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«The Witcher 3: Wild Hunt»: denso, intenso y excepcional

El título de rol cumple en conjunto con una ambientación épica, marcada por la libertad de movimientos, aunque con una calidad gráfica algo desfasada

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Es posible que los títulos del llamado género RPG -videojuego de rol- tengan su público fiel, pero de nicho. Aquellos jugadores que esperan con verdadera ansia poner sus garras en uno de estos juegos en donde la fantasía y la mejora de las habilidades del personaje son algunas de sus principales señas. La llegada de «The Witcher 3: Wild Hunt» al mercado ha supuesto abrir de par en par las ventanas de la industria con un concepto de entretenimiento intenso, exigente y con una gran profundidad en su trama argumental.

El título de CD Project Red ha mantenido la esencia de toda la saga, pero ha ahondado en una mayor libertad de movimientos del personaje principal, el carismático brujo Geralt de Rivia que, erigido como profesional para resolver multitud de conflictos y problemas de la sociedad medieval en la que se mueve, es capaz de aventurarse en su propio periplo personal.

El hilo conductor se centra en Ciri, hija adoptiva del personaje y su persistente búsqueda.

Hablamos de exploración del entorno, muy necesario para recoger objetos que, posteriormente, nos servirán para crear nuevas habilidades y mejoras. Dada la filosofía del juego, es importante (o recomendable) realizar misiones secundarias para ganar puntos de mejora y experiencia de cara a enfrentarse a los contratos de eliminación de monstruos, cuya dificultad va in crescendo conforme avanzamos en la historia. Nos encontramos, por tanto, ante conflictos sociales de diversos tipos a los que hay que resolver a golpe de espada u otras armas. Pequeños pero gratos momentos son los juegos de cartas con los que desafiamos a los lugareños y que resulta muy adictivo, al igual que el tiempo gastado en subir a lomos de su fiel corcel, Sardinilla, que le envuelve al jugador a una situación soñada.

Una de las primeras misiones de calado nos sueltan en un entorno en el que, tras recabar diversas pistas, debemos acabar con un grifo, una especie de águila gigante que, para acabar con él, hay que hacer uso no solo de la espada sino de las llamadas señales (Aard, Igni…), que se dividen en varias categorías y permiten, por ejemplo, realizar paralizaciones telequinéticas o soltar fuego. Su sistema de combate, directo pero denso si se le saca provecho, es intuitivo y ofrece la garantía de un gran divertimento. Podemos bucear, golpear en dos niveles de fuerza o esquivar, pero en ocasiones esto último resulta algo inconsistente.

Una de las grandes innovaciones de esta tercera entrega es la gran posibilidad de exploración y libertad de movimientos, procurando un sentido no lineal de la trama que favorece al entretenimiento. Es un juego al que dedicarle horas, no solo para mejorar las habilidades del personaje, sino también para cumplir con la gran cantidad de misiones alternativas que reúne en su conjunto.

En conjunto, el resultado es óptimo, bien equilibrado, de escala épica y tremendamente gratificante, aunque uno de sus puntos débiles recae sobre la calidad gráfica, por debajo de lo esperado y lo encontrado en otros títulos recientes que han desembarco a la nueva generación de consolas de sobremesa (Xbox One y PlayStation 4). Aquí se privilegia la adictiva jugabilidad en detrimento de los gráficos, aunque los entornos y la iluminación está muy conseguida.

Además, el clima juega un papel importante. Cambia, hay modificaciones que incluso afecta a la aparición de un mayor número de criaturas, cuyos comportamientos se adecuan en función de las horas. Pero la vegetación, los árboles y demás elementos se mueven de una manera brillante. El Reino del Norte tiene una gran belleza y, a su vez, luce un aire de maldad y terror, como los vecinos de los pueblos y soldados que nos encontramos colgados y yaciendo sin vida. Otro aspecto extraño es la caída de frames que se produce de vez en cuando, aunque la compañía desarrolladora ya ha asegurado que trabaja en un parche de actualización para corregirlo. Los tiempos de carga son también engorrosos.

Además, en «The Witcher 3: Wild Hunt» las decisiones del personaje no son ajenas a la historia. Afectan al desarrollo, que en muchas ocasiones podemos ser precavidos, sacar nuestro lado más terrible o mostrar vehemencia. Destaca que el juego no está doblado al español, aunque sí está subtitulado, lo que puede hacer que los jugadores que no dominen el idioma puedan llegar a perder el hilo en algunas ocasiones.

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