Salud

El polvo en suspensión y la falta de lluvia, problemas para los alérgicos esta primavera

Un reputado inmunólogo recomienda el tratamiento preventivo y las mascarillas como forma de que los pacientes hagan frente a los molestos síntomas

Los doctores siguen recomendando usar mascarillas a las personas alérgicas para evitar los efectos del polen en la salud. Javier Carrión
Verónica Sánchez

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Picor de ojos y nariz, estornudos frecuentes, secreción nasal acuosa, sensación de taponamiento nasal, lagrimeo, ojos rojos, falta de aire, tos seca, pitos en el pecho o sensación de opresión torácica. Si sufre varios de estos síntomas probablemente sea uno de ocho millones de alérgicos al polen que hay en España, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). La gran parte de ellos, siete millones, son alérgicos a las gramíneas, seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria.

Actualmente la situación en la provincia de Cádiz es «similar a la de toda España», explica a este periódico el inmunólogo gaditano Francisco Moreno Benítez, miembro de Alergosur y doctor del Centro Médico Asisa Dr Lobatón. «La cantidad global de polen es baja porque estamos en una sequía, pero el problema que tenemos es que, aunque las plantas están produciendo poco polen, lo transmiten a la atmósfera y, con los vientos, se quedan en el aire. Además, cuando llueve se filtran los pólenes, pero como no tenemos lluvias, la poca cantidad de polen que hay se queda en la atmósfera y no se elimina», detalla. «Si llueve cada 7 u 8 días en primavera, por ejemplo, el paciente mejora de forma notable. Eso ahora no ocurre. El polvo se queda en suspensión», advierte el doctor Moreno. «Este año la primavera está siendo moderada», en lo que se refiere a afección para las personas alérgicas, narra el experto, «debido a la menor producción de polen. Pero la calima y los vientos intensos empeoran a los pacientes».

Importancia del diagnóstico

Si hasta hace unas semanas los pólenes que más había en la atmósfera eran los de ciprés, actualmente, cuenta el alergólogo gaditano, encontramos a gramíneas (más sensibles a la sequía) y el olivo (menos afectado por la falta de lluvias, ya que es de secano). A primeros del mes de abril tuvo lugar la «primera eclosión primaveral», explica el doctor Moreno, por eso «los síntomas molestos constantes se han acentuado desde entonces».

Respecto al tratamiento, aconseja el doctor Moreno, lo ideal es que, si no ha sido aún diagnosticado como alérgico, no lo confunda con un catarro y, ante síntomas persistentes sin mejoría acuda al alergólogo. «Es importante saber si se es alérgico o no, porque cada polen tiene una fecha en el año y así podemos hacer algo que es muy importante: prevenir», advierte. Por eso, lo ideal es que los pacientes empiecen con el tratamiento «días antes de la aparición del polen, controlando y evitando que se deteriore su salud y afecte a las vías respiratorias».

«Además del tratamiento preventivo, tenemos que ser conscientes de que el tratamiento de un alérgico no es constante, porque depende de lo que haya en el ambiente», explica. Así pues, «los pacientes pueden dejar el tratamiento en verano o reforzarlo en primavera». Y más aún, «una vez que lo sabemos y nos hemos anticipado a los síntomas se puede utilizar una vacuna que cura la alergia y el paciente no tiene que estar a expensas de la medicación todas las primaveras de su vida».

A la hora de prevenir la aparición y la intensidad de los síntomas de la alergia, el doctor Francisco Moreno Benítez defiende el uso de las mascarillas. «Desde hace décadas, cuando llega el polen del olivo, en Jaén todo el mundo usa mascarillas. Eso es lo normal en nuestra práctica médica». Y advierte, «cada vez el polen de olivo y las consiguientes alergias van a ir a más, porque se está sembrando un mayor número de olivos».

Otra circunstancia a tener en cuenta, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, es el aumento de las temperaturas debido al cambio climático, que provoca el incremento de las enfermedades alérgicas por pólenes, debido a tres circunstancias: el aumento en la concentración de los pólenes, el mayor tiempo de exposición y la agresividad potencial a la que se ven sometidos debido a los contaminantes químicos.

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