero presentan tres cuadros del pintor Cecilio Mariano Guerrero Malagón - ana pérez herrera

El Greco «rescata» a Guerrero Malagón y lo encumbra en su museo de Toledo

El público puede admirar tres de sus grandes obras 17 años después de su muerte

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Mariano Guerrero casi no podía creerlo. Tres enormes cuadros de su padre, el pintor Cecilio Mariano Guerrero Malagón, colgaban ayer de las paredes del Museo del Greco, a unos pasos del Apostolado y la «Vista de Toledo». El pintor maldito, el rechazado durante décadas por las administraciones asentadas en la ciudad, el incomprendido, el denominado por muchos de forma despectiva «el pastorcillo de Urda», ahora comparte edificio y cercanía con el genial cretense en el año estelar en que se conmemoran los 400 años de su muerte: otro que durante siglos fue olvidado por el «establisment» artístico.

Este pequeño «milagro» ha sido posible gracias al director del Museo del Greco, Juan Antonio García Castro, a su iniciativa personal, en el marco de la feliz idea de mostrar al público obras de artistas toledanos con notable influencia del cretense y bautizada con el nombre de «En la estela del Greco».

El primero fue el galveño José Morán, con sugerentes obras que evocan los cuadros más destacados del Greco. La iniciativa continuará el año que viene, tras finalizar, el 11 de enero de 2015, el periodo en que las tres obras del pintor de Urda estarán expuestas.

Quiso dejar claro García Castro que, pese a la influencia ejercida por el griego en muchos autores, Guerrero Malagón «tenía su propio mundo», un universo espiritual que muchas veces contrastaba con la crudeza de su pintura, de un expresionismo teóricamente imposible de congeniar con el alma de sus personajes, de sus criaturas espectrales. Este fenómeno se ve claramente en uno de los tres cuadros expuestos ayer, «La noche de los tiempos», que hasta hace unos días presidía el salón de su casa en el Pasaje de las Hazas. Se trata de un cuadro pintado en 1977, un lienzo de 235 por 120 centímetros que exhibe de forma grotesca a los grandes cardenales y arzobispos primados de la historia de la diócesis. Otro de los cuadros es «La muerte de santa Teresa», y es realmente espectacular. Se guarda en el estudio que el pintor tiene en el Corredorcillo de San Bartolomé, junto a las decenas y decenas de pinturas, apuntes, óleos y bosquejos que su hijo guarda amorosamente como si fuera el «guardián del tesoro», especialmente desde la muerte del artista en 1996.

La presencia en el Museo del Greco del cuadro que plasma el entierro de santa Teresa es también el homenaje que este importante centro cultural quiere rendir a Teresa de Jesús en el V Centenario de su nacimiento, como explicó su director. Este óleo de 190 por 90 centímetros está basado en las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre -«nuestra vida son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir...»-; ríos de monjas, ríos de almas se acercan al cadáver de la santa conformando un auténtico hormiguero, un homenaje del pintor a estas mujeres por las que sentía adoración, «siempre encerradas, sin hacer mal a nadie, custodiando el tesoro de los conventos e iglesias de Toledo», explicó a ABC Mariano Guerrero Corrales.

¿Un museo del pintor?

Aunque Cecilio Guerrero Malagón, gran admirador del cretense, se pasaba las horas en este museo copiando grecos para múltiples encargos, ya pintaba los mismos cielos inquietantes del Greco antes de saber siquiera de su existencia. ¿Para cuándo un museo del pintor en la ciudad?: La eterna pregunta. «Lo veo muy difícil», reitera el hijo, hastiado de tantas palabras y promesas. Pero quizá el Greco vuelva de nuevo al rescate. Que así sea.

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