La Palma reza para que la ceniza no se lleve lo que no arrasó la lava

Tras la erupción del volcán de San Juan la lluvia y la ceniza provocaron inundaciones graves que destruyeron 134 viviendas, puentes, cultivos y carreteras

Miembros de la UME y del Ayuntamiento de El Paso trabajan este martes de forma conjunta en la retirada de ceniza EFE

Laura Bautista

La Palma mira al cielo con temor, y es que el precedente histórico del volcán de San Juan y las inundaciones posteriores por las lluvias y la ceniza está muy presente ahora. En 1950, tras la erupción del volcán de San Juan y en unas circunstancias similares a las que vive a día de hoy la Isla Bonita, la unión de lluvia y ceniza arrasó 134 construcciones, terrenos, negocios, puentes y varios kilómetros de carreteras.

En la zona oeste de la isla, donde las lluvias suelen ser una bendición, ahora llegan marcadas por la incertidumbre . En sus calles se acumulan montañas de cenizas del volcán Cumbre Vieja, y en la zona de exclusión, estas acumulaciones ya han sepultado casas enteras .

En el Archivo Histórico del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane un documento detalla la tragedia. Datado en el año 1950 recopila las declaraciones presentadas por los damnificados de las aguas pluviales como consecuencia de la erupción volcánica, y escrito a mano detalla «arrasadas por las lluvias». En esta recopilación hay 134 expedientes de propiedades, terrenos y edificaciones que fueron anegadas por aluviones de material volcánico, ceniza y lluvia convertida en grandes muros de lodo que acabaron con todo en su avance hacia Las Manchas, Jedey y Puerto Naos. La cronista oficial de Los Llanos de Aridane, María Victoria Hernández, recuerda estas inundaciones de 1960 a la vez que el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) advierte de la llegada de una vaguada atlántica a Canarias, que llevará lluvias a La Palma.

No es el único documento de la época que habla de este segundo golpe del volcán de San Juan. Manuel Martel San Gil, natural de Villa de Mazo, escribió sobre este fenómeno y sobre otros detalles de ‘El volcán de San Juan, también llamado de Las Manchas y del Nambroque’, donde relata que la llegada de las lluvias fue una preocupación «desde el primer momento». A partir del 28 de noviembre de 1949, con una caída de la temperatura y las primeras lluvias del oeste la pendiente de la isla «arrastró con sus aguas cantidades importantes de ceniza y materiales mayores» a zonas más bajas «anegando todo lo que lo que ocupaba su recorrido».

La carretera del sur quedó interrumpida desde su kilómetro 35 al 42 y el tráfico «se hizo imposible», narra. Con las siguientes lluvias, los primeros días de diciembre, «grandes cantidades de barros y piedras descendieron con una masa que alcanzó los seis metros de altura». Esta gran pared de barro destruyó puentes, se llevó materiales de trabajo de quienes operaban en la zona, amenazó su seguridad y se llevó la vida de «una cantidad apreciable de cabezas de ganado». Los muros que bordeaban la carretera sobre el barranco de los Hombres «quedaron destruidos en su totalidad» y sobre un amplio trazado de la vía «dos metros de escombros borraron su trazado».

La limpieza de ceniza en La Palma es una batalla diaria, que realiza un equipo que ha duplicado su número y sus fuerzas en las últimas semanas. La calidad del aire al sur de la zona de colada es el principal rival de esta tarea, ya que esta imperiosa necesidad que tiene la isla en su carrera contra la lluvia va detrás de la seguridad y la salud de los vecinos. Tras varias horas de espera, los residentes en Las Manchas y los operarios han tenido que volver sin haber accedido a la zona para recoger enseres y limpiar cenizas por la concentración de gases. El Pevolca pide paciencia y prudencia.

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