TRIBUNA DE OPINIÓN

El alma de Terra

«Terra no la creó un Mark Zuckerberg que por entonces estrenaba los 15 años y aún no conectaba nada. Terra la crearon cientos de personas. No hay un fundador. Fuimos decenas de fundadores iniciales», recuerda el autor, que formó parte del equipo fundador de la compañía

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Aristóteles, que no leía la Wikipedia, ni sabía lo que era Google decía que para que algo tuviera una identidad única tenía que estar dotado de alma y de cuerpo, es decir, de forma y materia. Una unión natural, perfecta y única. No sabía nada el griego.

Corría el verano de 1998 y un grupo de chavales que habíamos estrenado los «tuenti años» convivíamos con otros que superaban los treinta y tantos y llevaban camisas de manga corta a rayas con bolsillo para meter el boli bic cristal. Eran los pasillos de la sede de una empresa llamada Telefónica Servicios y Contenidos por la Red.

Los primeros veníamos a crear productos, servicios y contenidos digitales. Nos habíamos caído de la cama de la universidad la noche anterior.

Los segundos eran ingenieros de la teleco que daba acceso a Internet con la marca TeleLine. El polo norte y el polo sur cruzándose miradas de desconfianza. Vigilando a estos dos batallones estaban los jefes que venían de Gran Vía 28 (entonces estaba allí la sede central de Telefónica).

Un año después, en 1999, nació Terra, la compañía internet para los mercados hispano luso parlantes. La compañía de los récords. La compañía que copó más titulares en los medios de comunicación en los años de inicio de la popularización de Internet.

Terra no la creó un Mark Zuckerberg que por entonces estrenaba los 15 años y aún no conectaba nada. Terra la crearon cientos de personas. No hay un fundador. Fuimos decenas de fundadores iniciales. Éramos muy diferentes en casi todo, pero logramos realizar equipos inclusivos con el lema: haz, analiza, aprende, vuelve a hacer. Los ingenieros enseñaban a definir funcionalidades de productos a los periodistas. Los periodistas aprendían con diseñadores a su lado a crear contenidos multimedia que eran por entonces ensaladas nunca antes vistas. Y los comerciales aprendían a integrar marcas en contenidos aportando valor.

Quizás por eso Terra hizo muchas cosas «por primera vez». La primera vez que se retransmitió un partido de fútbol en vídeo por Internet; que puso más de medio millón de canciones disponibles en streaming; que tuvo cientos de películas online; que cubrió Juegos Olímpicos y Mundiales de fútbol con cámaras on demand por los usuarios…

El alma de Terra fue su gente. Un capital humano único e irrepetible que coincidió en el tiempo en una docena de países del mundo y que supo ser inclusivo, es decir, que supo mezclarse bien. Lo que se llama hoy, gestión del talento. Hay decenas de ex empleados de Terra que dirigen grandes compañías de internet, algunas incluso propias. Como se decía estos días en LinkedIn, la gran escuela de trabajadores de internet en España salió del ecosistema Terra.

Aunque Terra ya hace años que no es nada de lo que fue cuando se fundó, esta semana ha vuelto a ser noticia porque se le ha puesto la puntilla y desaparecerá de internet. Desparecerá en su materia, pero no en su forma. Porque como decía el griego, en la forma está el alma y esta sigue representada en todos los que la hicieron: trabajadores, proveedores, clientes…

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