José Manuel de Paúl, presidente de la sección IV de la Audiencia de Sevilla

«¿Por qué a alguien que no lo ha hecho bien como ministra la nombran fiscal general?»

José Manuel de Paúl, que se marcha al TSJA, afirma sentir «más miedo de los jueces que quieren demostrar su independencia que de las presiones»

José Manuel de Paúl en su despacho de la Audiencia de Sevilla Raúl Doblado

Mercedes Benítez

Es prácticamente imposible encontrar en los tribunales sevillanos a alguien que hable mal de él. José Manuel de Paúl (Madrid, 1957) se marcha a la sección de apelaciones de la sala de lo Civil y Penal del TSJA después de 36 años en Sevilla y casi veinte presidiendo la sección IV de la Audiencia de Sevilla.

Es respetado por toda la judicatura sevillana porque este magistrado, de reconocida ideología progresista, es un hombre amable en el trato con todo el mundo . Y José Manuel de Paúl, siempre atento con la prensa, es una especie de wikipedia a la que todo el mundillo judicial acude cuando tiene una duda procesal.

Ahora, a punto de marcharse a Granada, contesta a las preguntas de ABC. Del nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado dice que, aunque profesionalmente le deja «frío» porque le afecta «sólo de forma indirecta», lo importante «no es esa puerta giratoria» de un cargo a otro. Lo que realmente se pregunta es «¿por qué alguien a quien no se renueva como ministra de Justicia , porque no lo ha hecho bien, se la nombra fiscal del Estado?». Luego matiza que lo importante es «cómo desempeñe el cargo».

De Paúl, que confiesa sentir algo de nostalgia por dejar atrás a sus compañeros de la sección penal con los que tan buen ambiente de trabajo ha mantenido estos años, cree que la ideología « afecta más a la idea de lo que es la Justicia» que a la forma de aplicarla. Aunque eso sí, admite que siempre hay «una determinada horquilla» a la hora de imponer una pena más elevada que otra, algo que dependerá del juez que dicte sentencia.

El juez afirma que «ha sufrido» en algunos juicios e incluso ha dictado sentencias «muy a disgusto»

¿Se nota la ideología del juez en un caso de corrupción? Según el magistrado, en teoría no debe notarse porque son juicios «más técnicos» que él de alguien que ha cogido el dinero de un cajón.

De Paúl rememora sus años dictando sentencias. ¿Su mejor recuerdo? El de una mujer a la que concedió un permiso penitenciario que la cárcel le había denegado previamente y que al poco tiempo se presentó en su despacho a darle las gracias. De hecho, el magistrado sigue siendo un firme defensor de la reinserción y de abolir la prisión permanente revisable que cree que «no tiene ningún sentido en España», aunque exista en toda Europa porque la tasa de criminalidad no es tan alta y porque en otros países se instauró tras eliminar la pena de muerte que no existía en España.

Cuando se le pregunta por lo más negativo, el juez recuerda que «ha sufrido» en muchos juicios y a la hora de dictar las sentencias. Y recuerda un caso en el que condenó a un joven que había asaltado a varios conductores de Tussam a los que les robaba la recaudación amenazándoles con un objeto punzante. Le impuso un apena de 11,5 años porque fueron varios atracos. Una sentencia que firmó «muy a disgusto» y de la que se arrepintió cuando después el Tribunal Supremo determinó que en casos similares podían aplicarse penas menores.

«El juez que pierda la sensibilidad debería cambiar de oficio. No somos máquinas de meter gente en la cárcel»

«El juez que pierda la sensibilidad debería cambiar de oficio» , explica. Él considera que esa sensibilidad es una garantía para el ciudadano porque los jueces «no somos máquinas de meter gente en la cárcel» , sino que, por el contrario, aboga por tener «sensibilidad y conciencia» antes de mandar a nadie a la cárcel. Se indigna cuando oye comentarios como que ocho años de cárcel son «un regalo para el delincuente» y recuerda que, aunque las prisiones españolas son mejores que en otros países, los reclusos pasan más de doce horas en una celda. «Los niños de la ESO deberían tener una asignatura en la que pasaran unas horas en la cárcel», dice.

En cuanto a la situación de la Justicia en España, el magistrado considera que lo que hace falta no son tanto medios materiales como que haya una carga de trabajo «razonable» que sea resuelta por jueces preparados y acabar con «la presión numérica» de que lo que importa es resolver muchos asuntos. También es partidario de un sistema en el que sea el fiscal el que investigue junto con la Policía y con un juez de garantías.

Y cuando se le pregunta si ha sentido las presiones a la hora de dictar una sentencia también es tajante: «me da más miedo el juez que quiere demostrar que es independiente que las presiones en sí mismas» porque, según recuerda, las presiones «si son sociales van en la nómina, y si son institucionales lo que hay que hacer es denunciarlas». Él nunca las sintió. Salvo en algunos «casos chorrras».

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