En las entrañas de un volcán vivo que se derrumba por dentro

ABC accede a uno de los cráteres de La Palma donde los científicos vigilan y miden temperaturas y gases que pueda ayudar a mejorar el control ante una nueva emergencia

El magma ha dado paso a una montaña viva ‘teñida’ de colores donde la naturaleza se abre paso

Los cráteres del volcán de Cumbre Vieja ya no son completamente negros. Se tiñen de coloeres (amarillo, verde, blanco...) por la acción del azufre y otros gases que, incapaces de subir por la ausencia de un penacho que los empuje, se depositan en la superficie FOTO: IGNACIO GIL

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El volcán de La Palma está en silencio. Su estremecedor rugido, que desvelaba a los vecinos, atormentados por un sonido que jamás en sus vidas habían escuchado (con excepción de los más veteranos), ha dado paso a una tensa calma . Tampoco hay temblores: los muebles no se mueven, ya no se sienten esas efímeras pero potentes vibraciones que daban una angustiosa sensación de falta de control sobre el propio cuerpo.

Pero el volcán sigue ‘vivo . Finalizada la erupción , declarado el fin de la actividad eruptiva por los científicos un 25 de diciembre, hace ya casi dos meses, este ‘monstruo’ de una belleza abrumadora sigue vigilado . Sigue a temperaturas incandescentes, sigue derrumbándose por dentro, sigue emanando gran cantidad de gases ...

Gases que ya no cuentan con la fuerza del conocido como penacho, esa llama feroz e imparable que los expulsaba hacia arriba y que ahora, por su ausencia, deja a los gases sin fuerza para subir quedándoles como única alternativa posarse sobre la superficie del volcán . Así, la tiñen de un amarillo medio verdoso (azufre) o blanco (sales carbonatadas).

Los gases dispersados sobre la ladera de esta nueva montaña forma líquenes perfectos que se mezclan con rocas rojizas, fruto de la oxidación. Caminar por allí, en medio de una humareda que aparece y desaparece en función de los caprichos del viento genera una sensación única: la de estar caminando dentro de un volcán . La de pisar un terreno desconocido, con la adrenalina de estar descubriendo Marte mientras cada centímetro andado se convierte en una hazaña por los impedimentos de un terreno tremendamente irregular. Primero, empinado y con una ceniza engullidora; después, quebradizo, con piedras de todos los colores, tamaños y formas , junto a 'bandadas' de gases y la ansiedad de no saber qué vendrá después. Y lo siguiente no es nada menos que un agujero enorme que quita la respiración ya dificultada por la máscara, y que tuvo en vilo al mundo entero durante 85 días y 8 horas tras arrasar 1.219 hectáreas .

La primera duda que asalta, al verlo humeante y con tantos científicos posados ya encima de él con todo el material que no pudieron colocar durante la erupción, es si este volcán podría volver a dar un susto. «Este es un volcán monogenético, nunca más va a tener una erupción, en la vida. Como su nombre lo indica, se trata de una génesis única», explica María José Blanco , directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN), que recibe a ABC en el cruce de la pista de Cabeza de Vaca hacia Tacande, a 1 kilómetro del volcán.

Esto lo diferencia de otros volcanes conocidos como el Teide, «que es un volcán poligenético, es decir, que produce una erupción tras otra como ocurre también con el Vesubio o el Etna, que tienen una cámara magmática ya construida».

Cráter del volcán de Cumbre Vieja IGNACIO GIL

Volcanes encadenados

Que este volcán , que se quedó dormido para siempre sin ser bautizado, no vaya a entrar más en erupción no significa que no pueda tener uno al lado que pueda ‘explotar’ en algún momento. « No hay nada en la isla que no sea un volcán , incluso las conocidas montaña de la Laguna o montaña Rajada... Aquí no hay nada que no sea un volcán y, además, están uno al lado del otro», cuenta Blanco. De hecho, si se ve la isla desde arriba con una imagen de satélite se reconoce una «alineación preferencial para acumular las erupciones, que es la llamada dorsal de Cumbre Vieja. Una dorsal es como una sierra, pero en lugar de encadenamiento de montañas, hay un encadenamiento de volcanes». Entonces, ¿por qué el volcán sigue continuamente vigilado? Blanco responde tajante: «Por pura ciencia» .

