James Rodríguez, en un lance del Real Madrid-Granada
James Rodríguez, en un lance del Real Madrid-Granada - efe

El regreso de James

Los tres de arriba del Madrid se sienten más cómodos con un centro del campo que distribuye y sostiene

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Todavía con el don de la ebriedad de los nueve goles al Granada en la memoria, el Madrid ha comenzado la cuenta atrás de la Liga. En los últimos meses se ha dejado ocho puntos frente al Barça. Y no es que los culés estén para derrochar, porque en el partido del pasado domingo frente al Celta mostró más las carencias que las virtudes. Las buenas noticias son el regreso de James, la recuperación, en excelente estado de forma, de Modric y la serena presencia de Kroos. Además de los cinco goles de Cristiano, claro, el ímpetu de un jugador formidable, como es Bale, y la exquisitez, cuando se pone, de Benzema.

Los tres de arriba se sienten más cómodos con un centro del campo que distribuye y sostiene.

Queda el asunto Isco, pero para eso está el entrenador, y sus ecuaciones. Le vendría bien a Ancelotti la vieja sentencia de Cortázar: «Aquí la cuestión es creerse genio y acertar». Los madridistas no tienen margen de error, ni para empatar, porque ya no dependen solo de lo que hagan. Pero visto a qué juegan los de Luis Enrique hay mucha Liga. Este mes de abril se decide todo. El mantra de las rotaciones sirve para entretener a la peña pero se hace difícil pensar que se deja en el banquillo a un titular para que descanse, ¿de qué? ¿Se imagina alguien a Cristiano descansando o a Bale? Bastante lío es el de las sanciones y lesiones como para jugar con fuego en partidos decisivos. Y ahora, que empieza todo, que llega la traca final, no es el momento de inventar alineaciones.

Frente al Rayo, con un Bueno sobresaliente –sorprende que al mayor goleador español Del Bosque lo ignore- y un equipo correoso, lo conseguido ante el Granada, frescura en las acciones, movimientos rápidos y contundentes, debe consolidarse. Michael Levine, dedicado a la publicidad en Estados Unidos acuñó una frase que más vale se apliquen estos días los del Bernabéu: «Tener hijos no le convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no le convierte a uno en pianista».

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