Cinco años como alcalde de Sevilla

Espadas: «Saldremos bien de la crisis. En términos de posicionamiento, Sevilla está a la altura de 1992»

Espadas, optimista sobre el mandato actual pese al golpe del Covid-19: «La ciudad está más fuerte que hace cinco años y sus cuentas son solventes. Vamos a salir de esto»

Espadas, en un momento de la entrevista con ABC de Sevilla J. M. Serrano

Alberto García Reyes / Eduardo Barba

El alcalde de Sevilla, el socialista Juan Espadas , ha llegado a sus cinco años al frente de la ciudad en plena crisis por la pandemia del coronavirus Covid-19. Una coyuntura que ha golpeado con enorme crudeza y que ha variado la perspectiva de casi todo, especialmente de la planificación económica y social. El regidor, no obstante, se queda por encima de todo con su sentimiento de orgullo por la reacción y el comportamiento de los sevillanos ante las duras normas decretadas durante el confinamiento y la desescalada, y también con el convencimiento de que la capital andaluza va a superar pronto y con solvencia las consecuencias negativas de esta situación ya que considera que, al menos como Administración local, la preparación y el estado de las cuentas municipales es mucho mejor que en la crisis previa, la inmobiliaria y del ladrillo.

¿Qué valoración hace de esta crisis sanitaria tan brutal y de la respuesta de la ciudad?

Me siento muy orgulloso de los sevillanos. Hemos sido la primera ciudad de las grandes, por población, que ha ido abordando las fases de desescalada con un comportamiento en términos generales ejemplar, aunque en algunos detalles uno siempre piensa que se pudo hacer mejor. Pero hay que lanzar ese mensaje, el del orgullo por cómo se ha comportado la ciudad en una situación compleja y con tanto impacto por las pérdidas humanas. También me siento orgulloso de la implicación de todo el equipo municipal en esta crisis, especialmente el de las áreas más sensibles en esta ocasión, en las que se ha mostrado un nivel de responsabilidad y una gestión a la altura, con un grado de entrega y de tensión de 24 horas al día pensando en cómo abordar todo esto. Y orgulloso, como no podía ser de otra forma, de los profesionales que han estado trabajando en la primera línea para afrontar el contagio y que no nos desbordara la situación terrible.

¿Se siente capaz ahora de mantener los objetivos del mandato?

Por supuesto. Porque este va a ser un buen mandato. Porque nos coge mucho más fuertes que en 2015 como ciudad y como Ayuntamiento y porque se han hecho los deberes, algo que nos permite tener buenas expectativas. En los momentos de bonanza todo es más fácil, pero en los momentos de dificultad, al menos que te pille fuerte. Y Sevilla lo está. Hemos sido como las hormiguitas y se ha podido ir ahorrando. La tesorería municipal está boyante y ha podido llevar a cabo un plan de pago para apoyar a la economía local. En la crisis anterior tuvo que venir el Gobierno de España y disponer un plan de proveedores para poder pagar y evitar mayor destrucción de empresas. En estos cinco años hemos sumado el mandato más productivo en términos de posicionamiento de la ciudad junto con la etapa de las obras de 1992 y afianzado los pilares para que la ciudad se sitúe como la tercera de España.

Salvando las distancias, obviamente, también ha debido pasar el mal trago de haber tenido que ser el alcalde que suspendió las Fiestas de Primavera.

Fue muy desagradable, teniendo en cuenta el enorme arraigo que tienen y también su impacto económico en plena temporada alta. Nos pasó en el peor momento. Por desgracia, pasaré a la historia como el alcalde que estaba al frente de la ciudad cuando la pandemia del Covid-19. Como cuando uno ve la serie de La Peste, pero ahora me ha tocado a mí. Ya me verán dentro de cincuenta o cien años...

¿No se precipitó o directamente se equivocó cuando mantuvo la idea de celebrar las procesiones de Semana Santa retando incluso a la OMS?

