Carmen Ramírez tiene la cocina como una patena RAÚL DOBLADO
RELATO DE LAS VECINAS QUE SE FUEON DE EL VACIE EN 1961

«Cuando vi salir el agua por el grifo de mi casa me volví loca»

Carmen Ramírez acarreaba cubos de noche desde el cementerio

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Aunque las antiguas moradoras de El Vacie echan de menos esa gran familia que formaban en el asentamiento lo cierto y verdad es que no cambian las comodidades que conocieron en los pisos del Patronato por nada del mundo.

Carmen Ramírez, que ya hace tiempo cumplió los 80 años es una de ellas y ha abierto a ABC su casa de la calle Pino. Fuerte como un roble, sube y baja cada día unas pocas veces, hasta el tercero, los altos escalones de este inmueble que construyó Agromán con muros de 40 centímetros de espesor que son un calvario para los instaladores de aire acondicionado.

Lo tiene todo como una patena. Enseña con orgullo las habitaciones y las fotos de sus padres, sus hijos y sus nietos en cada etapa de la vida que saltan a los ojos por paredes, baldas y bajo la tapa de cristal de la mesa camilla.

Abre las puertas de una vitrina y muestra una cristalería que deslumbra porque la limpia cada quince días y, ante el cajón de los cubiertos de la cocina, que parece de un catálogo publicitario, se detiene para mirar el grifo. Lo abre, se bebe dos vasos de agua y dice: «Cuando la ví salir me volví loca, acostrumbrada como estaba a acarrear cubos de noche desde el cementerio».

Y así recorrimos la vivienda, el baño, la terraza con su cierro de aluminio, la salita con unas jardineras en el pretil de la ventana de las que asomaban auténticas gitanillas rojas, la mesa en la que se pone a pelar habas bajo el retrato de su madre...

Al salir, en el primero nos su casa Francisca Delgado a la que Carmen había tocado a la puerta cuando subíamos para que se preparara.

La misma vida, el mismo piso, el mismo orden y concierto... la misma historia que dejaron atrás y que reviven todos los días.

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