El asunto ha levantado debate, trifulcas y un baile de etiquetas que no acaban de gustar a los implicados. En 2013, se ha hablado hasta la saciedad del nuevo cine español, del “otro” cine español, de cine low cost… y cada uno de estos calificativos han levantado suspicacias. En realidad, y más allá de etiquetas que aluden bien al carácter periférico de este cine de autor, o a la precariedad de medios que la situación económica y la empobrecida vida cultural española les otorga, hablamos de la vitalidad de una nueva (o no tanto) generación de directores y directoras, que crean al margen de la industria tanto a nivel económico, como ideológico y formal. Cine de guerrilla, cine urgente, cine que no se para por la falta de medios ni por estar permanentemente marginado por el sistema de distribución hegemónico. “Al margen” es, en este caso, una palabra clave. Tal es el espacio metafórico desde el que se crean, producen y exhiben estos films.
Hablamos de películas como ‘Uranes’, de Nacho García Ibarra (autor de aquel célebre corto que llegó a Sundance en 2008, ‘El ataque de los robots de Nebulosa 5’), película producida bajo la iniciativa Littlesecretfilm, que aúna una serie de películas rodadas en 24 horas, con equipo reducido y a las bravas; o ‘Los ‘Ilusos’ de Jonás Trueba, que recibió un puñado de premios, en el festival argentino Bafici; o ‘Costa da Morte’, de Lois Patiño, documental que enfrenta al hombre con el paisaje de la costa atlántica gallego y que recibió el premio a mejor promesa en el festival de cine de Locarno; ‘El futuro’, de Luis López Carrasco, una visión crítica y singular de la cultura de la transición, que estuvo también presente en el certamen suizo, donde fue precisamente un film español sin distribución (‘Història de la meva mort’, de Albert Serra) el que ganó el festival.
La lista es mucho más larga, e incluye desde luego también a uno de los films más comentados de este año, realizado desde la más absoluta independencia y precariedad de medios (no por fortuna esto último): ‘Gente en sitios’, de Juan Cavestany. O a la cineasta sevillana María Cañas, archivera de imágenes que engarza en montajes críticos y sugestivos. Films todos con atención internacional, y sistemáticamente ignorados dentro de nuestras fronteras, incluidos los Goya. Cine que no quiere ser low cost (¡quién desea la precariedad!), pero que elige serlo para poder seguir existiendo.
Excepciones son en la gala de entrega de los premios de la Academia, el caso de ‘Stockholm’, ‘La herida’ (a pesar de que esta es una película hecha con una producción ordinaria pero vinculada por espíritu al entorno de ese ‘otro cine español’) y ‘La plaga’, de Neus Ballús. Pero la Academia sigue fallando a la hora de reivindicar la creación cinematográfica de vanguardia que se está haciendo en este país.
A pesar de esto, este cine al margen, otro, o novísimo pelea desde su trinchera por consolidar un circuito alternativo de exhibición, que incluye la red de centros culturales, cinetecas, filmotecas y salas alternativas del territorio español, y festivales como Márgenes, dedicado a difundir este cine de autor. Internet es el otro espacio de distribución, aunque aún la incógnita sigue siendo cómo sacar algo de rendimiento económico. La paradoja permanece y crece: por más atención mediática e internacional que reciben estos cineastas, menos capacidad de amortizar o financiar sus proyectos tienen, especialmente ahora que las ayudas al cine se han visto reducidas drásticamente.
