La alargada sombra del negacionismo: la historia interminable de la lucha contra la razón y la ciencia

El Covid-19 es su última batalla, pero aún hay quien niega el ébola, el sida o el heliocentrismo

Manifestación el pasado 16 de agosto de unos 2.500 negacionistas EP / Vídeo: Argumentos científicos contra los negacionistas del cambio climático
Israel Viana

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«La pandemia es una farsa», «bote, bote, aquí no hay rebrote», «falsos test, falsos positivos», «no hay justificación científica que avale el protocolo», «son todo invenciones». Estas fueron algunas de las consignas que se pudieron escuchar el 16 de agosto en la madrileña plaza de Colón , durante la concentración contra las medidas antiCovid. Miles de negacionistas sin mascarilla y sin guardar la distancia de seguridad en pleno repunte de contagiados, a pesar de que la Organización Médica Colegial (OMC) había comunicado al Gobierno que el acto era «un atentado contra la salud pública».

«La pandemia no existe. ¿Por qué están los hospitales vacíos si no?», insistía otro asistente, mientras una portavoz del colectivo StopConfinamiento explicaba las razones : «Reclamamos los derechos humanos y las libertades que el Gobierno nos está quitando con la excusa de un supuesto virus que ya no produce fallecidos». Esta misma semana, sin embargo, los médicos advertían que las UCI de Madrid estaban «casi al cien por cien de su capacidad» y España registraba 241 muertos en 24 horas, una cifra que remitía al estado de alarma.

«Puedes opinar que el Gobierno podría haberlo hecho mucho mejor, claro, pero no puedes negar los hechos, es de tontos . Nadie puede decir que la epidemia no está provocada por un virus ni que éste no mata, porque es una evidencia. La prueba es que hay muchos muertos en todo el mundo, son datos. Tampoco se puede negar que la única forma de luchar contra el virus sin vacuna es evitar el contagio masivo con el confinamiento y las mascarillas, de la misma forma que no puedes decir que los aviones no vuelan . No sé contra cuál de estas evidencias pueden estar en contra los de Colón», defiende el conocido divulgador científico Manuel Toharia .

Los negacionistas, sin embargo, no nacieron con el Covid-19. Han estado ahí desde hace siglos, mucho antes de las polémicas declaraciones de Miguel Bosé criticando todas y cada una de las certezas médicas y científicas con respecto a la actual pandemia. En la antigüedad ya nos los encontramos negando la igualdad de todas las razas de la especie humana y, en la Edad Media, la teoría heliocéntrica.

El geocentrismo

Galileo fue condenado por la Santa Inquisición, en 1633, a vivir bajo arresto domiciliario hasta su muerte por afirmar que la Tierra y los planetas giraban alrededor del Sol. La Iglesia no le absolvió hasta 1992, durante el Pontificado de Juan Pablo II . Y no debería sorprendernos, porque una encuesta realizada a petición del Gobierno por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt), en 2015, reveló que un 25% de los españoles todavía creía que el Sol giraba alrededor de la Tierra.

«Fue Galileo quien inició el método científico, el de la observación y la demostración universal, así que es ridículo pensar que lo vayamos a perder ahora por unos iluminados. En su momento, el astrónomo ya insistió en que él no hablaba de religión, sino que exponía lo que veía. Muchas religiones monoteístas aún piensan que el mundo tiene siete mil años y hasta hay un Museo de la Creación en Kentucky que es visitado por un millón de personas al año, donde se dice que los dinosaurios vivieron hace 5.500 años y no hace 70 millones. La religión debería ir adaptando sus creencias a la ciencia para no ser negacionista», asegura Toharia.

El filósofo José Antonio Marina calificó hace poco a esta corriente como «uno de los variados fracasos de la inteligencia». Pero tan resistente que el Siglo de las Luces no consiguió acabar con ella. A lo largo del siglo XX, nos encontramos a muchos grupos negando la teoría de la evolución de Darwin, el holocausto nazi, la llegada del hombre a la Luna, el calentameinto global del planeta, el sida, otras pandemias como el ébola cuando ya causaba estragos en África y hasta que la Tierra es redonda.

Hace solo un año, la Conferencia Internacional de Flat Earth anunció que iba a fletar un enorme crucero para llegar hasta el muro de hielo que, según ellos, rodea a nuestro planeta. «La aventura más grande y audaz hasta la fecha», decía el eslogan de este viaje para terraplanistas. Al mismo tiempo, un estudio realizado por la plataforma internacional YouGov reveló que solo un 66% de los jóvenes entre 18 y 24 años están convencidos de que la Tierra es redonda.

«Niegan lo evidente –añade el divulgador–, como el Holocausto. Es una estupidez, porque hay millones de documentos que lo demuestran. O que el hombre llegó a la Luna, cuando ya son 12 los astronautas que la han pisado y hasta la URSS reconoció en plena Guerra Fría que Neil Armstrong fue el primero. Es cierto que los tres mil de Colón no tienen influencia ni pueden poner en cuestión nada, pero podría ser preocupante si algún dirigente se apodera de estos argumentos para hacer política o dinero, tal y como ocurrió con el Gobierno de Sudáfrica, entre 1999 y 2008, y su ministra de Salud, que propuso curar el sida con remolacha, espinacas, limón y aceite». Se estima a día de hoy que durante esos años en que el presidente Thabo Mbeki negó el VIH , en su país murieron 365.000 personas de sida.

Intereses diversos

Lo curioso es que dentro de los negacionistas hay, incluso, diversidad de opiniones. No todos niegan lo mismo ni se mueven por los mismos intereses. Con el sida, por ejemplo, está el Grupo Perth, con la doctora en Física Nuclear Eleni Papadopulos-Eleopulos al frente, que rechaza directamente la existencia del virus. Enfrente, el biólogo molecular y experto en retrovirus Peter Duesberg , para quien el VIH no es el responsable de la enfermedad. Y en medio, la comunidad científica.

Toharia subraya en este sentido la diferencia entre negacionistas y escépticos, que «no tienen nada que ver». Los primeros niegan hechos que han sido demostrados científicamente. «Son conservadores a ultranza que se oponen al progreso, siempre los ha habido». Y los segundos se manifiestan sobre teorías que todavía no se han demostrado. «No podemos ser escépticos con un aparato de 500 toneladas que vuela a 10 kilómetros de altitud porque lo hemos visto. Ni tampoco con las vacunas del Covid, porque el virus es nuevo, pero han funcionado otras miles de vacunas. Eso no quiere decir que no vayan a morir cinco mil vacunados por efectos secundarios. No hay un riesgo cero en nada, pero sí garantías de que sea el mínimo».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación