Tribuna

El desconocido patrimonio religioso de Cádiz como atractivo turístico

Estaría bien que el pueblo de Cádiz, como le gusta decir a nuestro repipi alcalde, fuera consciente de que durante la Magna, la ciudad se juega mucho en términos turísticos

Presentación del cartel de la Procesión Magna. L.V.

Manuel de la Varga

Cádiz

Ya hay contabilizadas alrededor de cincuenta excursiones organizadas desde todos los puntos de Andalucía e incluso de más allá de Despeñaperros. Cincuenta autobuses. A esto hay que sumar las personas que vendrán a la Magna en sus vehículos particulares o en transporte público.

Los que pueden permitírselo incluso ampliarán su estancia en Cádiz unos días para conocer la ciudad fuera de la temporada alta. En resumen, que el sábado 17 de septiembre Cádiz va a estar a reventar de cofrades de otras poblaciones. Seguro que la mayoría ya conocen nuestra ciudad, pero para muchos otros será su primer encuentro con la ciudad más antigua de Occidente.

Será un día para presumir de ciudad, de chulear de lo que tenemos aquí: sol, buen tiempo, historia en cada esquina, arte que nos sale por los codos (a algunos) y unos bares y restaurantes preparados para la avalancha que se les avecina y dispuestos para atender con una sonrisa y saciar al turismo cofrade que quiere descansar un ratito y tomarse una rubia antes de seguir viendo pasos. Para una ciudad que pretender acoger el Congreso Internacional de la Lengua Española en 2025 esto tiene que ser pan comido.

Para colmo, este año nuestra Semana Santa ha recibido la Declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Aunque todavía muchos no se han enterado de para qué sirve esto, lo cierto es que este reconocimiento es un arma de doble filo, porque si bien es un premio a un trabajo bien hecho (sobre todo por parte del Consejo de Hermandades y Cofradías) será también el mejor argumento de un derrotista para tirar por tierra a la Semana Santa de la ciudad cuando algo salga mal «¿Y esto es de interés turístico nacional?» dirá así, arrugando la nariz y con cara de sieso.

Estaría bien que el pueblo de Cádiz, como le gusta decir a nuestro repipi alcalde, fuera consciente de que durante la Magna, la ciudad se juega mucho en términos turísticos. Es el momento de demostrar que Cádiz no es solo carnaval, que hay Cádiz más allá de julio y agosto, que en nuestra ciudad hay mucho más que playa y pescaíto frito.

Que hay gaditanos y gaditanas pululando por estas tierras desde hace 3000 años dejando su historia, su herencia y su legado. Que por aquí han pasado todos los pueblos de occidente y todos nos han dejado algo, que nuestra ciudad fue el principal puerto con América y parió la primera Constitución y que a lo largo de estos siglos hemos acumulado un tesoro en lo concerniente a imágenes e iglesias, a pesar de ingleses, holandeses y republicanos exaltados, que muchas ciudades ya querrían para sí.

Cuando hablamos de diversificar la oferta turística y desestacionalizarla, es decir que vengan los turistas fuera de la temporada alta, hay que recurrir a otros segmentos turísticos alejados del sol y playa, y el turismo religioso, como una vertiente del turismo cultural se presenta como una importante oportunidad para la ciudad.

Es un buen momento para desterrar tópicos y abrir la mente de los que nos visitan, aunque para eso primero tenemos que abrirlas los propios gaditanos y gaditanas. A ver si nos enteramos de lo que aquí tenemos, y que independientemente de en lo que creamos o no, la ciudad de Cádiz posee un patrimonio religioso sin igual. Quien le quiera negar el valor religioso, es libre de hacerlo, que para eso la Constitución ampara la libertad religiosa, pero que nadie sea tan estrecho de miras como para negar su valor histórico y patrimonial, y por ende turístico.

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