La versión trueno del Madrid minimiza al Rayo

El Madrid más poético desde la Quinta del Buitre, el que ha cautivado al planeta fútbol en las últimas tres semanas, corre peligro de extinción. Con Bale ya recuperado, la BBC vuelve a su habital natural: el once titular. Eso tiene en Isco y en el estilo de juego dos daños colaterales de poca o ninguna consecuencia en el marcador final, pero sí en el romanticismo. Esa maravillosa versión del Flautista de Hamelín que se había sacado de la chistera Ancelotti solo será posible con los cuatro centrocampistas sobre el tapete. Con los tres de arriba sanos suena utópico el anhelo. Sentar a una bala que ha costado 100 millones de euros y que te asegura más de 20 goles por temporada y otras tantas asistencias no es plato que desee degustar un entrenador con medio dedo de frente.

Ante el valiente Rayo, el Madrid relámpago se fue al parón de selecciones con un contundente 5-1 pero sin el hechizo de la música. (Narración y estadísticas)

No habíamos llegado a los ocho minutos de partido cuando Bale ya había batido la portería del Rayo. Complicado prescindir de un futbolista así. Un buen robo de Kroos a Trashorras en la salida de balón de los Jémez terminó en un pase del alemán que Gareth remachó a la red. Es elogiable la idea futbolística del entrenador cordobés pero cuando es el Madrid el que está delante, una pérdida en campo propio es pedir a gritos la guillotina. Antes del descanso, Ramos hizo el segundo, en un remate sin querer con la rodilla a la salida de un córner; y en la jugada siguiente, Bueno, gracias un inexplicable regalo de James a Baptistao, dio algo de esperanza a los suyos con el 2-1. Los números en el refrigerio hablaban claro de la pérdida de prosa del Madrid: El Rayo dominaba el balón con el 52% de la posesión. Así sería también al final del partido a pesar de la paliza blanca.

Ésta se cuajó en el primer cuarto de hora de la segunda mitad. Tras un gol bien anulado a Baptistao, por fuera de juego, se desató la tormenta. En el 56, Kroos se marcó una preciosa banana a ras de hierba desde 25 metros imposible para Álvarez. Dos minutos después, Benzema, en clara posición antirreglamentaria, remató a placer una asistencia de Cristiano. Restaba media por delante y el 4-1 ya era demasiada cuesta para un Rayo que empezaba a sacar la lengua.

Cerró la cuenta Cristiano y acabó así con los fantasmas de su insaciable exigencia: tras doce partidos consecutivos marcando, no había visto puerta contra el Liverpool y ante el Rayo volvió a pecar de cierta ansiedad en ocasiones que él no suele perdonar. Su anestésico gol, en colaboración con un desafortunado Cristian Álvarez, es el número 18 en Liga en 11 jornadas. El que estuvo acertado, y mucho, fue Keylor Navas, titular por segunda vez en el campeonato. El costarricense se benefició de las rotaciones de Ancelotti y demostró que hay relevo de garantías para cuando Casillas decida abdicar. Pero esa será otra historia. De momento, el presente sitúa al Madrid del toque y del trueno líder, según se tercie, con 27 puntos. Parón feliz en Concha Espina.