Televerité

Protestas caricaturizadas en TVE

La cadena dio la noticia de la manifestación contra el gobierno como algo propio del barrio de Salamanca

Hughes .

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Aunque mencionaron que se extienden más allá, TVE dio la noticia de las protestas contra el gobierno como algo propio del barrio de Salamanca, según la línea reciente de esclavitud gubernamental que caricaturiza así un hastío ciudadano que emparenta quizás, cual primo hermano, con aquellos tiempos del golpe catalán.

Habían trascurrido 20 minutos de Telediario e inmediatamente pasaron a las protestas europeas contra el confinamiento, como si nada específico ni anómalo hubiera en la situación española . Se cuidaron, además, de relacionarlas con la ultraderecha, los antivacunas y los conspiranoicos; las compañías mundiales de nuestros pijos.

El escritor Tanner Greer tuiteó sagazmente que sólo seis grupos se tomaron en serio el coronavirus en enero: epidemiólogos (no muchos aquí), tech bros (subcultura masculina de Silicon Valley), personas relacionadas con China, inversores a corto, los preppers («tribu» que se dedica a eso: a prepararse para una emergencia mundial) y anónimos libertarios y de derechas en Twitter. En su mayoría, seres irracionales y deplorables a ojos de los correctos devoradores de «papers».

En un país como España, la historia ni siquiera puede explicarse sin conspiraciones

Le faltó a Greer añadir (aunque entrarían en alguno de esos grupos) a los aficionados a las teorías de la conspiración, muchos de los cuales sí valoraron la amenaza.

Por Thomas de Quincey o Pynchon sabemos que las conspiraciones son fascinantes. En un país como España, con tanta sociedad secreta, la historia ni siquiera puede explicarse sin ellas. Pero es que el conspiranoico tiene algo bueno en sí mismo. A su modo, es un contrapeso al poder, alguien que lo mira con recelo y sospecha . Su actitud vigilante resulta inspiradora.

Muchos «conspiranoicos» alertaron de la amenaza salvando quizás alguna vida, mientras los pomposos cenutrios a los que la industria del prestigio cultural ha convertido en referentes jaleaban la manifestación del 8-M, una ocasión marcada en el calendario para lanzar muertos a la cara de quienes no firmen las leyes aberrantes.

Ni las caricaturas las saben hacer. En un conspiranoico hay más dignidad, más libertad y más verdad que en todo el tropel de siervos (ellos sí, berlanguianos) que estos días acuden a justificar su estatus.

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