Raúl Fernández, director de la bodega, con el vino premiado por Prodetur
Raúl Fernández, director de la bodega, con el vino premiado por Prodetur - A.C.
SIERRA NORTE

Constantina hace el mejor vino tinto de Sevilla vendimiando de noche

La bodega La Margarita, propiedad de la familia de Raúl Fernández, ha colocado sus caldos en los mejores gastrobares de Madrid, Barcelona, Sevilla y Canarias

CONSTANTINA Actualizado: Guardar
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Cocolubis es el nombre de los primeros vinos que durante el Imperio Romano se producían en la provincia Bética y se transportaban en ánforas hasta la capital de la antigua Roma donde eran muy conocidos y apreciados. Pero también es el nombre del mejor vino tinto con envejecimiento en barrica de la provincia de Sevilla, distinción que ha conseguido la bodega La Margarita, de Constantina, en el I Premio Vinos de la Provincia de Sevilla, organizado por Prodetur.

Es el reconocimiento a más de veinte años que la familia de Raúl Fernández lleva trabajando en unas tierras «de gran calidad», según señala el propio empresario. A sus 39 años, este constantinense licenciado en Ciencias del Trabajo lleva más de media vida entre prensas, mostos y barricas.

«Me gustaba mucho la elaboración del mosto y colaboraba con un lagar que había en Constantina, cuando los dueños se jubilaron me animaron a poner en marcha el negocio», explica Raúl.

Bodega familiar

Él mismo es el que se ocupa de preparar la tierra, plantar los sarmientos, hacer las pruebas e incluso promocionar sus vinos, aunque cuenta con el apoyo de su padre y de su familia, y en épocas de vendimia y poda contrata entre seis y nueve personas.

La bodega está ubicada en un antiguo lagar que se encontraba en ruinas cuando en 1995 el padre de Raúl compró la finca. Arrancaron parte de los olivos que había y en 1998 plantaron las primeras cepas que hoy ocupan casi ocho hectáreas de las 32 con la que cuenta la propiedad.

Cuatro años más tarde comenzaron a hacer mosto, aunque Raúl quiso ir más allá y se propuso hacer un vino tinto de calidad. Compró barricas de roble americano, francés y húngaro. «Para mí es fundamental la tierra en la que se cría la viña, pero también que la madera en la que luego madura sea de calidad y aporte al vino», explica Raúl a ABC Provincia.

Desde hace cuatro años practican la vendimia nocturna, una ancestral costumbre que según Raúl «permite que la uva conserve todas sus propiedades ya que no se rompe la cadena de frío y el proceso es más natural. Al bajar la temperatura durante la noche la uva entra en el proceso de prensado a 11 grados y la fermentación la hace por si sola».

En total la campaña pasada recogieron sesenta mil kilos de uvas de variedades muy diversas entre las que se encuentran moscatel, tempranillo, garnacha tintorera o syrah, entre otras muchas.

El primer vino que elaboraron fue el Pago del Zancúo que debe su nombre a la zona donde se encuentra la bodega a 4 kilómetros de Constantina en dirección hacia San Nicolás del Puerto. «El primer año sacamos mil botellas y este año tenemos unas 14.000 botellas del Pago del Zancúo» comenta Raúl. Luego le siguieron otros cinco tintos: Borboleta, 2 Juanes –el nombre de su hijo y de su padre–, Zancúo Selección y Cocolubis; y otros tres blancos: Zancúo Chardonnay, Castillo de Constantina y Borboleta Frizzante.

Principalmente venden sus vinos en la provincia de Sevilla aunque también se pueden encontrar en Madrid, Barcelona o Canarias. En Sevilla capital unos 130 gastrobares cuentan con vinos de La Margarita y están en ocho tiendas especializadas.

La próxima campaña la bodega La Margarita incorporará una nueva barrica que le han fabricado expresamente con madera de castaños de la propia finca. La Sierra Norte de Sevilla llegó a tener 4.300 hectáreas de viñedo.

Parte de este vino envejecía en barriles de castaño de la comarca, aunque esta tradición se perdió porque era muy costoso el transporte y aparecieron nuevos recipientes. «Estamos deseando experimentar con este tipo de madera, queremos ver qué le aporta al vino y ojalá que sirva, además, creemos que si funciona puede ser una forma de reactivar la economía ya que antes la madera se trabajaba mucho en la zona y ya nadie se dedica a eso», explica Raúl.

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