Muertes

Este año hemos entendido por fin esos versos que en la adolescencia no apreciábamos del todo

Hughes .

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Será el coronavirus, o haber pasado ya de los cuarenta, pero la sensación que tengo y me atrevo a compartir con ustedes es la de que este año está muriendo más gente de la habitual. Que como diría el otro, se está muriendo gente que antes no se moría.

Tengo la televisión puesta, iba a escribirles de otra cosa, pero hablan de la muerte del marido de Paz Padilla y veo llorar a gente en la pantalla. No puedo evitar que nazca en mí cierto reproche de tipo crítico (profesional): estas lágrimas que acongojan, que entristecen ¿sí las vemos y las del coronavirus no? Pero para qué. Lo que pueda decir carece de importancia alguna. Además, no es de eso de lo que quiero hablar, sino de esa sensación profunda, que va calando, de que se muere gente constantemente. Más que nunca.

Será el coronavirus, o las redes sociales, que nos conectan con nuevos viudos, huérfanos... o los medios, que se ceban, cada vez más pornográficos, pero las muertes se acumulan tanto, tan diariamente, que no se puede escapar. Se quiere pensar en otra cosa, y al poco vuelve a morirse alguien. La soledad no ayuda a que huya el pensamiento.

El sábado coincidí con algunas personas. No éramos muchos, aclaro, y había una adecuada ventilación (la sensibilidad de los anfitriones se expresa ahora en detalles así), y la conversación se fue hacia la muerte, las muertes, las formas de vivir con ellas. En 2020 está muriendo más gente, y se nota la huella. La sienten los que han perdido alguien cercano, y la sentimos los demás, con más suerte, que, sin embargo, nos empezamos a ver asediados.

Me atrevo a pensar que nos pasa a todos. Estamos impresionados por tanta muerte, rodeados. Nuestra manera de vivir puede que estuviera ya determinada, a modo de avestruz, por la forma en que huíamos de ello; en los próximos meses y años quizás se manifiesten en nosotros nuevas formas de humanidad, sensibilidad o simplemente desesperación. Hemos sentido esos versos de Dámaso Alonso que en la adolescencia no apreciábamos del todo: Madrid es una ciudad con… Los hemos entendido, y no podemos salir de ahí como si nada.

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