Cruz Roja Sevilla

Amalia Gómez: «Hay muchos tipos de pobreza: he visto a niños que desayunan tres red bull»

La exdiputada y exsecretaria de Asuntos Sociales deja la presidencia de la Cruz Roja de Sevilla que ejerció desde 2008, el año del estallido de la crisis: «Creo que aún no se ha superado y parece que ahora viene otra»

Amalia Gómez J.M.Serrano

Jesús Álvarez

Murciana de nacimiento y sevillana de adopción, Amalia Gómez (Abarán, 1943) se fue a vivir a Londres con 17 años tras acabar la antigua PREU. Cuatro años después, regresó a Murcia, donde cursó Historia. Cuando acabó la carrera, vino a Sevilla a realizar su tesis doctoral sobre Historia de América , que dirigió Luis Navarro. Después de doce años como profesora en el instituto Velázquez, ingresó en política en 1990 como diputada del PP en el Parlamento andaluz. En 1996 fue nombrada secretaria general de Asuntos Sociales en el primer Gobierno de José María Aznar .

El año 2000 dejó la política y regresó a la docencia, al mismo instituto sevillano en el que se jubilaría seis años más tarde. Autora de varios libros y ensayos, en 2008 aceptó la presidencia de la Cruz Roja en Sevilla , en pleno estallido de la crisis económica. Once años después, ha cerrado esa página, aunque pronto abrirá otra, también dedicada a proyectos sociales, de la que aún no quiere hablar.

Ha tenido muchas responsabilidades profesionales y políticas. ¿En cuál de ellas aprendió más?

En el Ministerio aprendí a abrir caminos, a potenciar cosas, a gestionar, a entenderme con instituciones, a negociar y a no entrometerme en cosas que no me competían. Todo ese aprendizaje me vino muy bien en la Cruz Roja donde hay que ser muy ejecutivo porque la pobreza no espera.

¿Qué es lo que más frustración o impotencia le ha producido en estos once años en la Cruz Roja de Sevilla?

Ha habido de todo. Frustraciones y grandes satisfacciones. Había muchas colas para conseguir comida en esos primeros años de la crisis, aunque aún las hay. También he visto la llamada pobreza energética en casas donde había antenas parabólicas que recibían un montón de canales de televisión. He conocido también a personas que percibían un salario social y se lo gastaban todo en muy pocos días y luego se quedaban sin nada para sobrevivir. Y otras que fumaban tabaco rubio y apenas tenían para comer . No quiero que se interprete esto como una crítica a estas personas, lo que quiero decir es que a veces cuando una persona se instala en la pobreza, es difícil que sepa calibrar lo que debe hacer y lo que no. A mi juicio, se trata de un problema de educación y de cultura. He visto en Torreblanca a niños que desayunan tres latas de red bull . Para mí eso es pobreza aunque ellos no lo sepan, ni la mayoría de sus padres. Muchas de estas personas no tienen conciencia real de lo que necesitan y por ese motivo lo más importante es la formación.

En Los Pajaritos hay padres desempleados que les preguntan a sus hijos cada mañana para qué van al colegio o al instituto.

A eso me refiero. Hay mucho absentismo escolar en algunos barrios de Sevilla y en algunos municipios de la provincia. Los padres no se dan cuenta de que la igualdad de oportunidades es justamente eso, que sus hijos puedan formarse y salir de ese círculo del desempleo y la pobreza . La educación es algo a lo que tienen derecho, pero que no siempre valoran. No tienen confianza en que les pueda sacar de la pobreza.

¿Eso es lo peor que ha visto durante su desempeño en la Cruz Roja?

He visto de todo y hay cosas que te generan impotencia. Hay muchas personas de mediana edad que tenían un buen trabajo y un nivel de vida desahogado antes de la crisis y que perdieron su empleo y su vivienda. Tuvieron que volver a casa de sus padres porque no lograron volver a trabajar. Y me ha llegado alguna madre diciéndome que su pensión se la llevan estos hijos mayores y que les facilitemos comida para ella . Por los baremos no podemos hacerlo por contar con unos ingresos, aunque en estos casos siempre buscamos alguna vía para hacerle llegar esa ayuda.

¿Y no sería mejor tratar de ayudar a sus hijos a reinsertarse en el mercado laboral?

Estas personas a veces deben reinventarse porque tienen una especialidad, universitaria o profesional , a la que se han dedicado durante veinte o veinticinco años, que ya no les permite ganarse la vida. Y, lo que es peor, no se lo va a permitir nunca más. Y algunas de esas personas no siempre tienen la mentalidad necesaria para afrontar un cambio tan radical. Son personas que tenían respuestas pero a las que les cambiaron las preguntas.

