FIRST DATES

Lo que «First Dates» ha unido que no lo separe el fútbol

Todo iba sobre ruedas entre Juan Carlos y Natalia hasta que hablaron de balompié. Él, del Real Madrid. Ella, del Atlético de Madrid. Pese a las diferencias de colores, hubo remontada y acabaron acordando una segunda cita

Juan Carlos y Natalia, antes de darse el «sí» a una segunda cita Cuatro

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Todo iba bien hasta que salió el tema del fútbol. Dichoso fútbol. A punto estuvo de arruinarlo todo.

En un lado de la mesa, Juan Carlos. En el otro, Natalia. De árbitro, Carlos Sobera, siempre barriendo para casa, siempre queriendo que triunfe el amor. Porque el amor no tiene colores.

Decíamos que todo iba bien. Empezando por el lugar de residencia, pues los dos viven en la futbolística tierra de «El Niño» Fernando Torres , Fuenlabrada. Porque a ella le gustó él ya a primera vista: «Guau, qué chico más llamativo», reconoció que pensó nada más verlo. Porque a él le gustó que fuese rubia, pues era lo que había ido a buscar.

Pero, de repente, lo que iba bien empezó a ir regular. Y fue porque el murciano Juan Carlos dejó claras sus prioridades, bien ordenadas: «Mi vida es estudiar, el deporte y trabajar». No mintió, porque este chico es una joya –que cantaría Ana Torroja – y tiene tiempo, a sus 21, para «chapar» Educación Primaria, ser entrenador de pádel y regentar un restaurante con su primera hermana. Y además, como el 98,99% de la chavalada que va a «First Dates», le encanta viajar.

A ella le pareció fatal que el muchacho dijese que su vida se basa en dicha trilogía (estudiar, hacer deporte y trabajar). «Si no incluye en su círculo de vida una pareja pues me parece mal», reflexionó ella, con ese desparpajo que dan los 19 años. Y la audiencia asintió, porque Juan Carlos no estaba en el programa de aventuras/confesiones de Calleja , en «Saber y Ganar» o en una oficina bancaria. Estaba en «First Dates», y a ese restaurante se va a lo que se va, que tampoco es comer.

Ese fue el primer punto de desencuentro, pero después el asunto remontó. Y cuando todo caminaba hacia el «happy end», apareció el fútbol. Fue él el que preguntó, se interesó por si le gustaba. «Sé jugar, pero no soy Cristiano Ronaldo », afirmó ella. Pero Juan Carlos no estaba hablando de la práctica del fútbol, sino de una actitud más contemplativa, la de espectador. «Soy del Madrid », reconoció él. «Yo del Atleti », replicó ella. «Lo sabía, lo sabía», lamentó el chaval un tanto teatralmente. Parecía que el fútbol iba a separarlos para siempre, pero el amor remontó de nuevo y acabó ganando por goleada.

«Ha estado muy bien la cita» fue el balance de ella, que propuso seguir conociéndose en el cine. Lo del Santiago Bernabéu o el Wanda Metropolitano ya queda para más adelante.

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