Es que no se entendió bien y no fue así en realidad. A veces las relecturas se consolidan pese a no ser correctas. En ningún momento quise restarle importancia al problema, ni mucho menos, como los que estaban en aquella sala han ratificado, y simplemente se usó una expresión en un lenguaje más o menos coloquial, en cuya forma sí pude equivocarme, para relacionarla con algo que no era así, porque le dábamos toda la importancia que había quedarle al virus. Nunca pretendí minusvalorarlo. En ese momento, aquella mañana, puedo garantizar que carecíamos aún de información que dijera que existía riesgo de tener que cancelar nada. Ese mismo mediodía la OMS declaraba la pandemia y al día siguiente yo estaba sentado con el arzobispo y el Consejo de Cofradías para suspender las procesiones. No se puede decir que el alcalde estuviera de espaldas al problema. No es que quiera justificarme, es que fue así, una simple frase ocurrente que, vista después, parece otra cosa. Pero no hubo ligereza ni ha habido dudas en torno a la importancia del virus. Al día siguiente se suspendió la Semana Santa. Y no pasó ni una semana hasta que se hizo lo mismo con la Feria. La responsabilidad ha primado en esto. Que Málaga anuló su feria antes de ayer, como quien dice, ¿eh?

Tampoco ha sido especialmente delicada la relación con los bares, otros que han sufrido mucho en plena temporada alta. ¿No se han pasado de frenada con las sanciones?

Hemos tenido que manejar una situación complicada de equilibrios, que siempre son difíciles. Llegamos a un momento delicado, como fue la fase 1, cuando ya se pudo salir a tomar una cerveza y la gente se puso un poco nerviosa los dos primeros días y se vieron imágenes que no gustaban… Hubo entonces una respuesta municipal contundente, pero tenía que ser así. Provocó una especie de espasmo, pero si ese espasmo iba a servir para poner las cosas en su sitio y que todos nos entendiéramos, pues bienvenido sea. Que todo el mundo cumpla. Eso es básico porque nos jugamos mucho. Y siendo así, que la Policía Local intente ser más pedagógica que sancionadora. Y así nos mantenemos, mirándonos de reojo unos a otros.

La crisis que genera la pandemia va a afectar muy especialmente a los barrios pobres y en esa estadística está Sevilla en el lugar más destacado, con tres de los cuatro con menos ingresos del país, el Polígono Sur, Tres Barrios y Torreblanca. No es poca cosa esa...

Evidentemente no estoy contento, pero ojo, que hay que analizar varios elementos y no sólo el informe del INE. Se miden la renta declarada, vale, pero también está ahí y no se dice, por ejemplo, la comparativa de los cinco últimos años en crecimiento de renta por barrios, que señala que los siete que más han crecido en renta de todo el país están en Sevilla. Entre otros, los que aparecen como los más pobres, por cierto. O bien otro concepto básico, que es el análisis con una perspectiva metropolitana, de área, no ya de ciudad en sí. No es justificación, pero hay que analizar la situación de la ciudad de la manera más objetiva posible. Hay más de cien barrios y se habla de tres barrios concretos donde el baremo no puede ser la renta declarada, porque no hay un volumen importante de renta declarada allí, sino la que verdaderamente aflora, la economía informal. No podemos analizar año tras año el mismo dato, la renta oficial, sin analizar más cosas complementarias.

Tampoco puede ser motivo de alegría para un alcalde que en esas zonas haya mucha economía sumergida que, de alguna manera, compense los datos oficiales...

Las manos de Espadas, durante la entrevista J. M. Serrano

¿Y me ven ustedes a mí contento? No lo estoy, no, pero es que es así y hay que medirlo todo para tener una fotografía lo más real posible. Esas familias tienen menos renta declarada, pero gozan de otros recursos que aporta el conjunto de la solidaridad de la ciudad en términos de equipamiento público, servicios o incluso apoyo económicos directo, algo que no aparece en la estadística. En esos tres barrios hay mayor volumen de inversión pública que en ningún otro en términos de gastos social, que no aparece en la estadística. El nivel de gasto es mayor desde el punto de vista del consumo porque la infraestructura social les está apoyando, y eso no se ve reflejado en lo que se publica. Hay que analizar las cosas en profundidad y ya hemos encargado un estudio complementario al del INE que mida mejor la realidad de esos barrios, que no es satisfactoria, ya, pero no comparemos peras con manzanas. No sólo podemos medir la renta oficial y compararla con otro barrio, porque nos va a dar un resultado sesgado. Sevilla es una ciudad con uno de los niveles más altos de gasto social. Lo que significa que los barrios con más problemas reciben más que en otros lugares de España donde hay menos redistribución de la riqueza. Tenemos programas de empleo en marcha ahora mismo en esos barrios por siete millones de euros, por ejemplo. A esas personas que están con un contrato de seis meses o un año tienen una retribución con arreglo a un programa de formación. Con el Ingreso Mínimo Vital tendremos una enorme oportunidad de clarificar cuáles son los recursos económicos exactos de que disponen las familias, porque será imprescindible recoger todas las prestaciones, las públicas y las privadas, que obtiene cada familia para hacer la evaluación.

