Ana María no quiere ser la víctima número 1.150: «Si tengo que pasar por encima de él con el coche lo haré»

La salida inminente de su agresor de la prisión cántabra del Dueso la desvela desde hace semanas. El reo ha cumplido su pena y sale con una medida protectora, una pulsera para mantenerlo alejado de su hija, pero no de ella, su exmujer maltratada. «Tengo miedo. Tendré que darme la vuelta a cada momento para mirar a la espalda»

Igualdad no facilita el contrato de los talleres de 'sexoafecto' para niños ni aclara qué se hará en ellos

Ana María lee su propia carta contra el destino, en Laredo el pasado domingo 12 de junio FOTOS: GAIA
Érika Montañés

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ana María Gutiérrez ve venir la muerte y se rebela con todas sus fuerzas. Como alguien que coge la goma de borrar ante un destino escrito. ¿Sus mejores armas? Cuenta con un carácter obstinado, su fuerte personalidad, sus hijos y su pueblo, Laredo. Este municipio cántabro se ha concentrado por tres veces en los alrededores de la Casa de la Cultura Doctor Velasco para gritarle al mundo que no quiere enterrar a una vecina más por el hachazo furibundo de la violencia de género. «Ni una menos» -cuelgan un cartel en la Casa de la Cultura- y van 1.149 desde 2003, 19 solo este año 2022 , alegan desde el espacio feminista Gaia , la organización movilizadora de las protestas que logró reunir el pasado domingo a un centenar de personas. Desde Gaia, sus integrantes arropan a Gutiérrez ante su presente inminente: su agresor sale en pocas horas de la cárcel. Será el próximo sábado, ha cumplido ya su condena: 5 años y 11 meses en el penal de El Dueso, en Santoña, sentenciado por un delito de maltrato continuado y abuso sexual sobre su hija.

Ante esa alarma que ya suena en su reloj, Gutiérrez anda muy nerviosa. El día que atiende a ABC hay huelga en su empresa de metal y se mueve inquieta con el coche de un lugar a otro. Lleva días sin dormir, semanas aferrada a fármacos para conciliar el sueño y revive cómo su marido, ahora exmarido, la anuló por completo durante veinte años.

El alcohol regaba el maltrato

En su caso, hubo un cuchillo amenazante colocado en su garganta en uno de sus muchos ramalazos de ira, abducidos por el alcohol, pero «el machaque psicológico era demencial», acepta abrumada. «Te hacía sentir que no valías para nada». Ana María clama que no quiere ser «una bandera a media asta, ni una esquela en el periódico» o un comentario lacrimoso en la esquina de su localidad. No quiere ser la número 1.150 en una fría, larguísima y pesada estadística negra que no recoge que sus tres hijos se quedarían totalmente huérfanos.

Porque al exmarido de Ana María, al preso que ya ha cumplido su pena, la sentencia más abultada se la procuró su comportamiento hacia la única mujer en su descendencia. Ante su inminente salida de prisión, él alega que Ana María «es suya», lo repite como un martillo pilón, y hay informes técnicos desfavorables de El Dueso donde los psicólogos trazan una personalidad muy peligrosa y se alerta de que no se ha producido un proceso de reinserción , por lo que el maltratador tiene grandes posibilidades de reincidencia. Sale sin medidas protectoras, hacia ella.

«A mí me tiene a tiro»

«Quiero ser libre, vivir y si es posible estando segura, mejor». Gutiérrez no culpa a la Justicia, aunque reconoce que las «leyes están muy atrasadas», ni carga tampoco contra la Policía, que hace más por ella estos días de lo estrictamente necesario, resume. «Conmigo se han portado bien, las instituciones, el pueblo, todos, ese no es el problema, pero temo por mi vida. Él bebía mucho antes de entrar y lo veía y lo sigo viendo muy capaz de acabar conmigo . Temo también por mis hijos, afortunadamente mi hija ya no vive en Laredo, está lejos también por este motivo y supongo que no la encontrará con facilidad, pero a mí me tiene a tiro».

Pese a estar divorciados, en la mente de Ana María repiquetea el «ante los ojos de Dios seguimos casados» al que él se aferraba para amedrentarla, un lastre de posesión del que las rejas no le han liberado. A Ana tampoco . «Creo que él tiene un trastorno real, porque no es normal lo que hace. Yo estuve demasiados años ciega, sorda, hasta que no puse la denuncia no vi claras las cosas, me tenía completamente anulada». Se revuelve esta mujer de armas tomar, no es «la misma de entonces»: «Al saber que iba a salir de la cárcel, la primera medida que pensé es sacarme una licencia de armas, no me ha dado tiempo, pero si hay que salir con el coche y pasarle por encima, lo haré. Mis hijos tienen miedo, mi hija está deshecha por la excarcelación de su padre , es volver a toda su experiencia traumática». Agradece que sí se haya tomado una medida tras la petición reiterada a la Justicia: él caminará con un dispositivo de control telemático que lo geolocalizará y lo mantendrá apartado de su hija. Pero la orden de alejamiento es solo sobre ella, no sobre su exmujer. «Algo que no entiendo, mi orden de alejamiento venció en 2019 porque él se encuentra en la cárcel , pero ahora que sale, no está vigente…». Se entrecorta.

A Ana María no le tiembla el pulso, aunque seguirá tomando esta noche pastillas para dormir. «Si tengo que vivir dándome la vuelta y temiendo quién viene a la espalda, lo haré , pero no es forma de vivir», llora esta mujer que caminará por las calles de Laredo en pocas horas con su monstruo cerca.

¿Qué le dicen sus conocidos? «Que vaya 'par de cojones' tengo –bromea-, porque alguna amiga pasó también por el calvario de la violencia machista y me dice que es mucho mejor ser pública ahora que después». Ana se niega a abrir el Telediario . Los medios de comunicación rememoran la apertura del juicio, la condena y aquella terapia con sus hijos para repetirles que no eran los culpables, sino las víctimas. «A partir de ahí, yo ya no me he escondido. Ahora estoy luchando con uñas y dientes por los años que estuve con él, y me arrebató la vida, y porque también tengo miedo por mi nueva pareja, con la que llevo cuatro años. He vuelto a vivir con él y ahora tengo miedo».

«Que no agachen la cabeza. Culpable es quien te hace eso»

Hay que cambiar las leyes, se repite. «Soy un caso excepcional, me dicen, y la primera mujer cuyo agresor sale después de cumplir condena y al que le van a poner una pulsera, pero tendría que alejarse de mí también, como víctima lo veo imprescindible , necesario». El problema es el de siempre: el dinero y la falta de recursos, sabe bien esta cántabra, que deja un mensaje de fe a todas las mujeres laceradas por el asedio machista: «Él sale, no tiene familia ni otro divertimento que arremeter contra mí. Tengo miedo por mi vida, es verdad, pero hay que tirar hacia adelante con todo. A todas las mujeres que comparten mis temores les diría que no agachen la cabeza» . Porque son ellos, opina, los hombres que nunca supieron querer de otra manera que con la imposición y el dominio, los que deberían engrosar la lista de la vergüenza.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación