A Tito Valverde le ha tocado por primera vez en el cine desempeñar el papel de abuelo. Y no es fácil asumir que ya se tiene una edad en la que se empieza a encajar con determinados roles. Los Pepe Isbert, Manuel Aleixandre o Pedro Peña no duran toda la vida y necesitan reemplazo. “Eso no se lleva bien nunca”, aseguró el actor en varias entrevistas en las que le interrogaban sobre esta tesitura a propósito de su trabajo en ’15 años y un día’. No le ha ido mal pese a todo al intérprete de Ávila con el personaje ideado por Gracia Querejeta, en el que se transforma en el padre de Maribel Verdú, que desesperada le pide ayuda con la educación de su hijo adolescente. Ha logrado buenas críticas, una nominación al Goya y regresar a un mundo, el del cine, que olvida rápido a sus protagonistas y los sustituye fácilmente por otros.
Tito Valverde es el actor intermitente. Aparece y desaparece. Aunque siempre está. Con ’15 años y un día’ consigue reivindicarse por enésima vez, como ya le ha tocado hacer en tantas ocasiones antes. Posiblemente el primer alto en su carrera haya que hacerlo en 1991 cuando un desconocido Juanma Bajo Ulloa le ofrece un papel en su ópera prima, ‘Alas de mariposa’, cinta que logró reconocimientos en varios festivales. Tito Valverde era todavía Fernando Valverde, su verdadero nombre con el que apareció en los créditos de cintas como ‘La guerra de papá’, en la que debutó a las órdenes de Mercero, ‘El bosque animado’ o ‘Amanece, que no es poco’, entre otras.
El actor revelaba sus dotes dramáticas y una serenidad y firmeza ante la cámara, que le iban a hacer ganar dos años después el Goya por ‘Sombras en una batalla’. Los noventa son de este intérprete, que trabajó con Urbizu (‘Cómo ser infeliz y disfrutarlo’), con Gómez Pereira (‘¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, ‘Todos los hombres sois iguales’) o Aristarain (‘La ley de la frontera’).
Y fue en esta época también cuando dio vida a un personaje en una serie que forma parte de la historia de la televisión. El de Pepe, el cabeza de familia de ‘Pepa y Pepe’ (en TVE), que trata de poner orden y cordura en una familia desestructurada en la que su autoridad está más que resquebrajada. La ficción permite descubrir a un Tito Valverde tierno y divertido, que logra una enorme popularidad, que no se ve traducida sin embargo en oportunidades en el cine. Vuelve a trabajar con Camus (‘El color de las nubes’) o con realizadores más noveles como Dunia Ayaso y Félix Sabroso (‘El grito en el cielo’), pero su gran papel sigue sin aparecer. No es extraño, por tanto, que regrese a la pequeña pantalla, esta vez para encarnar un personaje completamente diferente al de la comedia de TVE. Valverde se convierte en el taciturno ‘El comisario’, serie en la que se mantendría durante diez años, una década en la que le escasean las películas. Cuando Telecinco cancela la serie en 2009, el intérprete desaparece.
Hasta que Querejeta vuelve a acordarse del que nunca falla, del que garantiza credibilidad, del que resuelve lo que le pongan por delante. Las luces neón no enloquecieron nunca con él. Ni falta que le hace a un actor capaz de reinventarse las veces que haga falta.
