Crítica

«The Crown» sigue siendo una serie convencional, lujosa, ligera, didáctica y espectacular

Fue Peter Morgan, creador de la serie de Netflix, quien al escribir "The Queen" se centró en la histeria colectiva de un país cuando la princesa de Gales murió

Fotograma de la cuarta temporada de «The Crown» Netflix
Rosa Belmonte

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Concha Velasco ha dicho que no se habría atrevido a hacer en el teatro los papeles que ya habían llevado a escena Nuria Espert o Mary Carrillo. Gillian Anderson no se plantea esas cosas. Costó poco trabajo a Peter Morgan, creador de «The Crown» , convencer a su novia para que hiciera en televisión lo que Meryl Streep había hecho en el cine. Y todos aplaudimos la audacia. También la transformación de la actriz. Aunque a Gillian le sale una husky voice (voz ronca a lo Tallulah) que no tenían ni Margaret Thatcher ni Streep en su recreación. Aunque lo engolado y artificial del tono sí es real. La premier tuvo un profesor del National Theatre (los ejercicios incluían hasta hacer zumbidos). Lo malo es que Anderson/Thatcher se nos queda corta en la cuarta temporada . Tiene que compartir coprotagonismo con Diana Spencer (Emma Corrin), ser anodino de mirada bovina y tan sobrevalorado como Jackie Kennedy. Pero fue Morgan quien al escribir «The Queen» se centró en la histeria colectiva de un país cuando la princesa de Gales murió. Se entiende que le interese el personaje. Hasta que lo mejore.

Defectillos (manías personales) aparte, «The Crown» sigue siendo esa serie convencional, lujosa, ligera (lo contrario de pesada), didáctica y espectacular que espera el pueblo llano. Y el esdrújulo. Puede que nos divirtamos un rato con las cosas de Cantora, pero donde esté una telenovela de teléfono blanco y Barbour pulgoso que se quite Isabel Channing. Alberto Caballero («La que se avecina») ha dicho a Ángeles Caballero que lo único que reprocha a nuestra monarquía es que no haya dado espectáculo hasta ahora. La casa Windsor bajo el microscopio de la televisión (de la ficción, sí) acompañando los grandes hechos históricos es algo por lo que dar gracias a Netflix. Se les había acabado «Downton Abbey», ese pastiche con clichés tan bien empaquetados. Los trucos de «Downton Abbey» no se ven en «The Crown». Casi nada molesta. Todo fluye. Será la última oportunidad de disfrutar de Oliva Colman como Isabel II (vendrá Imelda Staunton). Pero gocen también de Helena Bonham Carter como la princesa Margarita. Y de súper Gillian Anderson. Seguro que Meryl Streep lo hace.

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