Las diócesis pequeñas o rurales se juegan la mitad de sus ingresos con la asignación tributaria

La casilla de la Iglesia en la declaración de la Renta puede significar el 50% de sus fondos para Guadix, Ibiza, Sigüenza-Guadalajara, Tarazona o Teruel

ABC

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Pequeñas, muy rurales, con la población muy dispersa o sin gran patrimonio cultural. Así se podrían definir las diócesis españolas que más dependen de la casilla de la Iglesia en la declaración de la Renta. En algunos casos, los fondos que reciben a través de la asignación tributaria puede llegar a suponer hasta el 50 por ciento de todos sus ingresos. Es la situación de Guadix, Ibiza, Tarazona, Sigüenza-Guadalajara, Getafe o Teruel.

Pese a la escasez de recursos, la presencia de la Iglesia en la España vaciada es muy significativa. «Hay pueblos donde solo queda el cura porque hasta el médico vive fuera», comenta Juan Sáez, ecónomo de Guadix. Su diócesis, ubicada al sur de la provincia de Granada, cuenta con una población mayor y muy dispersa.

La asignación tributaria representa nada menos que el 60 por ciento de los recursos de esta diócesis. «Llevamos tiempo trabajando en el tema de la autofinanciación pero lo cierto es que ni las grandes lo han conseguido», apunta Sáez. La mayoría de los casi dos millones de euros que recibieron en 2020 por la casilla de la Iglesia lo destinaron a sostener a las parroquias y los sacerdotes.

«Los fondos de la asignación tributaria se reparten a las diócesis en función de su menor tamaño o capacidad potencial de obtener recursos por sí solas», explica la directora de Transparencia de la CEE, Ester Martín

«No es fácil mantener el patrimonio de iglesias pequeñas y rurales porque los gastos en obras sencillas de reparaciones suelen ser considerables» , apunta Sáez. Sin embargo, la presencia de la Iglesia es fundamental para las personas mayores que viven en estos entornos alejados de los centros urbanos. «Atender y acompañar a los ancianos que están aislados es uno de los papeles más importantes que realizan los sacerdotes porque ayuda a la cohesión social», señala Sáez.

A pocos kilómetros de Madrid otra diócesis pequeña y rural también depende en gran medida de los contribuyentes que marcan la casilla de la Iglesia. Es Sigüenza- Guadalajara. En su caso supone cerca del 60 por ciento de sus ingresos. De las 470 parroquias con las que cuenta, el 70 por ciento son rurales. De media cada sacerdote de la diócesis atiende 12 parroquias y realiza unos 80 kilómetros diarios para ver a los fieles, la mayoría también son mayores. «La actividad pastoral requiere muchos desplazamientos en esta diócesis», comenta su ecónomo Miguel Ángel Calvo Blázquez.

Como todas las diócesis españolas, Sigüenza Guadalajara también tuvo que aumentar el presupuesto de Cáritas el año pasado debido a la irrupción del SARS CoV-2. «Se incrementó en un 20 por ciento porque la demanda de ayuda creció más del doble. Pasamos de 1.500 personas atendidas a más de 3.000 con la pandemia», señala.

Comedor de emergencia

Más urbana pero no por eso con más recursos, la diócesis de Getafe tuvo que hacer el año pasado encaje de bolillos para poder adaptar su presupuesto a las necesidades sociales sobrevenidas por la pandemia. «Nosotros somos de las diócesis pobres porque no tenemos un patrimonio cultural importante que nos permita contar con otro tipo de ingresos. Por eso dependemos mucho de la asignación tributaria», explica a Maribel del Real, ecónoma de la diócesis de Getafe. Gracias a los 8,5 millones de contribuyentes que asignaron a favor de la Iglesia la campaña de la Renta de la pasada primavera, esta diócesis pudo contar con 1,9 millones de euros, casi el 40 por ciento de sus ingresos.

En plena crisis sanitaria y económica, esta diócesis populosa al sur de Madrid destinó cuatro de cada diez euros que ingresó a actividades pastorales y asistenciales. «Muchas parroquias que no tenían Cáritas tuvieron que abrir porque había muchas familias con dificultades en los barrios, incluso también se puso en marcha un comedor de emergencia que estuvo abierto durante la primera ola. Hemos hecho un esfuerzo muy grande para poder atender a la gente», comenta Del Real. Para hacer frente a este imprevisto, la diócesis tuvo que contener el gasto en otras partidas para poder destinar más recursos a las familias en situación de vulnerabilidad.

Pese a que ahora la pandemia va remitiendo, Del Real asegura que los efectos de la crisis económica tardarán en desaparecer. «Este año los fondos por IRPF han subido pero el próximo año los ingresos de la población habrán disminuido por los ERTE y el aumento del paro por lo que serán necesarias más x en la casilla de la Iglesia para poder seguir ayudando», comenta.

Uno de los retos de esta diócesis, además de atender a la población empobrecida es la construcción de nuevos templos. En 2020, tres de cada diez euros ingresados se destinaron a la conservación y construcción de parroquias. «Somos una diócesis con mucha población joven y con muchos barrios nuevos que no cuentan aún con templos. Tenemos pendientes la construcción de al menos diez», comenta Maribel.

Los fondos que recibe la Conferencia Episcopal Española (CEE) anualmente de la asignación tributaria se reparten a las diócesis en función de «su menor tamaño o capacidad potencial de obtener recursos por sí solas», explica a ABC la directora de Transparencia de la CEE, Ester Martín. «Si no existiera esta cooperación en la Iglesia algunas de las diócesis más pequeñas no podrían llegar siquiera a atender sus necesidades básicas, ya que la asignación tributaria supone para la mitad de las diócesis españolas un 30 por ciento de sus recursos disponibles», asegura.

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