BALANCE

Cádiz y el FIT de los ojos cerrados

Luego de tres años de gestión del tándem Aguilar/Oyarzun al frente del Festival Iberoamericano de Teatro toca hacer análisis de la situación actual de nuestro festival

Lola Cazalilla en la presentación del cartel del FIT

Germán Corona

Cádiz

No sin cierta polémica el Ayuntamiento de Cádiz propuso en el 2020 a Isla Aguilar y Miguel Oyarzun para dirigir dicha edición. Para el año siguiente se elevó a concurso público la dirección artística del mismo, quedando nuevamente bajo el mando de la pareja.

En su momento, parte de la comunidad teatrera iberoamericana se mostró claramente en contra de este nombramiento. No obstante, era necesario dejarles trabajar y apoyar su gestión sin prejuicios.

Pero, como si se tratase de toda una declaración de intenciones, ya desde el principio comenzamos a padecer con propuestas injustificables y absurdas calificadas por los mismos espectadores como tomaduras de pelo. Baste como ejemplo lo que el activista político Marcelo Expósito hizo en La Lechera encerrando completamente a oscuras al público mientras les hacía escuchar audioentrevistas. Desde entonces nos han querido tener con los ojos cerrados. Desde entonces el FIT está siendo dañado por un marcado sesgo político y de total adoctrinamiento.

Esto puede tener su explicación debido a que Isla Aguilar no proviene del mundo de las Artes escénicas. No pongo en duda sus capacidades en Arte o curaduría, áreas donde se ha titulado, pero no dispone de ninguna formación ligada a la escena. A diferencia de Oyarzun, quien es actor graduado en la RESAD y fundador de una compañía.

¿Qué otra impronta pueden plasmar estas personas al FIT más allá de la ideológica? Ninguna. Esto arroja de facto un viraje del FIT hacia cualquier expresión artística, escénica o no, construida a base de un simple pretexto conceptual o político. Una programación alejada supuestamente de cualquier seña colonialista pero que está fomentando desde hace tres años y de forma peligrosa y agresiva una colonización de ideas, lenguajes y formatos.

Tal y como decía el mismo Sr. Expósito (presente estos tres años en el FIT), en su batacazo llamado 'Nocturno de Ulrike', «sois los dueños del lenguaje». Pues esta colonización grave se está dando con una programación alejada de la pluralidad creativa. Desde que han llegado estos directores se han adueñado del lenguaje y lo han manipulado disfrazando de libertades lo que se ha convertido paulatinamente en aleccionamiento. Llevamos tres años de un alto número de descalabros en el diseño de la programación. Falta de propuestas de verdadera calidad artística más allá de su mero contenido panfletario. Conceptual no es sinónimo de artístico.

No hay apenas variedad de géneros y estilos. Todo esta cargado de un sentido de lucha por unos valores que luego están tamizados por miradas burguesas de quienes no conocen verdaderamente la realidad latinoamericana, como ha sido el caso de los espectáculos 'Margem' o en su momento la compañía Rimini Protokoll.

Durante los últimos años, y este 2022 especialmente, la programación ha estado plagada de propuestas unipersonales: autoficción, monólogos, conferencias o acciones performativas de básica visión egocentrista. Esta predilección de los directores por este tipo de ficciones terminan acartonando y raptando la libertad del espectador. Negar al resto de artes escénicas aniquila de golpe la base fundamental de la idea de drama, o sea, de la idea de acción. Drama o acción o cambio. Fenómenos inherentes a la voz interior del ser humano que lo ponen ante sí mismo, o ante el otro. Ya han ido desapareciendo de los escenarios de Cádiz las grandes y ancestrales preocupaciones de la humanidad para dar paso a temas tratados de forma frívola y sin ninguna profundidad.

El FIT debe ser un lugar de experimentación sin lugar a dudas pero no jugando con el dinero público al 'prueba-error'. Se entiende que quien está al mando debe tener la capacidad y claridad de tomar decisiones arriesgadas pero no irracionales o tendenciosas o basadas en gustos personales o filias de cualquier tipo.

Tampoco ayuda esa actitud paternalista del Ayuntamiento hacia sus directores y de ambos hacia lo que se supone necesitamos ver. No necesitamos que nos vengan con entelequias bárbaras y revolucionarios mensajes utópicos. «No necesitamos que piensen por nosotros», frase ésta última dicha por el señor Paco Cano en la reciente inauguración de este FIT 2022.

Desafortunadamente en esta deriva hay mucha responsabilidad de todas las partes.

Las personas e instituciones implicadas, más allá de las palmaditas, ¿han hecho un análisis de los años anteriores? ¿Alguien se ha preocupado por fiscalizar la gestión en todos sus aspectos desde los económicos hasta los que repercuten directamente en la sociedad gaditana? ¿Qué parámetros se están siguiendo para determinar qué rumbo es el correcto y qué objetivos se han alcanzado?

Incluso los medios de comunicación, que deberían ser un espejo de transparencia y verdad pareciesen utilizar la complacencia como método. No se puede concebir que la crítica teatral esté basada en hacer literatura o interpretaciones poéticas de los montajes representados. Al final la crítica se convierte también en cómplice de la situación por la que está atravesando el festival, pero qué se podría esperar viendo periodistas «invitados».

Todos somos responsables de la debacle y lo más alarmante es que quienes están al mando y debieran ser los más preocupados por salvaguardar al festival, ni siquiera son conscientes de lo que están permitiendo. Desde la llegada del tándem nos han querido tapar los ojos.

Tampoco es lícita la injerencia del Ayuntamiento y mucho menos la languidez de sus directores para que se impongan ciertos favoritismos. No puedo negar que la preocupación de Aguilar y Oyarzun sea darnos lo mejor de sí mismos pero falta pluralidad, profesionalidad y rigor por todos lados.

El barco si no se hunde se va a quedar a la deriva, y si no, anclado, pero lo peor es que su tripulación ciega toda ella, nos está vendando los ojos a la vez que nos promete que vamos por el buen camino y eso precisamente no es lo que está sucediendo aquí.

Doy la voz de alarma por el FIT aún a sabiendas de que no servirá para nada.

La motivación de estas líneas no es otra que la de ofrecer otra mirada. Una preocupación legítima de quien lleva detectando desde el primer instante que en los directores del FIT había graves deficiencias en distintos sentidos. El problema no es no saber, sino no querer saber. Ellos dicen «cerrad los ojos», yo digo, «abrid los oídos».

No puedo más que tomarme la licencia de citar a Tiresias, el adivino ciego en 'Antígona', diciendo: «Yo he mirado hacia atrás y a mi alrededor, vosotros mirad hacia adelante y temblad».

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