Parece claro que la desigualdad y la marginalidad en esas zonas siguen siendo el gran caballo de batalla municipal, por tanto.

Me marqué tres retos al comenzar mi trabajo en el Ayuntamiento y creo que no me equivoqué. Uno es la transformación social y políticas sociales para erradicar la pobreza en una serie de barrios a los que hay que seguir apoyando para que obtengan las herramientas para salir adelante, no tanto en subsidios. La caña y no el pez. Y el segundo es la transición ecológica y la modernización del aparato productivo y la gestión de recursos con menos impacto medioambiental. Y el tercero, la digitalización y la labor de modernización que nos permita coger ese tren y no quedarnos atrás esta vez. Pero todo esto tras un enorme trabajo detrás. Lo que quiero decir es que en cinco años hemos sumado el mandato más productivo en términos de posicionamiento de la ciudad junto con la etapa de las obras de 1992. Hablo de posicionamiento, insisto. En obras e infraestructuras tuvimos la preparación de la Exposición Universal y luego la etapa de Alfredo Sánchez Monteseirín, con infraestructuras de ciudad y decisiones que creo que sirvieron para dar un salto cualitativo, pero en estos cinco años nuestros hemos afianzado los pilares para que la ciudad se sitúe como la tercera de España, a la altura de Valencia y tratando de tú a tú, sin perderle la cara, a los principales núcleos urbanos del país en muchas cuestiones. Con un nombre y una capacidad de promoción exterior importante gracias al turismo y la cultura, y con unas señas de identidad muy claras pero sin renunciar a otros elementos que la han hecho una sociedad dinámica y que, como área metropolitana, crece en población un 10% con respecto a otras y un 2% por encima de la media en los últimos cinco años.

Pero la población de la capital no crece, precisamente, sino que no para de rebajarse.

Porque mucha gente trabaja en Sevilla y luego duerme en su área metropolitana. La realidad territorial vincula a la realidad económica y yo hablo como el alcalde de una realidad metropolitana. Hay que tener una visión más amplia. No tiene importancia en términos económicos y sociales que alguien que hace su vida en la ciudad y trabaja en Sevilla decida irse a vivir a Camas o a Dos Hermanas y deje de vivir en Rochelambert.

Será porque Sevilla es más cara para encontrar casa…

No. Simplemente es que Sevilla no tenía una oferta de vivienda asequible para la gente que quería quedarse a vivir en Sevilla, que es diferente. Cara, no, no. Sencillamente es que en otros municipios del área metropolitana sí ha habido una oferta de vivienda asequible que aquí se paró durante unos años. Mientras hubo planes municipales de vivienda, aquí se han mantenido los 700.000 habitantes, y se ha bajado esa cifra cuando se ha parado la oferta de vivienda barata. Por eso estoy convencido de que vamos a recuperar ese número de empadronados y los vamos a consolidar, porque ahora sí que hay planes ya en desarrollo. Hemos desbloqueado 6.000 viviendas en promociones privadas de suelo, que ya tienen sus licencias de obras y que van a estar muy pronto construidas. Y además hemos sacado un Plan Municipal de Vivienda que, de momento, vuelve a recuperar 3.500 pisos. Lo que puede hacer la Administración, lo ha hecho.

El virus ha golpeado directamente en uno de los grandes motores de la ciudad, el turismo.

Efectivamente, puesto que supone nada menos que el 17% del PIB local, por lo que es evidente que una de las grandes prioridades es recuperar cuanto antes al sector turístico y de ahí que hayamos sido la primera ciudad del país en poner en marcha un plan de reactivación del mismo. Para eso necesitamos, no obstante, certezas sanitarias que aún no tenemos, porque es muy importante no equivocarse ni dar pasos atrás.

Algunas voces le reclaman que se dependa menos del turismo, que está mostrando ahora como nunca antes lo hizo que puede ser muy frágil ante crisis sanitarias.

No nos olvidamos de que se trata de un momento idóneo para apostar por otros elementos para variar el modelo productivo, como ya recoge el Plan Estratégico 2030. Tengo la esperanza de que esta crisis nos sirva para hacer lo que ya dijimos que haríamos, que es apostar por otros elementos del sector productivo y de la industria. Ese es mi verdadero proyecto de ciudad, con una visión metropolitana, con iniciativas concretas coordinadas con ayuntamientos del área metropolitana. Ese debe ser el camino, el de la llamada «área luz».

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