El Papa Francisco pide «trabajo digno» para construir la paz

Dice que «la política debe promover activamente un justo equilibrio entre libertad económica y justicia social»

El Papa Francisco, en una imagen de archivo REUTERS

Javier Martínez-Brocal

Francisco ha lanzado un duro diagnóstico de la situación mundial, pues, explica, «a pesar de los esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre naciones , se amplifica el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos, mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario».

Se asoma a este panorama para abrir su tradicional Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que desde hace 55 años los pontífices celebran cada uno de enero. Un texto en el que el Papa propone una original hoja de ruta para «construir una paz duradera».

El Papa reconoce que la paz, además de ser un un «don de Dios» , es «fruto de un compromiso compartido» tanto entre Estados o instituciones como entre personas particulares, y pide la implicación de todos en este proceso.

Su estrategia consta de tres caminos: «Primero, el diálogo entre generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos; segundo, la educación como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo; y tercero, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana». «Sin estos tres elementos todo proyecto de paz es insustancial», asegura.

Construir y mantener la paz

Francisco dice que «asegurar el trabajo» es imprescindible para construir y mantener la paz . Le preocupa que la pandemia ha creado una situación que es caldo de cultivo de desequilibrios y desórdenes sociales.

«Millones de actividades económicas y productivas han quebrado; los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables ; muchos de aquellos que desarrollan servicios esenciales permanecen aún más ocultos a la conciencia pública y política; las clases a distancia han provocado en muchos casos una regresión en el aprendizaje y en los programas educativos. Asimismo, los jóvenes que se asoman al mercado profesional y los adultos que han caído en la desocupación afrontan actualmente perspectivas dramáticas», destaca.

También lamenta que «sólo un tercio de la población mundial en edad laboral goza de un sistema de seguridad social, o puede beneficiarse de él sólo de manera restringida» y denuncia la angustia de miles de personas que dependen de la «economía informal», como trabajadores temporales, jornaleros o cartoneros. «A muchos de ellos las leyes nacionales no los reconocen, es como si no existieran. Tanto ellos como sus familias viven en condiciones muy precarias, expuestos a diversas formas de esclavitud y privados de un sistema de asistencia social que los proteja».

«La respuesta a esta situación sólo puede venir a través de una mayor oferta de las oportunidades de trabajo digno», en la que «el beneficio no sea el único principio rector». En línea con la doctrina social de la Iglesia dice que «la política está llamada a desempeñar un rol activo , promoviendo un justo equilibrio entre la libertad económica y la justicia social».

Para conseguirlo, apela a los empresarios e instituciones. Les pide que unan «ideas y esfuerzos para crear las condiciones e inventar soluciones, de forma que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad».

«Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas , orientadas al bien común y al cuidado de la creación. Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada», propone.

«Hay que estimular, acoger y sostener las iniciativas que instan a las empresas al respeto de los derechos humanos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores, sensibilizando en ese sentido no sólo a las instituciones, sino también a los consumidores, a la sociedad civil y a las realidades empresariales», asegura.

El Papa no se refiere a ninguna nación específica , pero aporta estos principios como respuesta a las situaciones de las que le informan desde sus casi 190 nunciaturas y representaciones diplomáticas.

Educación

Por otra parte, en el largo mensaje, denuncia que el presupuesto que los gobiernos destinan a la instrucción y la educación, «ha disminuido significativamente a nivel mundial en los últimos años», mientras «los gastos militares han aumentado, superando el nivel registrado al final de la guerra fría, y parecen destinados a crecer de modo exorbitante».

El Papa dice que es un error considerar los recursos educativos «un gasto en vez de una inversión» , pues «son los principales vectores de un desarrollo humano integral: hacen a la persona más libre y responsable, y son indispensables para la defensa y la promoción de la paz. En otras palabras, la instrucción y la educación son las bases de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso».

En cuanto al diálogo entre generaciones, escribe que «mientras el desarrollo tecnológico y económico han dividido a menudo a las generaciones, las crisis contemporáneas revelan la urgencia de que se alíen». Francisco insiste en que «los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores; por el otro, los mayores necesitan el apoyo, el afecto, la creatividad y el dinamismo de los jóvenes».

El texto tendrá una vigencia de un año, y Francisco lo suele entregar en mano con su firma original a cada jefe de Estado o de gobierno que lo visita.

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