Cuando un paciente con párkinson no responde adecuadamente a los fármacos orales, la enfermedad comienza a avanzar e intensifica su discapacidad. Esto le sucede a 10 % de las 150.000 personas que hay en España. Para evitar los trastornos de comportamiento, cognitivos e incluso motores, en la Unidad de Neurología del Hospital Francesc de Borja de Gandía se ha comenzado a incorporar a la terapia, tanto la sonda intraduodenal como el gel del medicamento levodopa/carbidopa. Esto hace que la sustancia pueda liberarse de modo continuo a lo largo del tiempo, cuando se suministra con la sonda, o que alcance una mayor estabilidad y reducir los síntomas.
“La labor multidisciplinar llevada a cabo Hospital de Gandía ha sido excelente”, afirma la doctora María Boscá, neuróloga del Hospital de Gandía. “La implicación de neurólogos y enfermería con amplia experiencia en enfermedad de párkinson, así como la estrecha colaboración del servicio de Digestivo, que se encarga de realizar la gastrostomía endoscópica percutánea –PEG- para colocar la sonda en el paciente, es fundamental a la hora de la correcta implementación del tratamiento”.
Evitar la sobrecarga del cuidador
La administración por vía continua intraduodenal hace que el efecto del fármaco se mantenga constante a lo largo del tiempo, gracias a que suministra la dosis adecuada para cada paciente. Así se contrarresta la pérdida de autonomía del enfermo, que puede convertirse cada vez más en una persona dependiente, lo cual genera una sobrecarga en el cuidador. Este tipo de tratamiento avanzado mejora la capacidad de los cuidadores y la calidad de vida del paciente.
El párkinson es neurodegenerativo y afecta al sistema nervioso central, al destruir las células productoras de dopamina, con las que se coordina la actividad y tono muscular y los movimientos. Se prevé que su incidencia aumente en los próximos años debido al envejecimiento progresivo de la población.
