‘Express’: secuestrados por la industria del miedo

Termina en Madrid el rodaje de la segunda temporada de la serie española de Starzplay

Una imagen de 'Express' ABC
Federico Marín Bellón

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La gigantesca nave industrial donde se han rodado la mayor parte de las escenas de ‘Express’ es un lugar tan futurista como sugiere el guion, con toques de ciencia ficción de proximidad, y tan amplio como permite el presupuesto. A un lado, sobresale el ‘domo’, al otro, la oficina desde la que Kitti Mánver maneja los hilos del grupo dedicado a resolver secuestros rápidos. Esta temporada, el público descubrirá que detrás de los enigmas se esconde una industria sostenida sobre el miedo.

El rodaje de la segunda temporada de la serie española de la plataforma Starzplay , producida por The Mediapro Studio, acaba de terminar con la mayoría de los protagonistas de la primera (Maggie Civantos,V icente Romero, Loreto Mauleón, Bernardo Flores y Omar Banana, además de Mánver) y las incorporaciones de Alejo Sauras y de la actriz y modelo argentina Laura Laprida.

Iván Escobar (‘Vis a vis’) habla del despliegue visual, habitual en sus series: «Ya que podemos jugar un poco a a ser dioses, inventemos el decorado de una aseguradora multimillonaria con implantación en 67 países que tienen pasta e investigan los secuestros exprés con técnicas revolucionarias. De ahí salen el concepto del ‘domo’, el despacho de la señora Ortega y el hangar».

El creador de ‘Express’ demuestra una vez más que su primer mandamiento es entretener, algo casi siempre mal visto entre cierta intelectualidad. Pese a que estamos ante un thriller de acción, esa vocación la remacha la presencia del otro creador, procedente del campo de la comedia. «Antonio Sánchez viene de ‘7 vidas’, de ‘Aída’, de ‘Bienvenidos al norte’… de películas y series de absoluto éxito», destaca Escobar. «Sería mucho más sencillo tirar solo del thriller, de personajes intensos y traumas interiores, pero eso ya lo hemos vivido».

Sánchez explica que los miembros del equipo son «como los guardianes de la Galaxia, pero con nuestro ADN». «Son compañeros de oficina que resuelven secuestros con una tecnología sofisticada, pero luego desayunan churros y hacen sus bromas».

Todo ese afán por entretener no esconde un mensaje que no es preciso subrayar: «Medio mundo está obsesionado con que el sistema derriba a los individuos. Vas a echar gasolina o al banco, te enfrentas a Hacienda y a cualquier institución y sales perdiendo. Vas a algún departamento ministerial y no te hacen ni caso. Nuestros personajes pelean contra un sistema tóxico, que genera delitos para combatirlos. No hay nada más absurdo ni más rentable; es la industria del miedo».

«El sistema siempre gana, claro», añade Sánchez. «Tú puedes luchar y a lo mejor puedes vencer a unos, pero mañana estarán otros. Es un país de puertas giratorias, un sistema que funciona independientemente de quién esté. Es frustrante intentar pelear contra un sistema que va a seguir funcionando siempre».

Dicho, esto, aclara Escobar, tampoco son «mesiánicos». «Los héroes no solo se equivocan, sino que en esta segunda temporada traspasan líneas absolutamente rojas. Intentamos huir de lo convencional y tenemos a una antiheroína que descubre que la única manera de llegar al final de la partida es trucar las cartas».

Escobar cuenta aquí con la ventaja de haber reclutado una vez más a Maggie Civantos, una actriz capaz de tirarse de un rascacielos si se lo piden. «Me encanta porque no se acomoda. En una escena, me miró y me dijo: ‘A mí es que me gustan los directores que me dan caña’. Le gusta que le digas que no es suficiente. Nunca está satisfecha y te exige que tú tampoco lo estés».

Voluntaria para ser ‘torturada’ por Kubrick

«Soy muy exigente con mi trabajo y me da confianza cuando un director me exige y vamos un poco afinando y no se conforma». ¿Aunque sea un maniático a lo Kubrick? «Me encantaría. Yo también sería maniática. Lo entendería bien si al final como actriz me adapto a cualquier forma. Incluso ahora mismo, que estoy en modo supervivencia en esta temporada. Es lo ideal y donde me gusta trabajar».

Civantos se alimenta incluso de las inseguridades propias de los intérpretes: «Si no las tuviera, no querría ser mejor cada día. Este año quiero superarme. Con mi carrera me pasa igual. No quiero hacer siempre lo mismo, sino que me gusta trabajar diferentes géneros y siempre tengo la ilusión de que me llamen para hacer algo distinto o con la complejidad de este personaje. Si no tuviera esos miedos, que al final son mis exigencias, tampoco tendría esas ilusiones y esas metas y esos retos», confirma la protagonista de ‘Malaka’ y ‘Vis a vis’.

Su exigencia se refleja en otro dato: «Lo que no vale para nada es fustigarse, pero soy de esas actrices a las que les gusta mirarse en el combo, para mejorar, no para castigarme. Justo ayer hablaba con Iván de esto, porque me descubrió mirándome y me preguntaba: ¿De verdad? Sí, porque yo sé verme. Si veo algo negativo, en la segunda toma intento mejorarlo. Los miedos hay que transformarlos en fortalezas». A Escobar le agradece que haya creado un personaje femenino «muy potente, que no es una cosa estereotipada, sino que realmente va un poco a las entrañas y crea una psicología muy concreta que da mucho juego a la hora de interpretarlo».

Omar Banana destaca por su parte la labor de equipo: «Se ve mucho más la unión del grupo, de todos los personajes. Esta temporada te da la sensación de que no son tan diferentes». Bernardo Flores, convertido en una estrella gracias a ‘Pasión de gavilanes’, añade que «ya no se habla tanto de acción como de los personajes». «Yo nunca he tenido la oportunidad de volver a hacer una segunda temporada de algo que yo ya creé. Volverlo a hacer es una gozada. No trabajas tanto en la creación del personaje porque ya lo conoces. Es como una segunda oportunidad para hacerlo bien».

Los nuevos

Alejo Sauras, conocido por el público (de ‘Los Serrano’ a ‘Estoy vivo’), es una de las dos grandes incorporaciones. Es el nuevo comisario, que llega para «poner un poco de orden». Al igual que Bárbara (Civantos), quiere resolver los secuestros, pero sus motivaciones y métodos son demasiado distintos.

«Ella ya ha hecho cosas un poco reprobables y yo creo que tira por otro lado y empieza a tener problemas personales, que la apartan un poco de su misión. En la primera temporada secuestraban a su hija. Al principio de la segunda colabora más con la Policía, pero luego se enfoca más en su propia historia personal».

A Sauras le hace «muchísima ilusión» dar vida a un papel tan adulto, que prueba su evolución personal desde que empezó como actor juvenil. «Es una maravilla. Disfruto mucho interpretando a un personaje que no sería jamás yo». «La primera vez que me puse delante de una cámara supe que quería eso para toda mi vida. Es una sensación especial. Si alguien no la siente, le aconsejo que no continúe, porque también puede ser una profesión muy dura a nivel psicológico. Lo que más me gusta es vivir otras vidas, a ser posible muy diferentes a la mía. Matar a una persona y mirarla a los ojos cinco minutos antes y explicarle que la tienes que matar es una sensación alucinante, de adrenalina que te explota».

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