Un riguroso protocolo marcado por la solemnidad

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Pasadas las once de la mañana, entre aromas de romero, tomillo y bajo el repique de campanas y las salvas, hace su salida la solemne procesión del Corpus Christi, en honor al Santísimo en un riguroso orden, en medio de la devoción de los miles de fieles y personas que visitan estos días Toledo.

El cortejo sale de la catedral por la Puerta Llana y discurre por Cardenal Cisneros, plaza Mayor, Martín Gamero, Cuatro Calles, Comercio, plaza de Zocodover, Sillería, Alfileritos, plaza de San Vicente, Alfonso X El Sabio, Alfonso XII, calle Rojas, plaza del Salvador, calle Trinidad, Arco de Palacio y plaza del Ayuntamiento para regresar al templo primado tras más de tres horas de desfile por el recinto amurallado.

El Corpus, declarado de Interés Turístico Internacional, tiene un orden que establece el Cabildo de la catedral. Papel principal lo representa el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, quien en la céntrica plaza de Zocodover se dirige a los fieles en una alocución en la que bendice a todos los asistentes.

En torno al núcleo principal, la Custodia, que acoge el Cuerpo del Santísimo, se ordena el cortejo que destaca por el colorido y la devoción religiosa. Siguiendo los toldos, avanza la procesión por las calles en las que horas antes esperan miles de personas, para contemplar al Santísimo en su única salida anual por las calles del recinto amurallado.

Uno de los actos más aclamados por el público es el desfile de la Academia de Infantería, que tras la procesión cierra la mañana del Día Grande de Toledo.

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