Un Venerable a la espera de milagro

Casi tres siglos y medio después de la muerte de Mañara, los hermanos de la Santa Caridad aguardan la certificación de un milagro que le abra las puertas de la beatificación

Un acogido en el Hospital de la Santa Caridad que fundó Mañara ABC

José Gómez Palas

«Aquí yacen los huesos y cenizas del peor hombre que ha habido en el mundo. Rueguen a Dios por él». Esta es la inscripción que Miguel Mañara (1627-1679) mandó poner en la lápida bajo la que recibió sepultura a los pies de la iglesia de la Santa Caridad , fuera de la puerta, para que todos le pisaran. Este sábado 9 de mayo se han cumplido 341 años de la muerte del fundador del Hospital de la Santa Caridad, u n «Caballero Veinticuatro de la ciudad y cofrade de la Soledad de San Lorenzo» con fama de hombre «poco mesurado y fogoso» que conoció los placeres mundanos desde temprana edad y que, a raíz de la inesperada muerte de su esposa, se refugió en Jesucristo y dedicó su vida y su fortuna a servir a los pobres con tal radicalidad que el Papa Juan Pablo II lo declaró Venerable en el año 1985, más de tres siglos después de su muerte.

La declaración del estado de alarma como consecuencia de la crisis sanitaria actual ha impedido este año a los hermanos de la Santa Caridad celebrar como cada 9 de mayo una santa misa en sufragio de su alma y la posterior veneración de sus reliquias en la cripta situada a los pies del altar mayor de la iglesia de San Jorge de la Santa Caridad, donde descansan sus restos, «sin olor y sin descomposición», desde el 9 de diciembre del mismo año de su fallecimiento.

Coetáneo de artistas como Pedro Roldán, Murillo, Valdés Leal o Bernardo Simón de Pineda, a los que invitó a participar en la decoración pictórica, escultórica y retablística de la citada iglesia, la vida y obra de este «caballero del siglo XVII» –como definió San Juan Pablo II a Mañara en una de sus homilías en Sevilla– siguen hoy muy vivas. «El milagro de don Miguel, como se le conoce en la Casa, continúa vigente cada día que abre sus puertas el hospital levantado por él hace más de 300 años y que hoy, como entonces, sigue prestando asistencia física, médica y espiritual, cobijo y compañía a los residentes acogidos en este hospicio», apunta José Ignacio del Rey Tirado , miembro de la Hermandad de la Santa Caridad.

Fundada a mediados del siglo XV con la misión de enterrar los cadáveres de aquellas personas que eran ajusticiadas o que morían en las calles de hambre, frío o por peleas y cuyo cuerpo nadie reclamaba, esta institución cuenta en la actualidad con medio millar de hermanos cuya obligación, explica Del Rey, es asistir todo el año a las personas que residen en esta Domus Pauperum . «En la actualidad tenemos a unos 80 acogidos a los que acompañamos en sus paseos o asistencias médicas pero a los que sobre todo damos afecto y cariño. No hay que olvidar que muchos de las personas que viven en la santa casa han sido abandonadas por su propia familia o se encuentran en la última fase de su vida».

Impresionado por la muerte de un pobre cerca de la Caridad y después de superar las reticencias de los hermanos que recelaban de las verdaderas intenciones del poseedor de una de las grandes fortunas de Sevilla, Mañara fue admitido como hermano de la Santa Caridad en diciembre de 1662 y un año después es elegido por unanimidad Hermano Mayor, cargo que desempeñó hasta su muerte.

El carisma y el espíritu del venerable Miguel Mañara siguen siendo el verdadero motor de la tarea de sus seguidores, los hermanos de la Santa Caridad, que más de tres siglos después de su muerte no cesan en su empeño de que Roma eleve a los altares a este siervo de Dios al que su identificación con el mito donjuanesco del Tenorio, alimentada ya por escritores como Próspero Mérimée y Alejandro Dumas, ha perjudicado su figura y su fama de santidad .

«Esa fama de asaltador de conventos y conquistador de mujeres ha hecho un gran daño a la figura de Mañara. En los años cincuenta del pasado siglo, cuando se reactivó de nuevo su proceso de beatificación, la revista francesa París Match publicó un artículo titulado ‘Juan contrito, candidato al cielo’. Y periodistas españoles, fáciles en beber de fuentes extrañas, preguntaban en Roma: ¿Es cierto que van a beatificar a Don Juan Tenorio? Todo ello provocó lógicamente un gran revuelo», señala José Ignacio del Rey, consiliario para la beatificación, quien aclara que «Mañara sólo tenía tres años cuando se representa la obra de Tirso de Molina, luego no pudo ser el modelo inspirador del Tenorio». El propio decreto de canonización de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos afirma sobre Mañara que «aun cuando estaba lejos de una loable disciplina cristiana, sin embargo los testimonios históricos que se refieren a él impiden que afirmemos que hubiera sido un pecador público y mucho más prohíben que creamos verdades lo que por un lado fue invención del pueblo, por otro lo que los escritores de los siglos siguientes entendieron que se debía decir acerca de sus costumbres».

Lo cierto es que Mañara murió rodeado de fama de santidad y sus hermanos de la Santa Caridad siguen aguardando el milagro que pueda abrir las puertas de su beatificación. «Su causa de beatificación hace muchos años que ya está cerrada a la espera de la certificación del correspondiente milagro. Están llegando testimonios de personas que han recibido favores de alguna curación inexplicable después de encomendarse a Mañara: personas que recuperan la vista cuando estaban a punto de caer en una ceguera total, algún joven que despierta del estado de coma...». Su espíritu sigue velando por los más pobres y desvalidos. «Al Venerable le tocó vivir la epidemia de peste de 1649 y ahora sigue velando de los suyos. Hasta la fecha ningún acogido en la Santa Caridad ni nadie del personal que les atiende han sido afectados por la pandemia del coronavirus ». En la calle Temprado siguen soñando con el día en que la Giralda repique para anunciar que Sevilla cuenta con un nuevo beato.

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