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Susana Cayuelas Porras: «Leí una carta de mi bisabuelo y hasta sus retratos volvieron a tomar vida»

Una feliz iniciativa personal permite que los seguidores de su cuenta en twitter, «Cartas desde Manila», acceda a conocer, a través de imágenes y documentos, la vida cotidiana de la que fue la provincia oriental de España hasta finales del diecinueve. Todo empezó con su bisabuela

Susana Cayuelas Porras, en la Plaza de España Vanessa Gómez

Félix Machuca

Una feliz iniciativa personal permite que los seguidores de su cuenta en Twitter, « Cartas desde Manila », acceda a conocer, a través de imágenes y documentos, la vida cotidiana de la que fue la provincia más oriental de España hasta finales del diecinueve. Todo empezó con su bisabuela…

¿Conoce usted Filipinas?

Nunca he estado en Filipinas. Pero conozco de la que hablo gracias a documentos familiares y archivísticos. Y parece que vivo allí.

Pero una parte de su familia la conoció muy bien. Hasta el punto de que fueron comerciantes instalados allí. ¿A qué se dedicaron?

El mayor de ellos fue inspector general de telégrafos y el que lo montó allí. Los demás tenían negocios relacionados con la banca y los teléfonos de Manila.

¿En su casa, tres generaciones después, guardan recuerdos de aquella época?

Sí, documentación personal, objetos personales, muebles y artículos decorativos.

Dígame qué objeto de los que guarda simboliza mejor la provincia española de Filipinas.

Cualquier cosa hecha en laca con dibujos de pájaros y flores e incrustaciones de nácar. Muchas de estas cosas las hacían los chinos y venían del gran continente amarillo. Vía puerto de Manila

Tengo entendido que al leer una de aquellas cartas familiares tomaron vida cuadros de familiares y objetos que permanecían en casa como objetos de museo sin carga sentimental.

Así fue. Leer una carta personal de mi bisabuelo hizo que esas personas que yo veía pintados en retratos en casa o fotografiados en sepia, cobraran vida de repente y que eran personas como nosotros. Con sus alegrías y pesadumbres.

¿Lo pasó bien su bisabuela en aquella provincia?

Angustias Batlle y Hernández era una persona decidida que cuando su marido dijo que se iba a Filipinas a hacer negocios dijo que se iba con él y con un niño de cuatro años. Era muy amable y cariñosa, amantes de las costumbres filipinas, como bien podemos ver a diario en las cosas que cuelga en su cuenta de Twitter.

¿Qué es lo que más le gustaba de Filipinas?

Le gustaban mucho los objetos decorativos. Se lo pasó bomba poniendo la casa en el estilo colonial filipino.

Todas las mañanas, saluda a sus seguidores de su cuenta de Twitter, colgando una estampa o fotografía de aquel tiempo. ¿No debe ser fácil sacar una o dos imágenes por día?

Para nada. En aquella época solo existían pinturas, grabados y, en los últimos años, algunas fotografías. La búsqueda de documentación es continua y esta labor se realiza no solo en el archivo familiar, sino en bibliotecas digitales de distintas universidades, españolas y extranjeras.

¿Qué reacciones provoca entre sus seguidores esa cuenta?

Normalmente está muy bien aceptada. A la gente le despierta la curiosidad y la alegría conocer cómo era Filipinas en el siglo XIX. Mucha gente le da la enhorabuena a mi bisabuela por contarnos cómo se vivía en Filipinas en aquella época.

¿Usted cree que hay mucha gente que sepa que España y Filipinas fueron durante más de trescientos años una parte de la misma nación?

Creo que no. Hay gente a la que le suena algo. Pero ha sido muy lejano y no solo por la distancia, también quizás por el idioma. Se hablaba español. Pero no era lo mismo que en Hispanoamericana.

¿Y en Filipinas queda esa memoria histórica o fue borrada por la presencia norteamericana?

Fue borrada, ha desaparecido toda la huella hispana. Y no me estoy refiriendo solo al idioma. España no está presente en la mentalidad filipina como, por ejemplo, lo pueda estar Cuba o Puerto Rico en España.

Por entonces los españoles y las élites criollas convivían en Manila en la ciudad intramuros…

Allí vivían los españoles y sus familias, estaban los órganos de gobierno, la mayor parte de iglesias y conventos y el acuertelamiento militar, el llamado fuerte de Santiago. Aunque fuera de las murallas tenía su residencia oficial el gobernador de Filipinas, en el palacio de Malacañang, que en la actualidad es la residencia oficial del presidente de Filipinas. Una bonita construcción colonial sobre el río Pasig.

La segunda guerra mundial fue inclemente con Manila. ¿Queda algo de la huella española?

Manila fue una de las ciudades más castigadas junto con Varsovia y Berlín. En los últimos días de la guerra, prácticamente, se destruyó la ciudad colonial, con combates entre japoneses y americanos. Después se rehabilitó algo, como las murallas.

Usted escribe una novela donde resucita todos estas vivencias familiares titulada, igualmente, “Cartas desde Manila”. ¿Es la historia de su familia o pura ficción?

Ficción. El marco vital pero la historia y los personajes son pura literatura.

¿Su bisabuela se ha enterado que en Filipinas se habla inglés y se ha olvidado el español?

No. Ella vive en Filipinas en el siglo XIX y se dedica a contarnos sus recuerdos.

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