¿La crisis económica se ha superado en Sevilla? Hay voces que alertan de que estamos a las puertas de otra.

Creo que no se ha superado. Y parece que ahora viene otra. Yo estuve seis años en el Parlamento andaluz llevando temas sociales, cuatro en el Ministerio de Trabajo y once en la Cruz Roja y tengo ya cierta experiencia para detectar estas cosas. El empleo que se crea es temporal y muy precario. Pocas empresas tienen confianza para hacer contratos indefinidos y me preocupan las personas que tienen entre 35 y 55 años porque pueden ser las más afectadas. En algunas de ellas no ha habido un cambio cultural respecto del inicio de la crisis . Se vive muy al día, consumiendo cosas prescindibles que pueden pasarles factura en el futuro. Piensan que hoy tienen ilusión por hacer tal cosa y que mañana Dios dirá.

¿La factura de la crisis es el crecimiento de la desigualdad?

Sí, sobre todo en el campo educativo. Cáritas y Banco de Alimentos hacen un trabajo extraordinario, pero cada vez veo más desigualdad en el campo de la formación.

Cáritas lleva ayudando desde hace tiempo no sólo a personas desempleadas y sin recursos sino también a lo que denomina «trabajadores pobres» que ganan tan poco que no llegan a final de mes. Muchos se ven obligados a acudir a comedores sociales.

No me gusta esa expresión de trabajadores pobres porque parece que estigmatiza un concepto tan digno como el trabajo, pero Cáritas tiene razón . Esto se debe al mercado laboral y a la precariedad de nuestra economía.

¿Los sevillanos somos solidarios?

Sí, muy generosos y solidarios. En Cruz Roja tenemos 23.000 socios y cerca de doscientos voluntarios. Y nos han ayudado mucho durante la crisis y lo siguen haciendo ahora. No sólo te dan su dinero sino su tiempo.

¿Y las hermandades?

Hacen una labor social importantísima, ejemplar, todo el año y lo hacen sin menoscabar la dignidad ni la autoestima de estas personas . Esta labor social es la expresión de la caridad, que es la base de la fe.

¿La crisis sacó lo mejor de nosotros?

Los sevillanos somos más hedonistas que estoicos, pero es una mezcla de ambas cosas. Tenemos un sentido de la dignidad y sabemos estar sin agobiar con las carencias que tenemos. Hemos llevado la crisis a la manera sevillana, es decir, con una capacidad de resistencia y sin exteriorizar la miseria.

Regreso a las aulas

Es doctora en Historia de América, historiadora y catedrática de instituto. ¿Cómo fue su regreso a las aulas después de tantos años en política?

Fue una vuelta gozosa, nada traumática, porque yo quería volver a la docencia. Nadie me echó de la política. E n 2000, cuando regresé al instituto, el PP logró la mayoría absoluta.

No es normal ese regreso nada traumático. La mayoría de las personas que entran en política se resisten como gatos panza arriba a volver a las aulas y a lidiar de nuevo con los alumnos.

Lo que ocurre es que hay muchos políticos que no tienen ningún sitio al que volver y eso no es bueno y empeora la calidad de la democracia. Yo disfruté, desde luego, de mi vuelta y de mis alumnos.

¿Cambiaron mucho sus alumnos en esos diez años que estuvo en excedencia?

No noté muchos cambios. Los alumnos tienen sus días malos, revoltosos, pero para mí fue muy gratificante el reencuentro.

Publicó un libro titulado «El arte de saber respetar: La tolerancia en la vida cotidiana». ¿Se ha perdido el respeto y la tolerancia?

Yo soy muy anglófila desde que estuve en Londres con 17 años y me encantó el respeto que vi allí. A quello me impactó y luego decidí escribir ese libro. Se ha perdido el respeto por una concepción a mi juicio, equivocada, de la práctica de la libertad. En Inglaterra nadie piensa que el respeto sea represión sino unas normas de convivir y de tolerancia. Nadie se salta la barrera del metro, por ejemplo. Me impresionó ver el respeto con que se escuchaba al «speaker corner », aunque no se estuviera de acuerdo con nada de lo que dijera. En España sería imposible porque habría gente mofándose de ellos. Yo, a mi padre, le llamaba de usted.

Y ahora muchos alumnos tratan a sus maestros como colegas.

Sí. Y esto es un error, aunque a veces los profesores confunden también las cosas. Creen que la cercanía se mide en el trato en lugar con la tranquilidad y seguridad que da saber que se preocupan de ti y de que te van a transmitir sus conocimientos.

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