Planeta Calleja

La sobresaliente y necesaria reflexión de Amaia Salamanca sobre igualdad de género: «Nadie puede estar en contra del feminismo»

La actriz ha mostrado su faceta más intrépida y aventurera acompañando a Kirguistán a Jesús Calleja

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Amaia Salamanca y Jesús Calleja, en la última entrega de 'Planeta Calleja' Cuatro

María Robert

Jesús Calleja ha puesto al límite a Amaia Salamanc a . En la nueva entrega de ‘Planeta Calleja ’, el trotamundos más famoso de la tele se ha llevado a la actriz madrileña hasta Kirguistán, el país más alejado del mar. En ese remoto país asiático han vivido un viaje trepidante experimentando rutas de trashumancia a caballo pastoreando ovejas, una noche en una yurta en praderas de alta montaña, y un trekking por la legendaria Ruta de la Seda.

Una vivencia incomparable que la invitada no se esperaba: se ha tirado a la piscina sin conocer el destino, demostrando que es una mujer muy intrépida. «He venido a disfrutar, a pasármelo bien. Y a decir que sí a todo. Soy muy viajera y me dejo sorprender siempre».

Además, ha dejado ver su faceta más intima. Actriz y modelo, la carrera de Amaia Salamanca despegó abruptamente al protagonizar ‘Sin tetas no hay paraíso’ , y desde entonces casi no le ha faltado el trabajo, ni en el cine, ni en la televisión, ni en el mundo de la publicidad. Con todo el circo mediático que el éxito y su relación con el famoso empresario Rosauro Varo conllevan, sin embargo, ha logrado blindar su vida privada.

Una infancia feliz

Haciendo una excepción, desde la capital de Kirguistán, Biskek, centro político, económico y cultural del país, ha aprovechado una visita junto a Jesús Calleja a un mercado típico en el que siglos atrás paraban los mercaderes de la Ruta de la Seda en su camino desde China a Occidente. para abrirse sobre su infancia. «De niña era un trasto, tenía mucha energía. Y de chavala también fiestera. Pero obligaban a aprobar todo, si no me daban castigos bastante duros; suspendí matemáticas y me dejaron sin ir al viaje de fin de curso».

Al hablar de su madre, se emociona. Entre lágrimas ha especificado que son de alegría pura. «Creo que he sido muy afortunada con la vida que he tenido, y me gustaría ser tan buena madre como ella. Cuando yo lo he sido madre he valorado mucho más lo que mis padres han hecho por mí».

Desde la capital, los viajeros se han trasladado hacia el centro de este territorio indómito, el tercer país con mayor altitud media del mundo, hasta llegar a Song Kol, lago de alta montaña de aguas cristalinas, donde han sido acogidos por una familia nómada kirguís y han presenciado de un partido de kok-boru, un ancestral deporte ecuestre.

En ese punto, Jesús Callej a ha indagado sobre sus inicios en el mundo de la interpretación. «Empecé de actriz a los 20 años cuando estaba en la universidad estudiando Administración de Empresas y Derecho, pero siempre he tenido mis trabajos. Con 14 años empecé de buzoneadora de publicidad de las ópticas de mis padres. Y en la universidad me apunté en una agencia de publicidad; fue cuando me cogieron para la primera serie, ‘SMS’ . Ahí comenzó toda una generación. Estaban Mario Casas , Jon González …».

En ese momento no tenía formación, por eso fue una sorpresa que la ficharan. «Pero era una gran oportunidad, en aquel momento por trabajar un mes ganaba 6.000 euros».

La locura de 'Sin tetas no hay paraíso'

No dejó los estudios en la universidad hasta dos años después, con lo cual, no hubo disgusto en casa. Coincidió con ‘Sin tetas no hay paraíso’, la ficción convertida en fenómeno social y su segunda serie. A la pregunta obligada de ¿te enrollaste con Miguel Ángel Silvestre ?, Amaia Salamanca ha confesado (con pausa dramática incluida), que no. «Es un maravilloso compañero, pero nada más allá».

Después interpretó le llegó el turno a ‘Felipe y Letizia’ . «Luego hago un pequeño parón y me voy a Estados Unidos a estudiar arte dramático, y porque llega una persona a mi vida… Rosauro».

Por aquel entonces ya está viviendo en una vorágine con la prensa, un tema que le costó sobrellevar. «Esa parcela de mi vida siempre me ha gustado tenerla más para mí, más privada. Estaba como muy pendiente de los ‘paparazzis’. Es muy duro, pero también tienes que saber que son rachas.

