Cristiano Ronaldo
Cristiano Ronaldo - efe

Español-Real MadridCristiano se pone al día

Fenomenal exhibición goleadora del Real Madrid. Cinco goles del astro portugués y un buen funcionamiento conjunto del equipo. Brillaron Modric y el asistente Bale

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Español906Real Madrid

Se puso al día Cristiano y el Madrid, alineados sus planetas, encontró una optimista versión de sí mismo.

[Narración y estadísticas del Español-Real Madrid]

En la alineación del Español había un par de López, un Sánchez, un Álvarez y un González. Recordaba a la «españolez» de Sánchez Ferlosio.

Antes del partido, hubo un homenaje a Tamudo. Leyenda Tamudo. «El máximo goleador catalán en Liga», anunciaba la megafonía. Pusieron sus goles más importantes y cuando apareció el que le costó una Liga al Barcelona aplaudió todo el estadio, blancos y pericos.

El Madrid llegó en un autobús distinto. Sin el escudo ni los colores corporativos. Un Madrid de incógnito. Podían ser unos jubilados camino de Benidorm o la última orquesta del verano.

De allí salieron, sin embargo, las estrellas. No estaba Kroos, pero sí Casemiro, que estuvo bien junto a Modric. Pegó un par de patadas que contrastaban mucho con lo que se espera de alguien del Madrid, que es recibirlas.

Los detalles de Benítez

En el primer minuto hubo una ocasión del espumoso Caicedo que paró Keylor. De ahí en adelante no hubo Español. En el minuto 6, Modric dio un pase lago para el desmarque de Cristiano. Controló el balón y en un instante vimos pasar todas las portadas y estadísticas de estos días. Ya no eran nada. Templó y marcó.

Casemiro y Modric, de amarillo fosforito y rosa, parecían dos subrayados tácticos de Benítez, y Benzema ordenaba de un modo natural la BBC, que dejó de ser el juego de cubiletes de un trilero loco.

En el minuto 15, penalti a Bale y Cristiano marca el segundo. Lo curioso es que, antes de lanzarlo, Benítez, completamente desentendido del penalti, le daba un insistente turre táctico-posicional a Carvajal para que cerrase bien el posible contragolpe. En eso estaba.

No falló, no tuvo Carvajal que cerrar nada, y, con el 0-2 en el marcador, en los ojos de Cristiano ya estaban los dos pares de cerezas esperando encontrar el hat trick. El hat trick es para Ronaldo algo personal y necesario. Como un compuesto vitamínico exclusivo. Se parece a ese vecino o primo que todos tenemos que, contra todo consejo, vive obsesionado preparando el ironman pegándose unas palizas endiabladas e inútiles. La carrera de Cristiano está llena de abusos menores, a veces hasta olvidables, pero que conforman algo así como una ética superior del deportista. Su ironman particular.

El tercer gol llegó tras un gran pase de Bale, Cristiano se movió de maravilla entre dos defensores del Español. Era el momento de empezar a tener en cuenta al Bale asistente.

La defensa periquita fue un desastre durante todo el encuentro. Todos los balones madridistas buscaban escandalosamente el hueco entre Ciani y Arbilla; lo de Ciani, concretamente, era preocupante. Se le subían los delanteros del Madrid como a un tiovivo, se le enganchaban como skaters a un coche. Además de esta brecha, la incapacidad para sacar la pelota era notoria y desesperaba a los aficionados locales.

Que Cristiano había vuelto lo supimos cuando se fue por la banda intentando, ufano, bicicletas y adornos. Estas cosas son para él como los arpegios para los guitarristas flamencos. Su modo de ser.

Lo mejor del Madrid llegó en el cuarto gol, participado y rapidísimo, casi un gol veloz del mourinhismo: Modric de primeras, Bale en el carril central como Corbalán, y pase a Cristiano que asiste a Benzema. Aún pudo marcar Benzema antes del descanso, pero hubo piedad para el españolismo. Es una afición plural, que se dice. Algunas banderas españolas y algunas independentistas. Cantan y pitan a la vez el «Que viva España». La realidad es así, compleja. La realidad es perica.

Bale asiste, Cristiano golea

En la segunda no cambió el partido, debatiéndose entre ser o no ser pachanga. Había que rescatar los detalles. En una contra en la que Cristiano pasó tarde a Bale, que venía de darse una carrera extenuante, se produjo algo que sólo enseñan las cámaras, si lo enseñan: Cristiano extendió el brazo pidiendo disculpas a Bale, que, cabizbajo, exhausto, probablemente irritado, no vio el gesto. La acción volvió a repetirse y la incomunicación persistía por una especie de mutua timidez. No coincidían las miradas. Entraban ganas de saltar como espontáneo para decirle a Bale: «Gareth, no lo has visto, pero Cristiano, por increíble que parezca, te ha pedido perdón. Ha empatizado inmediatamente con tu carrera en balde». ¿Quedaría sin reparar ese malentendido? Poco después, cuando Bale le fabricó el 0-5 a Cristiano, este se fue a por él antes de celebrar nada.

El Español no atacaba. Ramos podía con Caicedo con una rara facilidad. Para él era como un entrenamiento de fuerza, más intenso, como con un chaleco con peso. Caicedo es un jugador de melancólica desproporción. Falló un gol cantado tras parada de Keylor. En su potencia suenan todos los cascabeles, pero no llega a nada.

El Madrid dejaba su puerta a cero en un partido en el que otras veces se hubiera relajado. La capacidad liguera de un equipo se mide en estos minutos sin historia. Será una liga estadística, de números pequeños, de minutos sueltos.

Le sirvió a Cristiano para ponerse al día y saltar un trimestre de la historia blanca, a muy poco de Raúl y Di Stéfano, y le sirvió al Madrid para trabajar futuras virtudes.

Cuando el partido muere el espectáculo está en los entrenadores. Y es entonces cuando Benítez le da nervio al club. En el 55, entró Kovacic, ¿para qué esperar más? Descanso para Modric, una superestrella del fútbol actual. Es un Redondo sin codos, un Seedorf sin humo jamaicano, un medio como no ha tenido el Madrid en tiempo. En cuanto a Kovacic, le gusta correr, propende a la diagonal, a superar una línea defensiva con conducción, pero falta por verle aún la panorámica.

Casemiro estuvo bien, aunque a veces le diera justo a la válvula de la pelota. Es ese imposible consistente en dar con la uña en el sitio donde se inflan los balones.

Entró después Lucas Vázquez, ovacionado por su antigua afición (más «españolez» entrañable y perica). Es un jugador simbólico, llamado a proyectar «beniticidad» en el campo. Cómo estaría el Español que tuvo dos a la altura del mejor extremo. Una acabó en el 0-6, el quinto de Cristiano, que parecía un Dios pletórico y precolombino al que le hubieran sacrificado varias criaturitas. Tras este gol, la gente del Español empezó a pensar dónde había dejado el coche.

Ver los comentarios