Los síntomas asociados a la alergia al polen son los responsables de que aproximadamente el 10% de la población española no disfrute de la primavera. Además, los pacientes a menudo sufren un agravamiento de su sintomatología debido a factores como la contaminación ambiental.
Pero, si es de los que fuman, al menos podrá atenuar los síntomas dejando este vicio tan perjudicial, ya que el humo del tabaco acentúa las molestias.
«El humo del tabaco es irritante para la mucosa de las vías respiratorias con lo cual agrava el proceso inflamatorio que ya de por sí se produce con la alergia y la persona afectada tendrá síntomas más acentuados», señala el doctor Pedro Ojeda, director de la Clínica Ojeda de Asma y Alergia.
Además, ese humo favorece un mayor tiempo de contacto de los alérgenos que quedan retenidos en el moco con la mucosa nasal y bronquial y esa mayor retención de moco «aumentará la sensación de congestión y puede, en algunas ocasiones, complicarse con sobreinfecciones, siendo causa de sinusitis o bronquitis», agrega el doctor Ojeda.
No solo los fumadores deben tener cuidado, también quienes involuntariamente respiren ese humo de los cigarros. De ese modo, podrían notar una mayor resistencia al tratamiento con antihistamínicos ya que la inhalación pasiva tendrá los mismos efectos sobre las vías respiratorias.
Lo mejor: dejar de fumar
Una vez que el fumador ha decidido dejar este hábito para mejorar su respuesta al polen y su estado de salud general, lo más adecuado es que solicite ayuda médica para aumentar las posibilidades de éxito, ya que se estima que una breve conversación de entre 2 y 5 minutos de duración con el médico incrementa significativamente las posibilidades de curación, llegando incluso a duplicarlas.
Si, además, las visitas al médico se complementan con una terapia farmacológica adecuada, algunos estudios evidencian que se puede prevenir 1 de cada 16 muertes prematuras por enfermedad cardiovascular entre fumadores.