Tras dormir en una yurta, vivienda tradicional de los pueblos mongoles, han acompañado a caballo a los nómadas en su trashumancia hacia tierras bajas pastoreando ovejas durante una jornada. Antes, eso sí, se les ha unido a la expedición una persona muy especial: la madre de Amaia Salamanca . «Es la primera vez que está delante de una cámara», ha contado la actriz. «Ella ha estado al margen de todo este mundo. Pero En lo primero que pensé cuando me propusisteis este viaje fue en mi madre, porque ellos siempre me han llevado y sabía que podía disfrutar un montón».

Mientras avanzan, Jesús Calleja le ha formulado una pregunta que suele realizarle a la mayoría de las actrices: si le preocupa que no la llamen para un papel al ir cumpliendo años. «No es solo en este país, sucede en todo el mundo de la televisión y del cine. Sí, es cierto. Estuve año y medio sin trabajar y pensé ‘ya está’. Desde que soy madre los papeles que me ofrecen son tirando hacia los 40. Aunque ahora estoy muy contenta con el trabajo: después del parón, fue terminar el coronavirus y me llamaron. No he parado . O no tienes nada o de repente te llega todo a la vez», ha reconocido.

Actriz y madre

El periplo prosigue hasta su trayecto más duro con un descenso en bicicleta de montaña atravesando el majestuoso paso de los 33 Loros. En medio de un majestuoso paisaje, la actriz ha compartido algunas confidencias sobre su pareja. «A ‘Ros’ le conocí en una fiesta en Ibiza. Fue amor a primera vista, porque me divertí muchísimo. Él es una persona muy atenta, muy caballerosa, además de muy divertida. Nos juntamos y hasta ahora, 12 años después», ha contado.

También se ha sincerado sobre por qué no se han casado después de formar una familia con tres hijos . «A nosotros nos sirve estar así. Como todo, es válido. No porque nos casemos va a significar que nos queramos más». Y ha descubierto lo que más le gusta de él. «Tenemos vidas muy distintas y aprendemos mucho el uno del otro. Yo creo que yo con él nunca me aburro, y él conmigo tampoco».

Una cosa ha llevado a la otra, y tras sellar el reto de escalar la cara sur el Naranjo de Bulnes, han proseguido la ruta hacia el sur hasta Tash Rabat, un antiguo edificio utilizado por los mercaderes en la Edad Media, donde ha surgido la conversación sobre su deseo de proteger la privacidad de su familia a toda costa ante los medios y en Instagram. «Por supuesto que tengo vida familiar, pero quiero darles a ellos esa independencia, y que cuando ellos sean mayores elijan si tienen redes sociales o no. Ahora ya con 12 años tienen un ordenador entre manos. A mí eso me asusta. Creo que es muy difícil la educación en todo este mundo».

Después de pasar la noche en un albergue y recuperar fuerzas, emprenden el ascenso al Panda Pas en un trekking de 25 kilómetros que los lleva hasta 4050 metros de altura.

En un alto en el camino, espontáneamente ha venido a cuento, a raíz de observar las duras condiciones en las cuales viven las mujeres de Kirguistás, una certera reflexión sobre la igualdad. «Es como dar 100 pasos atrás. Fíjate lo que le ha costado y sigue costando a la mujer llegar a la igualdad con el hombre, y de repente, que haya alguien que ejerza ese poder sobre ti. Ahí nos damos cuenta de la suerte que tenemos en comparación con ellas, pero igualmente tenemos que seguir trabajando en que haya igualdad. Quien diga que no es feminista es porque no sabe realmente lo que significa el término, que tiene en su cabeza que el feminismo es radical. Y para nada. Es igualdad. Nadie puede estar en contra de eso».

Dándose una paliza en el último tramo de la travesía, han culminado el viaje con las arrebatadoras vistas del lago Chatyr-Kul que separa Kirguistán de China. La intérprete ha agradecido la experiencia efusivamente. «Hacía mucho que no viajaba. Entre hijos, proyectos, coronavirus… Es algo que siempre me ha encantado y había aparcado un poco. Es genial intentar buscar tiempo y disfrutar de todo esto».

Jesús Calleja , impresionado al descubrir el lado aventurero de la madrileña, no ha podido evitar despedirla con un halago sincero. «Amaia, molas mucho».

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