El Béarn, cuna de los apellidos galos de Sevilla

Muchos de los apellidos franceses que hoy conocemos en la capital andaluza son originarios de la región francesa localizada a los pies de los Pirineos

La familia Haurie en Francia durante las vacaciones en el municipio francés ABC

Pedro Ybarra Bores

La principal vinculación de los apellidos galos sevillanos con Francia proviene de la región del Béarn (departamento de Pirineos Atlánticos), lugar desde el que llegaron a la capital andaluza en el siglo XIX dos primos: Augusto Peyré Sarrat y Juan Candau Peyré . «Los Candau y los Peyré proceden de Saucède , y nosotros de Lucq de Béarn , un pueblecito muy cercano de la región. Como el Béarn fue el último reino independiente de Francia y allí existían las leyes del mayorazgo, los hijos segundones tenían que emigrar para no fragmentar la tierra. Solían viajar a lugares en los que tenían familiares», comenta Juan Andrés Haurie Relinque .

«Mi tío abuelo Augusto era familiar de los Candau, al ser segundón de su famila vino a trabajar a Sevilla con los Candau, que ya estaban asentados en El Coronil, adonde habrían llegado tras los Cien Mil Hijos de San Luis . Augusto Peyré trabajó en una tienda de coloniales en El Coronil. De esa tienda se fue a trabajar a casa de unos proveedores, que eran los Caminos (Almacenes Los Caminos ) a Sevilla y trabajó para aquella familia y llegó a ser un directivo importante de la empresa, le urbanizó a la familia Caminos la finca de «La Palmera», en esa urbanización le regalaron a la ciudad el Paseo de La Palmera, y por ello la primera calle de la Palmera hacia el sur, donde se encuentra la Casa Rosa, es hoy la calle de Agusto Peyré», añade Juan Andrés Haurie.

Los Caminos no tuvieron hijos y le dejaron las tierras a sus sobrinos y los negocios a sus tres apoderados, entre ellos Augusto Peyré, que compró su parte a otros dos y quedó como dueño de los Almacenes Los Caminos. Su matrimonio con una sobrina de 18 años (Juana Peyré Estoueigt) no le dio descendencia, por lo que llamó a varios sobrinos para que se hicieran cargo del negocio, cuatro apellidos fraceses sevillanos que llegaron también de la mano de Peyré: Haurie, Lahore, Pommarez y Masigoge. «Tenemos primos hermanos en Francia porque los hermanos de mi padre se quedaron allí y conservamos la casa natal de mi padre en Francia, adonde vamos todos los veranos», añade Haurie.

Tradiciones francesas

Lucq de Béarn ABC

«Conservamos muchísimas tradiciones francesas. Todos los veranos vamos allí, nos traemos el foie de la matanza anual de los patos, salchichón, embutido francés bearnés (andoulle), el menú de la comida de Navidad siempre es francés, somos casi todos bilingües perfectos, estudiamos en la Escuela Francesa de Sevilla, de la que mi padre y mi tío fueron presidentes del consejo escolar. De hecho, mi tío Jorge cedió la parcela en la que hoy está el colegio. Hemos seguido muy vinculado a la colonia francesa en Sevilla», recuerda uno del más de medio centenar de Haurie que viven hoy en Sevilla. Las dos ramas descendientes de Juan Candau Peyré (los Candau Fernández Mensaque y Candau Vorcy) son hoy más de cuatrocientos en Sevilla.

«Los Candau ya estaban en Sevilla, pero el primer Haurie que vino a Andalucía no fue mi padre, fue Juan Haurie , considerado fundador de las bodegas Domecq, apellido también francés y bearnés», asegura Juan Andrés Haurie.

Por otra parte « Rafael Laffitte y Laffitte , el padre de mi tatarabuelo, llegó a Sevilla a mediados del siglo XIX, tras adquirir varios negocios en Sevilla y provincia, el cual previamente por motivos profesionales estuvo un tiempo habitando diversos lugares: Cádiz, Olorón de Santa María; Francia, en Cuba y por último en El Puerto de Santa María. A España llegó con su mujer y sus dos hijos, Rafael y Julio Laffitte de Castro, este último fue el primer Conde de Lugar Nuevo y rama de la cual arranca la descendencia Laffitte en la ciudad de Sevilla», dice Curro Laffitte Ageo .

Pirineos Atlánticos

Reunión familiar de los Laffitte ABC

También proceden los Laffitte de los Pirineos Atlánticos (Montagut), al menos desde principios del siglo XVIII, «y eran fundamentalmente empresarios agrícolas, ceramistas y ganaderos de reses bravas, entre otras actividades. Algunos de ellos ocuparon altos cargos en el Ayuntamiento de la ciudad de Sevilla», añade. «Hoy aproximadamente unas doscientas personas llevan este apellido», asegura María Laffitte Ageo , «y en la actualidad hay descendientes de Rafael Laffitte y Laffitte asentados principalmente en Sevilla, Madrid, Bilbao y El Puerto de Santa María», añade.

Para buscar el origen español de la familia Raynaud, otro apellido de origen francés, hay que remontarse a los Cien Mil Hijos de San Luis. Fue entonces cuando un capitán del ejército francés quedó prendado de una jerezana que le hizo quedarse en España, comentaba Estrella Yánez en un artículo publicado en 2003, donde aseguraba que incluso el político Jaime Raynaud era descendiente de ese militar francés en sexta generación.

«El matrimonio vivió en Barcelona y fue un abuelo de Jaime Raynaud, con el que también coincide en nombre, el que se trasladó y asentó en Sevilla», afirmaba. «En este caso el apellido procedía de Perpignan», añadía.

Colonos europeos

También tienen origen francés apellidos de quienes participaron en el sueño ilustrado de Carlos III para repoblar con colonos centroeuropeos a los que se captó con propaganda sobre la «feraz y feliz España», amplias extensiones de terreno entre Despeñaperros y Cádiz, pero que tampoco dejaron de lado a Sevilla, según explicaba José Antonio Fílter en su libro «Inmigrantes Centroeuropeos en la Andalucía del siglo XVIII».

Pablo de Olavide fue el superintendente de las «Nuevas poblaciones», a las que llegaron familias completas y son el origen varios ayuntamientos, en su mayoría de las provincias de Jaén y Córdoba y los sevillanos de Cañada Rosal y La Luisana-El Campillo , aunque dicho episodio es menos conocido.

Las poblaciones sevillanas son las últimas que Olavide logró fundar en 1768, encrespando a la oligarquía ecijana, ciudad a la que se despojó de terrenos improductivos para repartirlos en «suertes». Hoy se conservan, además de algunas costumbres, como los huevos de Pascua pintados que se pasean en cestos de croché cada Domingo de Resurrección, un urbanismo peculiar y rasgos característicos: abundan los vecinos pelirrojos, pieles pálidas y ojos azules. A Cañada Rosal llegaron sobre todo alemanes y a La Luisiana, franceses del norte pricipalmente, que pronto comprobaron que España sí tenía «filos». Muchos murieron al no adaptarse al tórrido verano de la Campiña, en el que se disparaban las muertes.

Ni están todos los que son, ni son todos los que están, lo que es cierto es que existen otros muchos apellidos de origen francés ( Penin, Domecq, Orleans, Verdier, Guitard , etc.) que son testigos de la fuerte vinculación que ha existido, al menos desde el siglo XVIII, del país galo con la capital de Andalucía.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación