Literatura

Rosa García Perea: «Ser poeta es una bendita maldición»

La sevillana regresa a la poesía con «Breviario para malas mujeres», donde brinda una mirada lúcida e incisiva en torno al universo femenino

Rosa García Perea durante el reciente acto de presentación de su nuevo libro de poesía ABC

Pedro Ybarra Bores

Después de «Jirones de azul», «Las tres miradas del cíclope» y «Cómo las manos de Pandora», Rosa García Perea regresa a la poesía con «Breviario para malas mujeres», donde brinda una mirada lúcida e incisiva en torno al universo femenino y los innumerables clichés que, todavía hoy, lo atenazan.

Fito Rodríguez y Nach...

Sí, tengo un lado «macarra» que no se me cura con los años. Hay mucha poesía en el Rock y en el Rap. Algunas estrofas son tan rotundas como el mejor Quevedo.

¿Por qué Berenice?

Bueno, es un verdadero lujo publicar en Berenice. Su director, Javier Ortega, mi editor, es posiblemente de las personas más cultas en sentido renacentista del término que conozco. Cuando leyó mi obra y quiso editarla, no supe qué decirle, aún no sé qué decirle, la verdad…

¿Qué le ha hecho volver a la poesía?

Ser poeta es como una maldición, una bendita maldición. No lo dejas nunca. Una intenta redimirse y escapar del oficio solitario y atormentado de los versos, pero al final recaes… no hay remedio. Empecé a escribir con siete años, y aquí seguimos casi cincuenta años después.

¿Por qué el título «Breviario para malas mujeres»?

Es un título muy meditado, mucho. Pertenezco a una generación rara. Hijas de Babyboom y madres del Me Too. Todo un ejercicio de desubicación. Nos hemos llevado la gran parte de nuestra vida intentando ser buenas mujeres, y parece que no nos ha funcionado muy bien. Ahora algunas hemos querido despojarnos de algunos lastres y ser «malas». A ver qué tal nos va…

¿Por qué ahora?

Nunca se tardó tanto en escribir un libro tan pequeño. He tardado casi siete años en escribir estos versos. Pero no quise que vieran la luz hasta ahora quizás porque he entrado en una etapa personal apasionante. Crucé la barrera de los cincuenta con un verdadero terremoto profesional y personal. Pero eso me dejó la mirada muy objetiva para saber lo que quería y cómo quería que sucediera.

¿Qué pretende con este libro?

Uff… Scott Fitzgerald decía que puedes acariciar a la gente con palabras. Quizás haya algo de eso en este libro. Yo no soy la única mala mujer que está entre estas páginas. Puedo poner muchos nombres y apellidos también.

Portada del libro ABC

¿En cuánto tiempo lo escribió?

Comencé en el 2011 más o menos. Pero los dos últimos años han sido casi una labor de alambique… destilar y destilar…

¿Es supersticiosa a la hora de elegir un lugar en el que escribir?

Soy poco «poética» escribiendo. Suelo hacerlo en el móvil, el Ipad, o en el ordenador. Nunca he escrito al borde del mar, ni en un campo de amapolas… Mis escenarios suelen ser el autobús de mi barrio o la sala de espera del médico.

La educación de las mujeres ha evolucionado mucho en  apenas cinco décadas...

Muchísimo, menos mal. Pero aún queda mucho camino. Un camino en el que no debemos estar solas. Hay espacio para nuestros hombres. No creo en la educación diferenciada, ni cuando me la venden disfrazada de discriminación positiva.

¿Qué mujeres le inspiran?

Ha habido grandes mujeres en mi vida que me han transmitido muchas cosas buenas. Pero sobre todo el espíritu de autocrítica que lleva implícito el sentido del humor. No hay nada más sano (por encima de la avena y el tofu) que reírse de una misma para mejorar.

¿Se siente transgresora?

Para nada. Es un término que enseguida caduca. Sentirse transgresora a los 53 años se puede parecer mucho al complejo de Peter Pan. Y eso sí que me da miedo. Siempre he pedido envejecer con dignidad. Quiero ser una anciana de bastón y moño, aunque escuche Rap y me emocione con Nach. Lo que si me he sentido siempre es fuera del rebaño, pero nunca he tenido muy claro si era por decisión propia, o por selección natural.

¿Se siente mala mujer?

En eso estamos…

¿A quién va dirigido?

A quien tenga la insensatez de leerme.

¿Dónde encuentra la inspiración?

La inspiración es como las llaves del coche, están siempre donde menos las buscas. Puede ser escuchando Carnavales de Cádiz mientras cocino unas lentejas, o en la biblioteca buscando documentación sobre los Mozárabes.

Un libro dedicado a Ángel...

Sí, está dedicado a él. La única persona para la que siempre me faltan palabras.

¿Las malas mujeres siempre acaban solas?

Las malas mujeres tienen un master en esquivar la soledad.

¿Eres maniática?

Muchísimo. Y muy supersticiosa. No se te ocurra jamás darme un salero en la mano, por Dios…

Malas Mujeres, Manías y Tú...

Sí, así he querido dividir el libro. Como pequeñas etapas.

Y Sevilla siempre presente de algún modo en sus libros...

Sevilla es una mala mujer de la que estoy perdidamente enamorada. Aunque me haga pasar malos momentos en muchas ocasiones.

¿Qué libro lee en estos momentos?

Por trabajo muchos manuscritos. Pero por placer y para el club de lectura al que pertenezco estoy leyendo «Alias Graces» de Margaret Atwood, y «Botchan» de Natsume Soseki. Soy una loca de la literatura japonesa.

¿Qué proyectos tiene en mente a partir de este breviario?

No soy muy prolífica en libros, y así debe ser en los editores. Pero me apetece hacer algo con la editora Isabel Blasco, a la que quiero mucho y a la que le debo un libro…

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