Cuarto Milenio

Premoniciones y fenómenos inexplicables: Las experiencias paranormales de «El Lobo»

Iker Jiménez dedicó el programa de esta semana a contar los episodios más desconocidos de la vida del espía que se infiltró en ETA

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Un domingo más, el periodista Iker Jiménez volvió a ponerse al frente de «Cuarto Milenio» con una nueva ración de historias paranormales y misterios sin resolver. En el programa de esta semana se emitió una segunda entrega del especial dedicado a conocer aspectos inéditos de la apasionante vida de Mikel Lejarza , El Lobo, infiltrado en ETA durante un año que propició en 1974 la mayor operación contra la banda en varias décadas.

Acompañado por el también periodista Fernando Rueda, biógrafo del célebre espía, Jiménez repasó los capítulos más desconocidos de la vida del Lobo prestándole especial atención a aquellos relacionados con fenómenos paranormales y de difícil explicación. Lejarza, que desde niño tuvo mucho miedo a todo lo relacionado con «lo desconocido», decidió pasar varias noches solo en el bosque navarro de Valcarlos para aprender a dominar sus miedos antes de infiltrarse en ETA: «Me decía "si supero esto, me puedo enfrentar a ETA"».

«Estar allí tres noches me transformó», explica el espía en una grabación de audio, «en ese bosque hubo muchas batallas, y a mí me daba la sensación de ver gente con espadas luchando». Lejarza afirmó que «salí reforzado de aquello. Rezaba y pedía ayuda, pero salí fortalecido y conseguí pasar esos terrores».

Un tiempo después, cuando Lobo ya se había infiltrado en la banda terrorista, vivió varias situaciones inexplicables en el piso de Sevilla en el que vivía junto a otros compañeros del servicio secreto. Contaba Lejarza que en una ocasión sonó el teléfono y cuando fue a coger «se oían voces extrañas, metálicas y no podría expresar lo que decían, pero daban miedo. También se oían risas». Decidió descolgar el teléfono y, pese a ello, siguió sonando: «Ahí ya me quedé preocupado. Las sillas empezaron a volar , las ventanas a abrirse y cerrarse...Eso me dejó tocado un tiempo y me costó superarlo».

En un principio el Lobo pensaba que se trataba de sus compañeros gastándole bromas. Pronto pudo desmentirlo y, tras consultarlo con parapsicólogos , llegó a la conclusión de que todo eso sucedía porque en esa casa había habido prácticas de ouija. En esa misma casa, estando su mujer y su hija de visita, la última desapareció durante horas. Al final la encontraron metida en la bañera , donde ya habían mirado, y la niña refirió que había estado «jugando con el nene».

Pero para Jiménez «lo más alucinante son las premoniciones ». El espía contaba que «he tenido una especie de visiones, algo muy difícil de expresar, y tengo que citar dos». En la primera de las que relató aseguró haber visto a dos etarras en un coche poniendo una bomba a las afueras de Guernica: «Hice un informe para la policía diciendo que me lo habían dicho unas fuentes y, efectivamente, los policías pillaron a unos etarras colocando una bomba en el sitio en que yo lo había visto».

La otra gran premonición del espía trataba sobre el atentado contra el gobernador militar de San Sebastián. «Lo vi como si fuese una película», recordó, «yo pasé la información y le quisieron poner escolta. Él no quiso llevar escolta y acabaron matándole como yo había visto. De eso me quedó la espina clavada».

Fernando Rueda contó que el Lobo le quitaba importancia a todas historias y no las consideraba nada del otro mundo . «Hasta el año 96 en el servicio secreto había un parapsicólogo para investigar estos temas», relató el periodista, «y Lejarza me decía que la CIA tambien tenía gente dedicada a estos temas».

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