«Los datos que se toman ahora no se pueden tomar en ningún otro momento, es decir, el gas de hoy puede ser diferente al de pasado mañana, también hay derrumbes entro del cráter que van modificando su configuración casi diariamente. Así que hay que aprovechar este momento para tomar todas las muestras y caracterizaciones que se puedan del sistema volcánico en el estado en que está». De esta forma, mejorará el conocimiento de cómo ha sido este volcán y, entre otras cosas, « mejorará el asesoramiento que podamos hacer a la próxima emergencia volcánica ». En conclusión, apunta la científica, «todos los estudios que se hacen en una erupción dan un salto de calidad en el conocimiento», de forma que este volcán puede aportar información que jamás se haya conocido de los volcanes.

Trabajos en el cráter

Lo que hacen los científicos ahora ha cambiado. Pero no del todo. En esta fase poseruptiva se hacen trabajos comunes a las fases preeruptiva y eruptiva: como mantener el sistema de vigilancia permanente a través de las estaciones sísmicas, que controlan la forma que toma la superficie de la tierra y las estaciones de geoquímica, en agua y en suelo , para medir los gases que emite el suelo y las propiedades físico-químicas que tiene el agua del acuífero que está afectado por el sistema volcánico, explica Blanco.

La zona de Cumbre Vieja, donde está el volcán, está plagada de estas estaciones que en realidad no son más que pequeños paneles solares en un suelo lleno de ceniza que cuentan con un sistema de comunicación , «una especie de tarjeta SIM como la de los teléfonos que envían datos, por ejemplo, de movimientos sísmicos que se envían a un centro en el que se reciben en tiempo real. También se usa una constelación de satélites, que son los GPS para ver la deformación del suelo».

Pero ahora que no hay penacho, los científicos, sobre todo geólogos y químicos, hacen más cosas: caminan como hormiguitas (así se los ve desde abajo) en el cráter y toman muestras del gas de las fumarolas, hacen caracterización de las temperaturas en profundidad para ver cómo va disminuyendo la temperatura, además de contar con estaciones multigás que permiten hacer una caracterización de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), etc…

Solo una semana para explotar

Este volcán, que además de vigilado, se convirtió en un ‘fenómeno televisivo’ no tiene, a juicio de Blanco, nada de especial respecto a otros volcanes de las Islas aunque hay algunos ‘peros’. Primero duró mucho, le robó un día y 8 horas al de Tajuya del año 1545. Otra característica es que este volcán tuvo una actividad preeruptiva muy corta, es decir, tardó muy poco en ‘explotar’: solo una semana . La erupción empezó el 19 de septiembre del año pasado pero una semana antes, entre el 11 y el 12, «empezamos a detectar, aparte de una deformación en el terreno, una actividad sísmica a una profundidad bastante menor que la que veníamos detectando desde 2017, cuando el volcán de Cumbre Vieja dio susprimeras señales.

En el caso del Tagoro (volcán submarino de El Hierro), en cambio, la preerupción empezó un 19 de julio y la erupción un 10 de octubre, es decir tres meses frente a una semana». ¿El motivo? La fuerza del volcán de Cumbre Vieja. « Tenía mucha energía porque cambiaba con mucha rapidez su comportamiento . Eso se pudo ver claramente porque cuando la erupción comenzó en superficie cambiaba continuamente su actividad: se abría un centro y luego otro, era más explosivo, con una columna más alta y muchas coladas…», narra Blanco.

¿Se acerca una erupción?

Lo que no parece inquietar a los científicos y, por extensión, tampoco debería preocupar a los ciudadanos es una erupción, al menos en el corto plazo .

«Es imposible saber cuándo, pronto no será, pero las va a haber. Hemos tenido erupciones en el pasado, acabamos de tener una y las seguirá habiendo en el futuro. Pero, de momento, no hay indicadores, estamos en un nivel esperable de actividad eruptiva», dice Blanco que agrega que lo mismo se espera en el resto de las volcánicas Islas Canarias.

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