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Crónica familiar
Actualizado: 10:46

CRÍTICA DE CINE

Crónica familiar

Gracia Querejeta narra la historia de un adolescente y su sobrepasada madre, interpretada por Maribel Verdú

04.02.14 - 10:46 -
Crónica familiar
Escena de '15 años y un día'. / Archivo

Toda familia que se precie esconde secretos inconfesables, que rara vez salen a la luz. Unos son más enrevesados que otros, pero los que conciernen a las relaciones entre padres e hijos son los más comunes. En el caso de '15 años y un día', la realizadora Gracia Querejeta se centra en los desvelos de una madre con relación a su hijo, un adolescente conflictivo, de alguna forma representativos ambos de lo que ocurre en muchos hogares españoles en la actual coyuntura social. En la trama también figura un peculiar abuelo, ex militar de ideas firmes, con lo cual el conflicto se dispersa en varias direcciones.

Tanto Maribel Verdú como Tito Valverde se muestran seguros en sus respectivas interpretaciones; no así el novato Arón Piper, bastante soso cuando llega la hora de comunicar emociones sin trampa ni cartón. El resto se centra en la descripción de estados de ánimo, sus dudas y vacilaciones, su ausencia de interés por cuanto le rodea, sus relaciones con otros colegas de su misma edad, con los que se identifica de manera superficial. En ese sentido, llama la atención la respuesta que da a la pregunta "¿Tú qué quieres ser de mayor?". A lo que él responde: "Nada".

Ese pesimismo descorazonador, esa desilusión galopante, la misma falta de horizontes parece estar arraigando en buena parte de nuestra juventud, tan maltratada en los tiempos que corren. "Dejad que haga conmigo lo que yo quiera", es un pensamiento de André Bercoff, entresacado de su "Manual de instrucción cívica para tiempos ingobernables". Nihilismo que discurre a lo largo de esta irregular película, en la que se echa en falta la mano creativa del productor, ya desaparecido, Elías Querejeta. Por otra parte, los técnicos publicitarios aseguran que una persona insatisfecha es mejor cliente que una satisfecha. Así, la propaganda se convierte en expendedora de deseos e insatisfacciones.

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Cartel y tráiler de '15 años y un día'. / Archivo

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