‘Tiempo de victoria’

La serie que cabrea a las grandes leyendas de la NBA (por ser tan buena)

En un mundo como el de la NBA, tan dominado por la narrativa del sueño americano (cultura del esfuerzo, épica, ascenso a los cielos), de pronto aparece una sátira escrita desde fuera, al margen de los cánones de la autoproclamada mejor liga de baloncesto del planeta

Magic Johnson (Quincy Isaiah) en ‘Tiempo de victoria’
Bruno Pardo Porto

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La gente sin imaginación dice que la realidad supera a la ficción, pero si así fuera Kapuscinski jamás hubiera salpimentado sus reportajes con detallitos de su cosecha: el relato es el relato (¡el ‘storytelling’!, que diría Iván Redondo). Zanjado esto, vayamos a lo siguiente. La verdad oficial siempre es más aburrida que la oficiosa, el chisme siempre tiene más gracia que la noticia, y a veces incluso es más cierto, por eso ‘ Tiempo de victoria ’, la serie de HBO sobre la década dorada de Los Angeles Lakers (los ochenta, para más señas), es tan buena. En un mundo como el de la NBA, tan dominado por la narrativa del sueño americano (cultura del esfuerzo, épica, ascenso a los cielos), de pronto aparece una sátira escrita desde fuera, al margen de los cánones de la autoproclamada mejor liga de baloncesto del planeta. Una historia que busca entretener y molestar, por ese orden. Es decir: un gustazo.

La segunda escena de ‘Tiempo de victoria’ marca el tono y el tema de los ocho capítulos estrenados hasta la fecha. Jerry Buss , un hombre en perpetua rebelión con su cabello, al modo de Donald Trump , filosofa en la cama mientras una mujer de edad indeterminada duerme a su lado. «Hay dos cosas en este mundo que me hacen creer en Dios: el sexo y el baloncesto», sentencia. Se abre el plano y vemos que estamos en la Mansión Playboy. Es 1979 y el ‘showtime’ está a punto de nacer. ¿Qué es el showtime? Algo así como la entrada de Hollywood en la NBA, con todas sus consecuencias: animadoras con faldas más cortas, club nocturno en The Forum, el pabellón angelino (ahora juegan en el Crypto.com Arena, por lo que sea), y un buen plantel de estrellas para dominar el mundo. Ese es el tablero, y Jerry Buss y Magic Johnson los protagonistas, bien arropados por Kareem Abdul Jabbar, Jerry West, Pat Riley, etcétera.

A la mayoría de los susodichos no les ha hecho gracia la serie, seguramente porque al público sí. Y mucha. Jerry West ha lanzado a sus abogados contra HBO, y ha pedido una rectificación. «Al contrario del retrato infundado en la serie de HBO, Jerry no tuvo nada más que amor y armonía con los Lakers», rezaba el comunicado difundido por entorno. Kareem, máximo anotador de la historia la liga, se ha puesto el traje de crítico de cine y ha escrito una reseña en su blog en la que carga contra la caricaturización de los personajes: le molesta que Jerry Buss quede como un «emprendedor ególatra», que él aparezca como un «gilipollas pomposo» y que Magic Johnson esté obsesionado a todas horas con el sexo. Este, por su parte, ha dicho en más de una ocasión que no piensa ver ni un solo capítulo de la serie. En su opinión solo alguien que vivió aquella revolución desde dentro puede contarla: es una nueva versión de la lógica perversa de la apropiación cultural... Debe ser casualidad que estos días esté presentando su propio documental en Apple TV+. Se titula ‘ Me llaman Magic Johnson ’ y tiene una sinopsis muy elocuente: «Es la serie documental definitiva en cuatro partes sobre la cinematográfica vida de uno de los más destacados iconos de nuestra era, y ofrece datos reveladores en primicia». Seguro que es muy verídica y profunda, igual que los documentales de Sergio Ramos. Hay quien quiere convertir la vida en una nota de prensa, y en parte lo están consiguiendo, pero ese es otro asunto.

Lo que molesta de ‘Tiempo de victoria’ no es tanto que falte a la realidad como que no sirva a la hagiografía o a la epopeya , que es lo que destilan los deportistas cuando se autoproducen sus cuentos (lo mismo que los reyes cuando encargaban sus retratos a Velázquez y compañía). Aquí, claro, tenemos otra cosa. Sin ir más lejos, el sello de Adam McKay (director de ‘La gran apuesta’, ‘Vice’ y, por desgracia, también de ‘No mires arriba’), que es uno de los cinco productores ejecutivos del sarao y se ha encargado de poner el humor por encima de la verdad, de ahí que la serie no sea ni quiera ser un documental, aunque se apropie de la estética del género y del granulado ochentero. En el fondo, en ‘Tiempo de victoria’ el baloncesto es lo de menos. Lo que engancha es el desfile de excentricidades y hechos insólitos: de la autocircuncisión de Spencer Haywood a las rutinas pseudorreligiosas de Kareem, de las broncas en el vestuario al delirio de los despachos, y de ahí al milagro de las victorias. Del éxito. Es curioso que Larry Bird , convertido en el villano rudo de esta serie, no se haya pronunciado todavía. Quizás él sí sabe reírse de sí mismo.

Por cierto, al principio de la serie un letrero nos avisa de que se han manipulado los hechos por el bien del relato. Eso no lo hacía Kapuscinski.

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