El imperio de Peppa Pig, la compra más cara del Monopoly
La juguetera de EE.UU. Hasbro adquiere el grupo británico de cine y TV por 3.600 millones de euros
Las aventuras de Peppa Pig se estrenaron hace apenas 15 años en el canal británico Channel 5. Nadie habría vaticinado entonces el descomunal éxito que han tenido los personajes creados por Neville Astley y Mark Baker , aunque desde el principio se vio que no eran unos dibujos preescolares más y que la sencillez de sus trazos era compatible con unos diálogos inteligentes, más que soportables para los casi siempre castigados adultos.
Peppa Pig conoció mundo y, sin llegar al nivel de Disney, no solo se convirtió en una máquina de vender juguetes y productos de todo tipo, sino que llegó a abrir su propio parque temático, al sur de Inglaterra. Para cuando llegó a España en 2010 , a través del canal Clan, de TVE, ya vendía licencias fuera de la tele por valor de más de 200 millones de euros, solo en el Reino Unido.
El imperio de la simpática cerdita dio ayer un nuevo salto al firmarse el acuerdo defintivo de compra por parte del fabricante estadounidense de juguetes Hasbro , que pagará 3.300 millones de libras esterlinas (3.640 millones de euros) a los estudios de cine y televisión Entertainment One (eOne), propietarios de la franquicia.
Hasbro es un gigante del juguete que en el pasado se ha hecho con el control de éxitos como los Transformers y los juegos de mesa Monopoly , Trivial Pursuit y Risk , aunque su primer éxito fue Mr. Potato , luego reconvertido en personaje de «Toy story».
El interés por Peppa Pig y sus amigos llevó a pagar una prima del 26% sobre el precio de las acciones marcado al cierre de la sesión del pasado jueves y del 30% respecto de la media del último mes, según informa Europa Press. La transacción podría completarse en el cuarto trimestre de 2019.
A Peppa Pig ya le habían salido otros novios. Hace tres años, eOne rechazó una oferta de la plataforma ITV, que valoraba la compañía en 1.072 millones de libras esterlinas (968 millones de euros). Los dueños consideraron entonces, con evidente buen criterio, que se «infravaloraba» su empresa. Tras conocerse la nueva operación, sus acciones subieron cerca del 30% en la Bolsa de Londres.
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