Derribos Pavón entrega la piqueta

Liquidan la empresa de Enrique Pavón, al que Romero Murube denominó el verdugo de Sevilla por la cantidad de edificios históricos que demolió entre mediados de los sesenta y los ochenta

Un derribo en 1978 en la calle O'Donnell Archivo ABC

Elena Martos

El BOE recogía esta semana un particular obituario entre sus páginas: el de la empresa Derribos Pavón y el cierre de su hoja en el Registro Mercantil. El anuncio apenas es un mero formalismo administrativo, porque ni la empresa tenía ya la popularidad de hace cuatro décadas ni se pierde del todo, pues sigue operativa bajo el nombre de Itálica Demoliciones . Sin embargo, la referencia certifica el final de una época durante la que se perdió buena parte del patrimonio arquitectónico de Sevilla en pro de la fiebre por el desarrollismo. La llegada de los primeros centros comerciales y las tiendas modernas que desvirtuaron los bajos de los edificios residenciales se abrieron paso a golpe de piqueta. Todo aquello convirtió a Enrique Pavón, propietario de la compañía, en la bestia negra de una generación de cronistas entre mediados de los sesenta y finales de los setenta.

Joaquín Romero Murube se refería a él con el sobrenombre del verdugo de Sevilla y Antonio Burgos lo mencionaba habitualmente como el derribista, apodos ambos que nunca molestaron al empresario, sino más bien lo contrario, por venir de quienes venían. Como una letanía los articulistas no dejaban escapar oportunidad para enumerar los edificios históricos que cayeron bajo su piqueta, aunque él sólo fuese el ejecutor de una orden que habían autorizado propietarios particulares y responsables públicos rendidos a la especulación y a la modernidad.

En el triste historial de encargos que le hicieron a Pavón está la demolición de todos edificios señoriales de la Plaza del Duque, donde se iban a instalar varios hoteles, y las grandes galerías comerciales de El Corte Inglés. Bajo sus excavadoras quedaron sepultados el colegio Alfonso X el Sabio , la casa palacio de los Sánchez-Dalp , la casa Cavaleris , el palacio del duque de Palomares del Río y hasta la casa de la Compañía de Jesús , que estaba junto a la iglesia de San Hermenegildo.

La piqueta se ensañó con otros edificios históricos como el palacio del Marqués de Aracena y el hotel Madrid , en la Magdalena y hasta con el antiguo café de París , en la Campana, lugar que hoy ocupa una cadena de comida rápida. Enrique Pavón supo resistir la presión mediática y tomarse con humor aquellos ataques. La popularidad le reportó buenos contratos con los que dejó a sus hijos un negocio pujante que él mismo había levantado con sus manos .

En 1989 la empresa que ahora se liquida pasó a la siguiente generación. Esa es la antigüedad que consta en el Registro Mercantil, pero ya para entonces el trabajo estaba fuera del Casco Histórico. Los desarrollos de Sevilla Este, Pino Montano, Nervión, Reina Mercedes y Heliópolis empezaban a acaparar el trabajo, aunque la fama de Derribos Pavón seguía intacta. No fueron pocas las voces de alarma que se oyeron cuando vieron colgados los carteles de la empresa en la fachada de San Telmo al inico de su rehabilitación, pero para entonces las leyes de protección del patrimonio eran mucho más estrictas y el encargo se cumplió sin drama.

Poco después los problemas de liquidez enturbiaron la trayectoria de la compañía, que cambió de nombre. Los herederos crearon en 1999 Itálica Demoliciones con la que mantienen viva la actividad del fundador.

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