«El xef», en Cuatro

David Muñoz: «No me dedico ni me dedicaré nunca a televisión»

En la segunda temporada de «El xef», que se estrenará a principios de 2017 en Cuatro, el director seguirá al cocinero más «canalla», que «es como un Fórmula 1», en su periplo creativo

Madrid Actualizado: Guardar
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Un final no es más que un comienzo. «El xef» cerró su primera temporada en Cuatro con un 9,5% de cuota y un local en obras, las del primer StreetXO internacional, que lleva casi un mes abierto en el barrio londinense de Mayfair. Un sueño cumplido para David Muñoz, cuyo gueto culinario, con luces de neón y casi cuatro millones de euros invertidos, ha conseguido sacar adelante, pese a imprevistos como la salida del Reino Unido de la Unión Europea. «Nos acostamos pensando que el Brexit, como Trump, no iba a ocurrir y nos levantamos viendo que había ocurrido. No es el mejor escenario», asegura. Otro reto para alguien que no cree en la palabra imposible: «Solo hay que ser más ingeniosos y creativos al buscar soluciones con el personal y los permisos, o si ponen una cuota de extranjeros», cuenta.

Los fogones se encienden de nuevo para la segunda temporada, que verá la luz a principios de 2017, y en la que el director David Miralles sigue al chef más «canalla», que «es como un Fórmula 1», en su periplo creativo. «Veremos a un David más humano y equilibrado», confiesa el realizador, que destaca que no haya nada preparado. «No se puede teatralizar, ocurre o no ocurre, se graba o no», coincide el chef madrileño. A pesar de su incursión en el medio catódico, Muñoz tiene claro su sitio: «No me dedico a la televisión y no me dedicaré nunca, mis sueños pasan por hacer hitos gastronómicos como este».

A caballo entre Madrid y Londres, la nueva temporada de «El xef» desmitifica algo tan íntimo como los procesos creativos, que «se venden como un genio al que las ideas le crecen de las nubes». En realidad, confiesa, «todo es mucho más normal y caótico». Un caos, eso sí, en el que la disciplina nunca falta.

El enfant terrible de los fogones reconoce no seguir «las reglas establecidas en un mundo inmovilista como la gastronomía». Su fuerte personalidad agita siempre el debate sobre su figura pero, en un giro radical que atribuye a su mujer, Cristina Pedroche, admite que ya no le importa lo que digan de él, porque la polémica le parece «estéril».

«El xef» no se impone límites. Vive a un ritmo «de locos» y no desconecta ni cuando duerme, pensando nuevas fórmulas para su carta. Su única meta, reconoce, es «seguir haciendo cosas únicas y espectaculares». El sacrificio ha dado sus frutos. «Parecía que esto iba a ser un castillo en el aire y ver cómo ha quedado es un triunfo personal. Esas sensaciones son pura vida. No quiero parar de hacer esto, de ser feliz haciendo lo que hago».

En esta entrega se verá a un David Muñoz «más a favor de obra», dispuesto a aguantar un poco para que el cámara puede filmar, algo a lo que antes, por novel o impaciente, no estaba dispuesto. Y ahí, en la naturalidad del formato, en la fusión de la cámara y la cocina, radica el éxito de un programa «sin filtro». «Siempre hemos sido valientes», asegura el chef que, sumido en el «lujo de soñar grande», ya visualiza su próxima parada: «Me veo abriendo otro StreetXO en Nueva York».

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